sábado, 29 de junio de 2019

Diez años en Moviemiento

hola... Bresson
cualquier cosa virtual me espanta
me gustan las películas plásticas
primera vez que resulto privilegiada por el azar
y fui vilmente ignorada
quién mejor que tú
para simplificarme
recuerda que no tengo memoria cinéfila
soy capaz de verla de nuevo 
si mi loco horario me lo permite
que tenga sabor, que tenga mento
el ocio sabroso, el ocio creativo
material tengo, lo que me falta es tiempo*

Durante el primer semestre del año 2009, hubo los primeros escarceos del grupo de cine a través de correos electrónicos. En aquel momento, el 7 de mayo a las 4:34 am, yo les mandaba un email proponiéndoles un 'cineforo' virtual en vista de las dificultades para coordinar encuentros. Se los mandaba a amigos y conocidos con la idea de no quedarnos con la superficialidad luego de ver una película. Quedaba abierta la posibilidad de reunirnos en grupo, lo que se concretó desde octubre de aquel año y hasta bastante avanzado 2011 con las correspondientes irregularidades de toda congregación.

De las distintas aristas de este grupo que semanas después empezaría a llamarse Moviemiento, el blog ha sido la ventana más perdurable. Sin duda la paradoja de que lo virtual sea lo más duradero da mucho para hablar, pero ha permitido el diálogo dilatado entre los integrantes ya desperdigados en distintas partes del mundo.

Suele decirse que las agrupaciones son sectarias, pero la idea central de Moviemiento es reunir a los cinéfilos independientemente de sus gustos. En aquel primer correo fundacional de 2009, dieciséis destinatarios estaban incluidos, pero ésa no fue ni la sombra de las tantas personas que han participado activa o indirectamente en Moviemiento. Desde personas que se fueron sumando a medida que pasaban los días, hasta gente que conoció el grupo ya cuando varios miembros estábamos aquí en Buenos Aires.

Y si bien es cierto que la búsqueda de Moviemiento todavía hoy en día está enfocada hacia la autoría en el cine, basta ver las listas de películas favoritas de los integrantes para notar nuestras diversas filias. Personalmente, creo que eso sólo puede enriquecer la dinámica y apuntar a una variedad con la que la cinefilia se alimenta. Si algo hemos tenido que aprender, con las dificultades del caso, es que un gusto no se funda sin arbitrariedad. Hemos podido ver y hablar de películas tan dispares como Irreversible, Rocco y sus hermanos, Eterno Resplandor de una Mente Sin Recuerdos, Shame o Bashú

Otra arista que se cristalizó hace cuatro años es el premio Guayaba de Oro, nacido en 2015. Si bien la participación en el premio ha sido más reducida con respecto al total del grupo, da cuenta también de la mentada diversidad y de un proyecto que se transforma con el paso de los años (nuevas categorías, expansión de la cantidad de nominados, el arbitraje iniciado en 2016).

El hecho de que tuvieran que pasar más de nueve años para brindarle un diseño a nuestro grupo y cuatro para el premio, habla de una búsqueda más amateur frente a la cinefilia, sumado a factores de adaptación en otras tierras y coordinación entre los participantes. Y esos triángulos enfrentados en el logo del grupo nos representan como personas en contraste con respecto a lo que vemos. El amateur es un amante que no se limita a su formación, como sostendría Barthes en Barthes por Barthes.

Mencionar a cada uno de los que hemos pasado por el grupo sería dilatarse y excluirse. Cada uno de ellos sabe quién ha sido para las reuniones, las publicaciones en el blog o en las redes sociales, y, por supuesto, las diversas salidas al cine. Los dos primeros motores del grupo siempre han sido el cine y la amistad. Esto puede que suene tierno y complaciente, pero sin emoción y diálogo no puede haber vínculo. Y en todo grupo tiene que haber o debe buscarse un vínculo, aún cuando se termine en la discrepancia.

Finalmente, si parece disonante la idea de un grupo de cine en unos años donde la situación de Venezuela se recrudecía de forma paulatina, reunirnos era un paliativo a nuestras inquietudes. Una vez mudados a Buenos Aires, nos dimos cuenta de que la cinefilia se ha convertido en un lugar de enunciación gracias a las redes sociales. Nosotros mismos surgimos con la ayuda de los blogs que facilitaron otros modos de acercarse al cine a través de la palabra virtual y sin necesidad de una formación académica en torno a la imagen en movimiento.

Fácil sería terminar este breve recorrido de diez años en tono derrotista o esperanzador. Varios de nuestros miembros siguen en Venezuela o se han disgregado por varios países del mundo, pero los espejeos siguen presentes en la distancia. Varios de nosotros somos inconstantes en los encuentros y, así como muchas personas han formado parte del grupo, unos cuantos se han retirado explícitamente o en silencio. Al final, no basta recordar que agrupar también trae consigo reagrupar de vez en cuando y desengranar otras veces. Pero, desde el costado que sea, de mi parte siempre haré un lugar para la imagen en diálogo con otros.

(diseño por Carlos Roa. Instagram: @salorrequena)

* Cadáver exquisito a partir del primer año de correos electrónicos entre los miembros del grupo.

jueves, 20 de junio de 2019

Obras entre 2009 y 2019 que dejaron una impronta

En este mes que conmemoramos diez años desde la creación del grupo, hemos decidido hacer unas listas más ambiciosas: repasar una década completa a través del cine estrenado y visto en ese período. Por junio pondremos en pausa la lista mensual para dar espacio a las obras cinematográficas que nos marcaron en esta década que va cerrando.

Javier Riquel
1.       Inglorious Basterds (Bastardos Sin Gloria) – Quentin Tarantino – 2009

2.       The Revenant (El Renacido) – Alejandro González Iñárritu – 2015

Midnight in Paris (Medianoche en París) - Woody Allen - 2011

The Social Network (Red Social) - David Fincher - 2009


      Eduardo Elechiguerra
      Kys Uykusu (Sueño de invierno, Nuri Bilg Ceylan, 2014)

      Carol (Todd Haynes, 2016)

Oscuro Animal (Felipe Guerrero, 2017)

Life of Pi (Ang Lee, 2011)

domingo, 9 de junio de 2019

Diario cinéfilo: ciclo de Ang Lee (1): Brokeback Mountain (2005)

(Las entradas sobre este ciclo están dedicadas a todos con quienes alguna vez vi una película de Ang Lee)

They believed themselves invisible
"Brokeback Mountain", Annie Proulx


Sábado, 8 de junio de 2019
11:30 pm
Se repite la sensación de extravío sentida hace ya trece años cuando salía de ver Brokeback Mountain. Para aquel momento, había visto tres películas de Ang Lee previamente, dos en el cine: Crouching Tiger Hidden Dragon en el Cinex del Sambil con tres amigos del colegio, y Hulk en el Cinex San Ignacio. La segunda fue la primera película que vi solo en el cine. Y como muchas veces desde entonces, me ocurrió con una película rara (rara de una forma fascinante) de la que provoca hablar con alguien justo al salir de la sala.

Parece que divago, pero es un efecto del desasosiego tan potente que queda luego de ver algunas de las películas de Ang Lee y, sobre todo, Brokeback Mountain, vista hoy en una sala donde no éramos más de veinte espectadores. La pérdida latente durante todo el film puede precisarse con el asomo de un análisis somero: la música que se utiliza durante el recuerdo que le narra Ennis a Jack de cuando su padre le mostró a él y a su hermano el cadáver mutilado de un homosexual del pueblo. Son dos o tres notas musicales persistentes y un tanto agudas pero leves que invaden nuestros oídos dejando una sensación de inestabilidad total. Son las mismas notas que se repiten cuando llega a manos de Ennis la postal para Jack con el sello deceased (fallecido).

Son dos momentos distanciados temporalmente en el film, pero que conforman el alma de la película (si creemos que una película tiene alma, más allá de la Alma interpretada por Michelle Williams). Ni Lee, ni Ossana, ni McMurtry pierden de vista la certeza emocional de sus personajes. Hay distintos niveles de soledad en la historia, pero la de Ennis es la más profunda porque en su infancia vivió en carne propia el aislamiento. Y de todas maneras, ni siquiera él está exento de una empatía que sorprende cuando finalmente accede a ir a la boda de su hija mayor con un tipo desconocido para él. "Quien nada tiene, nada necesita", reflexiona Ennis  frente a su hija con la suficiente firmeza para delatar siquiera una cercanía a la sensatez.


Domingo, 9 de junio de 2019
12:16 am
He notado que varias personas se han desentendido de Brokeback Mountain por su "final triste", como si la película o el cuento en el que se basa no fuesen capaces de imaginar un final feliz para Ennis y Jack. Como si toda historia gay ahora tuviese que retratar relaciones factibles y exitosas. Pareciera que estas personas pretenden que los gays estamos exentos de las complejidades de las relaciones de pareja. El realizador y los guionistas del film arman, en apenas dos horas y cuarto, las ricas dificultades de las relaciones humanas.

No es fortuito que la ingenuidad de Jack termine aniquilándolo, aunque no sepamos si la versión de su muerte que imagina Ennis con la lacerante llamada a Lureen sea cierta o no. Y el autoengaño de la propia Lureen delata en esa misma escena un reconocimiento hondo de soledad, así se trate de un personaje secundario. Alma y Ennis son quienes quedan mejor parados, a pesar y gracias a su divorcio. Como espetó un espectador hablando con su interlocutor antes de que empezara la película: "Todos estamos divorciados. Ya eso de , se acabó". Y no por esto tenemos que dejar a un lado los matices ofrecidos por la trama, que además no son pocos. Cada personaje en el guión, complejamente dilatado por los guionistas a partir del breve cuento de Annie Proulx, es una clave para desengranar la desolación de los protagonistas. Y cada actuación tiene por lo menos una escena que deslumbra, como la desnudez en la mirada de Roberta Maxwell, el nerviosismo revelador frente a una verdad de Michelle Williams (a Michelle no le basta el giro ingenuo y certero de "Jack Twist? Jack Nasty!" en el diálogo y nos mete el dedo en la llaga con su mirada nerviosa en la escena) o la malicia sin compromiso ni moral de Randy Quaid. Incluso la ligereza en las presencias de Linda Cardellini y Kate Mara contraponen la densidad emocional de las parejas centrales.


1:20 am
Bastante se ha dicho de los protagonistas. Desde la escena en la que se ven por primera vez, hay algo en sus cuerpos que los supera. Los matices de Ledger y Gyllenhaal soportan además el paso del tiempo, un factor en la película que está labrado con sutilezas gracias a la edición. Los momentos valiosos están un poco más dilatados, mientras que los eventos importantes pero accesorios para el "esquema vital" de los personajes principales se nos escurren con una puntualidad escurridiza en el uso de recursos. En dos horas y cuarto, vivimos veinte años en la vida de estos personajes que consiguen varios trabajos, se enamoran, se casan con sus respectivas mujeres, tienen hijos, se ven varias veces, uno se divorcia. La fluidez en la edición no se conforma con mostrar estos eventos, sino que nos hablan de los conflictos profundos entre los protagonistas y su entorno. El encuentro final entre padre e hija es palpable en este sentido: en un segundo están brindando por su matrimonio y, al segundo siguiente, Ennis se despide mientras el auto de su hija se aleja con la estela del tubo de escape. El tiempo se ha esfumado y, como cosa rara, no nos damos cuenta hasta que detallamos los objetos que quedaron atrás.

Recuerdo, por cierto, una crítica que se quejaba de romantizar los primeros encuentros entre Jack y Ennis. Más allá de que es una imprecisión (si los gemidos y bufidos de antes en medio de la oscuridad no son suficiente indicio de que hay algo instintivo en la relación homosexual, están también las peleas físicas entre ellos o con otros hombres), nunca pudo ser más cierto lo que me dijo Tony A una vez: Jack y Ennis son quienes quieren ser en la intimidad, su conflicto es el entorno. Quien se queje de más escenas de sexo entre ellos justificando que Lust, Caution fue muchísimo más erótica, está perdiendo de vista que el conflicto ahí está en la cama, no fuera de ella como en el drama ganador de tres Óscares (menor el premio gordo de la noche, como todos podemos recordar). A fin de cuentas, nadie duda de que Jack y Ennis se aman. Pero cada uno de ellos tiene una postura diferente frente al amor. Que Ennis se acerque más a la personalidad de Jack con el gesto de las camisas, refuerza esta distancia, esta promesa que tanto duele como esa naturaleza enmarcada en la ventada en el plano final del tráiler donde vive Ennis.


1:57 am
Como suelo colocar muchos gestos y actividades entre interrogantes,  mi fanatismo por Ang Lee no me impide preguntarme el porqué de este ciclo. Lee es un director que empezó a trabajar con regularidad a principios de los noventa, lo que es una fecha relativamente reciente, mínimo comparado con los otros ciclos del mes: Cronenberg trabajó con regularidad desde los ochenta y, Friedkin, desde los setenta. Éstos además tienen obras de culto que Lee no tiene. En tal caso, Hulk que ni siquiera está en el ciclo.

Sumado a esto, la retrospectiva no está incluyendo sus películas más desconocidas, como su corto de 1982 o el que forma parte de Chosen. Ni siquiera incluye Ride with the Devil , su largo menos visto probablemente (apenas poco más de 630 mil dólares acumulados en la taquilla estadounidense), o sus indicios más palpables de versatilidad (su incursión en el 3D con Life of Pi o su perspectiva de los superhéroes antes de que fueran un fervor con Hulk). Es un ciclo que ni siquiera considera su recorrido por la guerra de Irak (Billy Lynn's Long Halftime Walk), película que no se estrenó comercialmente en Buenos Aires.

Estas aseveraciones parecieran probar que este ciclo es una pérdida de tiempo. En absoluto. Lee reta el concepto de autoría de muchas maneras y esto es lo fascinante en él. Hay temas recurrentes, hay acercamientos reiterativos. Pero siempre con un giro que nos engaña por completo. No todo ciclo tiene que estar enmarcado en un aniversario, así que bienvenida una oportunidad atípica para evocar la obra de un director atípico.

Por retruque, Lee fue mi primer acercamiento a la autoría, lo que en retrospectiva es una paradoja por su manera de cuestionar ese concepto. Valga la anécdota personal para recordar a este director para quien la intimidad siempre está delimitada por marcos de puertas que superan a los personajes, o los anulan como ocurre con Ennis cuando se reencuentra la primera vez con Jack: lo que queda es los objetos narrando en silencio una historia que sólo ellos conocen.

10:41 am
Unas cuantas horas después del visionado, el residuo emocional de la película sigue ahí. Los planos finales de las camisas guindadas en el clóset, junto con esa postal de Brokeback que parece lejos en el plano y, cuando Ennis va cerrando la puerta, se nos acerca esa imagen por un segundo; antes del corte que nos permite ver ese pasto enmarcado por la ventana. La (sobre)naturaleza finalmente ha sido contenida. O así parece.

Bastante se ha dicho de la falta de sexo en la película, pero ¿dónde queda el erotismo de Lee? ¿No es llamativo que a ambos hombres los vemos desnudos, sin necesidad de ver sus genitales? En una escena, Jack pela una papa y, al fondo, el contorno un tanto borroso del cuerpo desnudo de Ennis se ducha "al seco", como diríamos. Por supuesto que la papa y la ducha no importan, sino la distancia del deseo entre la mirada de Jack y el cuerpo de Ennis. Hay otra escena igual de cotidiana donde Ennis habla del tamaño de los testículos de un alce mientras se quita las medias. La masculinidad sugerida paulatinamente por la película es decodificada una y otra vez, hasta que poco importa el término.

Ahora, el desnudo de Jack es uno solo, mientras lava la ropa en un riachuelo. Su soledad en la escena pareciera sugerirnos una desolación mayor, pero no nos percatamos al momento. Lo llamativo es su desnudez en cuclillas, en medio de una tarea cotidiana, donde no hace falta ver sus genitales para detallar su cuerpo por un instante.

11:38 am
Mi primera inquietud para hacer un diario así, con los riesgos que implica (por ejemplo, el acto descaradamente egótico de autopublicar entradas diarísticas), es registrar en carne viva lo que deja una película; y además, un film ya visto años antes y atesorado como lo es Brokeback Mountain, pivote en mi existencia cinéfila. En pocas palabras, son textos para reconocer la fortaleza emocional de Ang Lee: la intimidad.

miércoles, 5 de junio de 2019

Abrebocas (XI): Too Old To Die Young (Nicolas Winding Refn - 2019)


Todos esperamos ansiosamente las películas y series que están por estrenarse pronto. Puede ser un nuevo film independiente, el nuevo blockbuster del mes o esa nueva serie que está por comenzar. En esta nueva entrada de Abrebocas les presentaremos la nueva serie del aclamado director Nicolas Winding Refn quien conocemos por películas como Drive, Only God Forgives y Bronson. Esta vez Nicolas Winding Refn se sumerge en la pantalla chica dirigiendo una serie web escrita por él, en conjunto con el caricaturista y autor de cómics Ed Brubaker, para Amazon.


Protagonizada por el cotizado actor Miles Teller junto a John Hawkes, Jena Malone y Billy Baldwin, Too Old To Die Young sigue el estilo neo-noir de las películas de Nicolas Winding Refn. Está llena de colores  vívidos, el bien contra el mal, y argumentos entre lo correcto y lo incorrecto. Martin, el papel protagonizado por Miles Teller, es un policía en conflicto que, por una serie de eventos, se ve sumergido y enredado en un mundo de asesinos, matones y mafiosos junto al hombre que le disparó a su compañero. El tráiler nos muestra este mundo clandestino lleno de personajes cuestionables y las acciones y decisiones que tendrá que tomar Martin.


Too Old to Die Young tiene como fecha de estreno el 14 de junio por el servicio de streaming de Amazon. Otra serie con mucho potencial que se suma al impresionante conjunto de series exclusivas de Amazon que están compitiendo con el titán Netflix.


A continuación, los dejamos con el tráiler de Too Old to Die Young.