miércoles, 1 de agosto de 2012

Trailer de El Árbol de Lima (Eran Riklis, 2008)




Mientras esperamos ansiosos por El Árbol de la Vida (Malick, 2011), aquí, otro árbol.

1 comentario:

  1. Ziad: - ¿No cambias de opinión?
    Salma: - No cambio.


    Este diálogo que antecede la llegada de ellos a la Corte Suprema puede ser la raíz, no sólo de la película, sino de la imagen en la que tanto insisten los personajes: "las personas somos árboles". Es un diálogo sencillo, casi pasa desapercibido, pero antes de que venga la siguiente escena, Salma queda sola, inmóvil, viendo hacia el horizonte de árboles; inmovilidad que nos recordará luego Sigi cuando los medios de comunicación la dejen sola en su jardín. Hay un diálogo entre la tradición y la novedad que entraman Salma y Sigi desde sus ventanas, sus colores y sus miradas, pocas veces desde lo evidente de las palabras dichas.

    La película tiene sus lugares comunes entre un humor tonto y casualidades convenientes para resolver la trama que terminan empobreciendo sus fortalezas. Y, aun así, me quedan sus imágenes y cómo hace para llegar a ellas: la escena final pareciera unir dos realidades, pero muestra lo lejanas y dolorosas que son: entre un enorme muro, quedamos atrapados entre los árboles perfectamente dispuestos para un jardín aislado del entorno, y unos limoneros podados por los que Salma vaga, vestida de violeta, a la intemperie.

    Si quieren verla, todavía está en Paseo Las Mercedes.

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