La firmeza visual con la que Muere, Monstruo, Muere retrata el miedo entre un puñado de personajes mantiene en vilo durante las casi dos horas. No importa que no te gusten las criaturas ajenas a, lo que entendemos por, la realidad efectiva. La película emprende un viaje psíquico que es al mismo tiempo incómodo y rico en metáforas. Basta detenerse en la conversación entre la psiquiatra y su paciente, en medio de espejos y reflejos, para darnos cuenta de que estamos en buenas manos si buscamos sustos más allá de la superficie. O en el encuentro entre Cruz y su amante donde los espejos están presentes aunque de una forma más tajante.
Que en su corazón la película tenga "Te irás, me iré" cantada por Sergio Denis le da un aire de melancolía que irrumpe como un coletazo la primera vez, y la sensación de que estamos ante algo más que una historia de terror se difumina. El baile de Cruz, con una parsimonia casi hipnótica, nos sugiere además que la intimidad y la complicidad vistas inicialmente, se ha perdido para siempre.