¿Cuál escena recuerdas haber visto con más
fervor como espectador?
¡¿Fervor?!
O emoción.
Quizás
en un momento las películas de los Monthy Python pudieron haber sido objeto de
fervor para mí. O René Clair en Beldades Nocturnas (1952). Es un tipo que va
soñando de época en época y en cada una lo persiguen y él huye yendo a otro
tiempo. Con una película tan delirante como ésa, ¿qué más se puede esperar? O Me casé con una bruja (1942), que se burla del
conservadurismo estadounidense. Es un tipo que salva a una chica de un incendio
y resulta que es una bruja. El tipo se lanza a político y ella le lanza un
hechizo. Y los votos van cambiando de candidato. Es muy divertido.
Me
gusta mucho la comedia que, me parece, es algo muy subvalorado. La gente no se
toma en serio la comedia, aunque decirlo parezca un chiste.
De René Clair recuerdo haber visto una,
pero no recuerdo cuál. Que por cierto la alquilé en Video Color Yamín.
Exactamente.
Ésa era una época dorada. Cuando yo fui Director de la programación de la
Cinemateca, aunque parezca mentira, me acuerdo una vez que Farruco Sesto no
podía creer que hubiera un videoclub bueno en Caracas. Como Video Color Yamín
era capitalista, no podía ser bueno. Sí, era comercial, pero había mucha
variedad. Nunca vi un lugar en el mundo donde hubiera tantas películas de
diversidad sexual, si bien no era mi orientación ni mi estilo de vida, y en un
lugar como Caracas. Era un lugar muy progre.
Yo
recuerdo haber visto Chungking Express (1994) en
VHS y recuerdo incluso que la tenía. Mucho antes de Fallen Angels, (1995) Happy
Together (1997) e In the Mood for Love (2000),
que me gusta mucho menos.
Cuando
se puso de moda el cine de acción hongkonés y había unos cineastas que eran
maravillosos. Yo recuerdo Tsui Hark, uno que es más conocido como productor,
pero él es vienamita y tiene una trilogía que se llama La Trilogía del
Espadachín. Hay una escena en la que Brigitte Lin tira agujas con hilos. Ella
llegó a ser mujer porque se castró después de haber preguntado a su maestro qué
debía hacer para ser el mejor espadachín. Al final el maestro se burla de ella
por haberse tomado su consejo en serio. Más o menos, ésa es la tónica. Es una
cosa delirante.
Hay
una película de Ronny Yu, quien después haría La novia de Chucky (1998), que por supuesto todo el mundo detesta pero es
una gran película, El Trío Fantástico.
Una de ellas, que hace de ejecutiva, tiene que salir a correr. Se saca la falda
y queda con una malla. Ella carga con un sombrero y es una bomba. (Risas).
Hay
una de John Woo que es Una bala en la
cabeza (1990) y es literalmente eso. Son tres chinos que huyen de Hong Kong por
una cuestión del crimen. Terminan en Vietnam, en la guerra. Pero hay una cosa
absolutamente loca: hay un concurso que es bajarse una botella de Whisky
Etiqueta Negra de un solo trago. Resulta que en la huida naufragan, son unos
pistoleros hongkoneses. Están caminando en medio de la guerra de Vietnam, por
supuesto embarrándose. Y a un tipo lo matan con un disparo en la cabeza.
Resulta que el tipo estaba vinculado a una mafia y uno de sus amigos rescata la
calavera. Y para vengarse, abre la puerta en esas típicas reuniones de
ejecutivos mafiosos, coloca la calavera en la mesa y les muestra el hueco de la
bala (Risas). ¡Por favor! Por supuesto que es con unos carros, motos y fuego.
¡Ése es John Woo!
|
The Killer (1989) |
Hay
una secuencia en The Killer (1989) de John Woo en la que el tipo tiene que ir a matar
a alguien porque es un asesino a sueldo. Lo tiene que matar en un salón de té.
El tipo va caminando y lleva varias pistolas. Va avanzando, por supuesto en esa
cámara lenta que sólo Chow Yun Fa da. Primo el tipo se saca dos pistolas y las
mete en dos macetas. Camina un poco más, saca dos pistolas y las mete en otras
macetas. Y así sucesivamente. O creo que son sólo dos y las estoy multiplicando
por la emoción que me generó. La cosa es que después Chow Yun Fa con sus dos
automáticas en súper cámara lenta. En una parte, él agarra a una tipa para
cubrirse y dispara y, sin querer, la deja ciega. Eso se sabe después. A él lo
hieren en la pierna caminando por el pasillo. Y ya sabes cuál es el resto de la
película: el pistolero se consigue a la cieguita para rescatarlo. Por supuesto,
le paga la operación para devolverle la vista. ¡Qué melodrama!
Me
gusta mucho el cine de acción hongkonés. Tuvo su época. La película en la que
se inspira Reservoir Dogs (1992), que se
llama City on Fire (1987), tiene un ritmo
muy acelerado. Nunca para.
También
me gusta Tarkovsky (Risas). El Espejo (1974) es otra película esencial
para mí.
¡Uh! A mí no me gusta tanto.
Bueno,
apaga eso y vámonos (Risas).
Para que no quede en una cuestión de gustos
nada más. Es demasiado poética para el lenguaje cinematográfico. Me parece
muy críptica en su metáfora.
¿Te
parece que podemos hablar de metáfora en una película donde los simbolismos no
están nada claros?
Precisamente. No tienen un significado
claro y se diluye la fuerza de la película.
Quizás
la combinación de Tarkovski con cine de género es buena porque
le da un cierto equilibrio. Es una película muy volada.
Por
otro lado, cuando yo iba mucho a la Cinemateca, era la época dorada del cine
polaco. Hay un cineasta polaco que ha caído mucho en descrédito. Y él ha hecho
mucho para caer. Pero hay otros cineastas polacos, no tan conocidos pero que
fueron muy importantes para mí. Uno de ellos es Krzysztof Zanussi. Es uno de los
del cine de la inquietud moral. Él tiene películas justamente de problemas
entre lo existencial y lo moral. Tiene una que se llama Espiral (1978) sobre un tipo que se quiere quitar la vida. Tiene otra que
se llama Balance Trimestral en la
que todo transcurre en medio de un retiro que hacen por una defensa de tesis en
una universidad. Y es sobre la corrupción en las universidades: cómo las tesis
son compradas.
Me
parece que era un cine muy necesario en su momento. Un cineasta que me gusta
mucho es Kieslowski. No habría González Iñárritu sin Kieslowski, pero hay dos
episodios del Decálogo (1989) que son
esenciales para mí: Decálogo I, donde un hombre se confía de la capacidad de
predicción de una computadora y muere su hijo por eso, y el Decálogo VII o V
que es la del asesinato y la pena de muerte. Además es alguien que mata a
alguien por hastío. Y matar a alguien no es fácil, por más que Hollywood nos
quiere hacer creer lo contrario. Matar a alguien es una tarea bastante
complicada porque se requiere mucha fuerza. Es una película horrible, pero
extraordinariamente buena.
La doble vida de Verónica (1991) es un filme
que te hacer verla muchas veces porque es con Irene Jacob. Cualquier película
con Irene Jacob es una película que uno no puede dejar de ver cuatro, cinco,
seis veces. Es una de las mujeres más hermosas que yo he visto en la pantalla.
Es una película sobre el destino. Son dos vidas de una misma mujer que, además,
es una de las cosas que plantea Kieslowski con su cine de inquietud moral. Él
empezó a hacer un cine sobre problemas morales porque es una manera de tratar
los problemas de la sociedad sin caer en el panfleto político. Sobre todo la
parte dura de la Ley marcial que le tocó vivir a él durante el ocaso del
comunismo en Polonia.
De
hecho, en el Decálogo tú ves las
colas, pero las ves siempre de fondo. La gente haciendo cola para cualquier
cosa. Y las protestas son un montón de gente en la calle con una vela.
En La doble vida de Verónica, él trató de
hacer un cine más imaginativo. Y es la posibilidad de mostrar en una misma
película: ¿Qué pasaría si alguien hace esto y esta otra cosa también? Las dos
alternativas de la vida vistas en una misma película. Por una parte, es una
chica que tiene un problema cardíaco y le gusta mucho la música. En Polonia
decide seguir su vocación musical y muere cantando. Y en Francia, no sabe por
qué, pero tiene un pálpito de que ella debe dedicarse a la docencia.
|
La Double Vie de Veronique (1991) |
Hay
otra película que se llama Ciego Azar (1987) que no es una gran película, pero es interesante. Es en el contexto del surgimiento del partido
político Solidaridad, aunque las elecciones estaban hechas para que no pudiera
ganar las elecciones. Cosa que más o menos sabemos cómo es. Pero es un tipo que
tiene que tomar un tren y ocurren varias alternativas. La primera es que
consigue subirse al tren y se convierte en miembro del Partido Comunista. La
segunda alternativa es que el tipo no llega al tren y termina vinculado a
Solidaridad. Y la tercera es más o menos indiferente.
Tiene
otra película, no me acuerdo del título exacto en este momento. Es de un tipo
que lo mandan a manejar una fábrica donde hay una serie de conflictos con todo
el entorno por contaminación y maltrato de los obreros. La fábrica está
destruyendo el ambiente. Estamos hablando de un filme ambientalista de los
ochenta. Hay un enfrentamiento muy rudo con el sistema.
Me
gusta mucho ese cine: el iraní, sobre todo, el polaco. A poco tiempo de llegar
acá, descubrí a uno yugoslavo en la Lugones que se llama Zelimir Zilnik.
Hicieron un ciclo en la sala Lugones. Es un tipo que retrata la caída del más
democrático de los sistemas socialistas que era el de Yugoslavia. Ahí las
fábricas eran autónomas y una de las sociedades más prósperas. Si bien no era
un país socialista. Yugoslavia era no alineado.
El
tipo te muestra un país donde no tiene que decirte más nada. El país está
destruido. Las fábricas están destruidas, las calles también. Todo está en
ruinas. No hay manera de producir. Todo está destrozado porque no hay
inversión. Pero Zilnik capta una cierta energía de la gente que me llamó mucho
la atención. Creo que está rebatiendo eso de que “el sistema es perfecto y es
la gente no sirve”. Le está dando la vuelta a este lema. El sistema es el que
hace que la gente se marchite.
El cine cubano es otro muy esencial para mí, entre ellas Memorias del subdesarrollo (1968). Es otra película esencial para mí. Hay
otra que se llama Alicia en el Pueblo de
las Maravillas (1991) que llegó lejos en la crítica. Es un pueblo fronterizo entre
dos provincias y ahí mandan a toda la gente que no cuadra en el sistema. El
pueblo tiene un restaurante y ahí sirven todos los días arroz con huevo.. Y la
gente va a comer eso con una camisa que tiene un huevo y los cubiertos están
agarrados con unas cadenas. Al final, lo que produce el pueblo es agua con gas
bastante sucia y procuran venderla diciendo “tú la bates, tú la bates, y no se
nota”.
¿Cuál es tu postura frente a ver películas
en la casa o verlo en la sala de cine?
Es
una buena pregunta. Mira, cada cosa tiene su momento y su necesidad. La casa
tiene la ventaja del acceso. Y un tipo de visión que para efectos del trabajo
es mucho más práctica, para analizar, por ejemplo. Hay una visión mucho más
íntima y cercana con la película. Hay comodidad de parar la película, volver a
ciertas escenas. Se empieza a parecer a la lectura en cierto modo. Se parece
incluso con los subrayados. Eso me gusta.
Yo
no me imagino cómo daban clases antes con rollos de 16 mm. Eso debió haber sido
imposible. Cuando yo he dado clases, me llevo como cincuenta clips de
películas. Eso es muy fácil y cómo ayuda. Presentas un fragmento y lo discutes.
La clase se vuelve más dinámica.
Pero
el cine sigue siendo la experiencia sobre todo en la actualidad donde está muy
reivindicado con el cine sensorial. Sí es notable que no puedes compararlo. Hay
películas que es inimaginable verlas en la casa. Los espectáculos de Hollywood, de
hecho, son inimaginables fuera de una sala de cine. La experiencia del cine es
la sala. Sí he notado que la capacidad de concentración en una sala es
increíblemente mayor. La capacidad de sumergirte en la película sólo se
consigue en la sala. Yo no aguanto cuatro películas en la computadora y en el
cine aguanto hasta cinco.
Lo
malo del cine es que no te puedes poner de pie. Con la edad, van saliendo las
molestias del cuerpo.
|
The Iron Ministry (2014) |
Yo
recuerdo un documental del Laboratorio Etnográfico Sensorial que sólo tiene
sentido verlo en un cine. Es una experiencia sonora también, como en el caso de
El Ministerio de Hierro (2014). Eso es la
sala de cine. Incluso el cine de terror barato se alienta con el sonido de la
sala.
Pocas cosas como la sala de cine.
Bueno,
agradezco el tiempo dedicado.