martes, 23 de febrero de 2010

El 2009: películas que quedaron de él en mí (VI): sentir la urgencia de volverse alien(ado)

Vomitas las entrañas. Sangras de un color negruzco y más líquido. Se te desencajan las uñas. La piel se te endurece, se agrieta y te agrietas. Tu mirada es distinta.
El alienado es el exiliado fuera de sí mismo. Todo lo extranjero, fuera de su territorio, no es sólo extraño, también es refugiado y limitado a un sitio específico donde pueda ser categorizado y, finalmente, distanciado.
Esta alienación es vivida por Wikus Van De Merwe en Distrito 9 (Blomkamp, 2009), alienación pesada de la inmediatez del documental y la urgencia del narrador testigo porque asume, sobre todo, puntos de vista cercanos al personaje. En principio, la suya es la alienación físiológica, el exilio más profundo y, por lo tanto, desgarrador.
Si su alienación se asemeja a la alienación que vivimos nosotros en la rutina, queda de parte de cada espectador (en esta era donde todo está escindido por la relatividad de los puntos de vistas). Si su historia como un trabajador público cualquiera que pasa a ser importante por su transformación es una de las tantas lecturas que ofrece la película sobre esta época, es una interpretación que queda rezagada. El rezago proviene de la fuerza que va adquiriendo la transformación de Wikus, por más asquerosa que sea, en un muy lento devenir de supervivencia. Es esta la supervivencia que lo iguala a los demás alienígenas (la imagen del niño alien reconociendo el brazo de Wikus con el suyo propio) y que lo distingue de ellos (hacer la flor de hojalata).
¿Qué ha quedado de ella en mí desde que la vi?: la imagen final que espejea, para mí, con Wall·E (Stanton, 2008) y con El hombre elefante (Lynch, 1980): buscar la belleza en todas las cosas y ese grito callado, ambiguo casi , como el desesperado reconocimiento del hombre elefante "No soy un monstruo. No soy un elefante. Soy un ser humano". La actuación de Sharlto Copley, cierta malicia al comienzo, vivacidad que se va apagando entre desesperanza, desesperación y supervivencia.

2 comentarios:

  1. Para mí, es la mejor película, de las que he visto, del año pasado. Una de las imágenes que más recuerdo es cuando Wikus y el langostino inteligente (cuyo nombre no recuerdo) son atacados y Wikus huye sin pensarlo. Entonces, se detiene, voltea y duda. (Y yo pienso que Wikus piensa "no puedo ir a salvarlo, tengo que salvarme yo"). Y luego vemos su cara por uno o dos segundos.

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  2. Jajajaja "el langostino inteligente".
    Sí, me gusta esa camaradería entre ellos que se siente natural por la inseguridad que hay entre ambos personajes a ratos, esta que eventualmente afianza su solidaridad.
    Me encanta cuando el "hijo langostino" coloca su bracito al lado del de Wikus y reconoce ambos como parecidos. Wikus lo rechaza. Pero cómo rechazas lo que se asemeja a ti.

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