jueves, 18 de febrero de 2010

2009: Películas que quedaron de él en nosotros (V): conversacional de Gran Torino o la desmitificación de Harry El Sucio

TONY A.: Desde que empecé a ver tus comentarios en el blog sobre las películas del 2009 que te quedaron, no pude evitar pensar en cuales fueron las que más me quedaron de ese año (del cual todavía me faltan unas cuantas por ver) y aunque me gustaron unas, hubo dos que resonaron en mí de una manera especial: Rachel Getting Married de Jonathan Demme y especialmente Gran Torino de Clint Eastwood. Es un caso bastante especial para mí esta película de Clint Eastwood porque es una de esas raras experiencias cinematográficas que hacen que como espectador reevalues completamente a un cineasta y a toda su obra.

EDUARDO: Si bien es cierto que, a partir de esta década, Eastwood había ganado fuerza conmigo, con Gran Torino me sorprendió. Sus Río Místico (2003), Golpes del Destino (2004) y Cartas de Iwo Jima (2006) me han ido hiriendo soterradamente, con su sobriedad, con el control de su dirección que suaviza los forcejeos de guiones irregulares y con una fragilidad que sabe a melancolía, heridas, o más bien, huellas que no me había dejado desde Sin Perdón (1992). Pero, sí, llegó Gran Torino con una mezcla de humor y prejuicios que replantea la crisis de fe y las relaciones humanas dentro de sus películas. Gran Torino es como la hija contestataria entre sus hermanas más conservadoras aunque, no por esto, menos agudas.

TONY A.: ¡Ciertamente! Y no es por falta de admiración a la obra de Eastwood (especialmente esta década). Yo también he admirado (en varios grados) su Río Místico, Golpes del Destino y Cartas de Iwo Jima pero como dices, Gran Torino fue una sorpresa para mí. Nunca había visto a un Eastwood tan confidente y tan desafiante al jugar no solo con el mito cinematográfico que él mismo ha creado a través de toda una larga carrera sino a cuestionar e incluso desafiar las implicaciones morales, éticas y cinematográficas que acarrean ese mismo mito. ¡Nunca lo vi desplazarse de una manera tan equilibrada y habilidosa por tantos tonos y ser tan autoconsciente de su misma imagen que reta de una manera muy astuta con nuestras concepciones de quién es Clint Eastwood y qué significa para el espectador esa imagen de Dirty Harry que ha alcanzado un nivel prácticamente icónico y es que eso es uno de los elementos más fundamentales de Gran Torino! No la había visto desde su estreno en cines y al revisitarla anoche me dí cuenta de la manera tan audaz en la que Eastwood juega con las reacciones del espectador en cuanto a su persona y como parece a momentos, de que dentro de la misma película él está consciente que nos estamos riendo de él.



EDUARDO: Exacto, los conflictos entre sus personajes antes adquirían una carga de dignidad hasta convertirse en tragedia. En Gran Torino, es curiosamente intimista su manera de ver la vida a través de los prejuicios de los personajes. Son prejuicios a partir de los estereotipos, prejuicios hilarantes que desatan una carcajada o una risa incómoda (¿reírse en una película de Eastwood con él y no de él?), prejuicios que también descalabran las certezas de los personajes, que les permiten reírse de su ignorancia y pensar en lo que el otro le dice. Son tales prejuicios los que van decantando en la crisis de fe del personaje principal, Walt Kowalski, de ese ya resabio de lo que fue el ícono de la venganza y la dureza; crisis de fe ante las diferencias y ante la intolerancia en el vecindario, crisis de la que él mismo adolece y es aquí donde Eastwood va adentrándose en la intimidad de este viejo cascarrabias.

TONY A.: Y lo refrescante de Gran Torino es que aborda el tema de los prejuicios de una manera tan directa y honesta que se siente como una bebida que refresca este paladar cinematográfico que se ha venido sintiendo exhausto por el sermón y el moralismo dudoso de ese Hollywood que no se cansa de impartir lecciones como si estuvieramos asistiendo a una clase muy tediosa (Crash y En el Valle de Elah de Paul Haggis son dos ejemplos que resaltan).

EDUARDO: Sí, es que en Gran Torino todo y todos están sometidos a la ridiculez y a la risa, incluso esta fe que poco a poco va surgiendo en mí como una emoción en el desarrollo de la película.

T.A.: Y aún así Eastwood nunca reduce la importancia ni el peso ético/moral/filosófico de sus temas. Esta es una película de temas importantes ejecutada de una manera... poco ortodoxa, sobre todo para un clasicista como Eastwood, que con su estética tan...desadornada a veces quisiera aludir enteramente a otra época. Un pequeño pero significante ejemplo es la escena en la que Walt descubre a Thao en su garaje intentando robar su Gran Torino. En esa escena la música se torna militar y exagerada, como si estuviéramos viendo a este anciano patético aferrándose a su personalidad de matón duro y racista. La música le da un toque de comicidad a la escena pero sorpresivamente, con una iluminación confusa vemos a Thao y la escena se torna gris y confusa y el espectador crea una reimaginación de Walt en Corea asesinando a niños... ¿Walt se está aferrando a su imagen o simplemente son los demonios que lo acechan? Escenas como esta son un ejemplo de la complejidad de tono y temática que Eastwood logra tejer a lo largo de la película.

E.: Eso es lo curioso. Es bizarro, incluso. Aborda todos estos temas importantes como la fe, el racismo, la muerte, la guerra y la multiculturalidad con una estética sencilla, pero como dices, poco ortodoxa: a través de la risa de la parodia. Aun así, esta no es la risa que se queda en el chiste o en la burla, sino que va engranando la seriedad y el peso de tales temas a través de conversaciones cotidianas, diálogos que, al mostrar las incomodidades de Walt o de Sue, desnudan sus crisis más profundas; conversaciones como aquellas que tienen el padre Janovich y Walt sobre la guerra o la de este con Thao sobre cómo ser un hombre.

T.A.: ¡Totalmente de acuerdo! Al principio hay una especie de shock cuando la película pasa de ser una sátira bizarra a un drama directo pero, en retrospectiva...las semillas estaban ahí todo el tiempo y al final es Eastwood quien ríe de último por jugar con nuestras expectativas de una manera tan astuta. Nosotros nos reímos de su Harry el Sucio Cascarrabias e incluso nos deleitamos pero Eastwood nos muestra en esencia los cimientos de una sociedad tambaleando e incluso aún, que tal vez merezcan ser derrumbados.

E.: Sí, puesto así, me recuerda a cómo me sentí en Bailando en la oscuridad, manipulación aguda que va cuajando mis lágrimas. No me había fijado en esa escena. Es impresionante que Eastwood no pierde tiempo para retratar, no sólo la ignorancia que hay en cómo una cultura ve a la otra, también ambas culturas en sí, la americana y la asiática, a través de dos ceremonias que, en el fondo, son la semilla de la película (en caso de que ella sea como un árbol con sus ramas tendiendo hacia diversas impresiones): la muerte y la vida.

T.: Tal vez caiga en lo obvio pero creo que merece ser enfatizado cuanto Gran Torino trata sobre la vida y la muerte. No como entidades separadas sino más bien como la muerte en vida y el renacimiento espiritual de Walt incluso cuando éste está dirigido a ella y no solamente por su avanzada edad y porque es ley de vida sino por otros elementos dramáticos que Eastwood inserta como "convenciones cinematográficas" que sorpresivamente (y quiero enfatizar también que para mí, este es uno de los placeres de esta obra) descarta su objetivo para crear uno nuevo y que de nuevo trabaja en función de deconstruir a través de impredecibles métodos narrativos. De repente el heroismo de Walt no recae en salvar a Thao y Sue sino en salvarse a sí mismo? Y esa probablemente la gran sorpresa (en una película llena de ellas, como tal caja de trucos) final de Gran Torino. Así, sus temáticas llegan a ser de índole espiritual. E increíblemente la película logra tocar emociones profundas. El último tercio tiene una pureza emocional impecable.

E.: La salvación de Kowalski, además, hace temblar la fe eclesiástica, fe de confesionarios y de rezos, para tender hacia una fe más íntima, recogida en las acciones diarias, que no redime errores, sino purifica emociones: me viene a la mente esa escena en la que él yace en el suelo, en posición de crucifixión,
con una grieta a unos pasos más allá: la muerten y la fe no absuelven, pero sí arrastran vínculos.

T.: Wow, no noté la grieta de la que hablas en esa escena (¿¿una tercera vez debe ser obligatoria?? ¡Ya lo creo!). Pero sí, esa escena, que podía salir como simbolismo desmesurado e incluso risible en una película con intenciones y objetivos más convencionales, previsibles e ideológicamente limitada aquí carga otro significado. La fe eclesiástica, como dices, no es glorificada. En el personaje del joven cura Eastwood nos muestra al núcleo una sociedad que está en constante conflicto moral y es por esto que la fe y Dios nunca se dan por sentado como valores glorificados en esta película. Es irónico como Kowalski encuentra paz y propósito en la muerte y no en la vida, lo cual pudo haber sido algo desesperanzador si Eastwood estuviera interesado en ofrecer un mensaje o respuestas confortantes. Aquí, como dices, la fe purifica emociones. Walt se va a llevar consigo sus errores pero entiende lo preciado de la bondad innata y la inocencia y hace de su misión en vida (casi muerte) en proteger la espíritu de Thao y Sue, lo cual es en cierta manera, voluntaria o involuntariamente, reconfortante en una manera poco usual.

E.: Así es, como toda obra que deja pensando y llorando, tiene que ser visitada varias veces. Como dices, Eastwood no reconforta, aunque el sacrificio de Kowalski permita la paz de Thao y de Sue en gran medida. Más bien, quedan abiertas las dudas sobre las nuevas generaciones y sobre la pérdida de tradiciones que, aunque no son propuestas como sermones sino como burlas que entreven la aceleración del cambio, dejan la inquietud de cómo se construye la sociedad y cómo se desenvuelven las personas en ella.

T.: Y de cómo se establecen, como dices, a través de los cambios, nuevos valores que determinan el estado moral/ético/espiritual de la sociedad.

E.: Finalmente, ¿qué piensas de las actuaciones? En realidad, ¿es intencional que sean tan malas? Nunca me sacaron fuera de la película, al menos esta segunda vez, pero no terminan de cuadrarme. Todavía los gruñidos y las malas caras de Clint Eastwood encajan en el estereotipo de su personaje (para muestra, la escena de su cumpleños: la mejor respuesta de los regalos que recibe no es sólo su cara, sino la risa inevitable por parte del espectador). ¿Entonces también forman parte de un chiste, aunque terminen siendo un mal chiste?



T.: Bueno, pienso que más allá de Eastwood (quien pienso está magistral por la manera tan habilidosa y casi sin esfuerzo que logra maniobrar varios tipos diferentes de actuación y aún así logra crear una persona identificable, coherente y totalmente convincente), las actuaciones no son de suma importancia en Gran Torino. Un amigo se atrevió a decir que lo...vamos a decir "rígido" de las actuaciones por parte de Bee Vang y Ahney Her (Thao y Sue, respectivamente) se remontaban al estilo de ese cine austero del maestro Robert Bresson, en la cual los actores eran simples "modelos" con una carencia casi total de emociones humanas identificables como "reales" o "auténticas". Aunque no creo que las influencias de Eastwood sean voluntariamentes basadas en el estilo de Bresson, sí creo pienso que las actuaciones de Van y Her encajan con sus personajes y sí pienso que brindan un cierto tipo de pureza emocional que de hace que la película alcance un impacto dramático grandioso, sobre todo cuando el desenlace recae tanto en el destino de estos dos personajes.

E.: ¿Como si su incapacidad actoral coincidiera con la vulnerabilidad y la inocencia de los personajes? Me gusta verlo así. Eastwood sí se mueve entre varias modalidades (aunque "moods" me gusta más) que se acompasan con los distintos ritmos y humores de la película, mientras que los actores secundarios podrían ser modelos vacíos, no en un sentido despectivo, sino desempeñando roles que dependen en gran medida de la manera de ver esta cultura en general.

T.: ¡Exactamente! La inseguridad de Thao al punto que le cuesta siquiera hablar se ve reflejada en lo que normalmente podría verse como una actuación completamente amateur e inconvincente (es modesto llamarla "inconvincente") al igual que la manera tan...arrítmica de Sue en decir sus líneas al tratar de demostrar una actitud fuerte pero sin realmente serlo... supongo que ejemplos de ejecución tan, de nuevo, poco ortodoxos y distintivos es lo que mantendrá a Gran Torino como una película vital y digna de ser vista numerosas veces. Sus cambios en tono y estilo, la desmitificación de su icónica figura central, el comentario incisivo sobre temas universales y su manera de subvertir las convenciones del cine popular la mantendrán como una de las películas clave de su creador y que con el tiempo, como muchas obras maestras (la cual pienso que ésta es) que en su tiempo no fueron correctamente apreciadas, se le dará el estatus que le corresponde.

E.: Ojalá. Por ahora, me impresiona su capacidad por desmitificar el ícono y por diluir los estereotipos de lo que llamamos cultura hasta llegar al fondo de una crisis individual que es cuando me atrapa con la pureza del llanto incontenible del sacrificio, aunque el recorrido nunca haya dejado de ser gracioso y, a veces, incluso hilarante. Sabrosa conversación sobre una rara joya del 2008 y sobre redescubrir paulatinamente el cine de Clint Eastwood. Gracias.

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