The Social Network o "Red Social" (David Fincher, 2010)
Elenco: Jesse Eisenberg, Andrew Garfield, Justin Timberlake, Armie Hammer, Roonie Mara
Definitivamente marca una era. Es esa película que algún día le querremos mostrar a nuestros hijos y nietos para que entiendan cómo era nuestro modo de vida tecnológicamente primitivo, cómo mal gastábamos nuestro precioso tiempo cuando éramos jóvenes y bonitos, cómo empezamos a combinar vida real con vida virtual. Ese film condimentado por la excepcional actuación de Jesse Eisenberg –el chico de 27 que aparenta 20–; el de interpretación magistral: tan nerd que espanta y encanta. (Des)agradable Mark Zuckerberg, creador de Facebook, Dios te guarde en su club privado. Y cómo no recordar a un Justin Timberlake sin N’Sync o Cry me a river: a un Justin que no es Justin sino el creador de Napster –Sean Parker, el que llevó a pique la industria discográfica mundial–; un personaje al que admiramos/detestamos, lamentando el menos de 1% en las acciones de Eduardo Saverin. Un film que, sin duda, hará que más de uno busque “Mark Zuckerberg” en Wikipedia y, por supuesto, en Facebook (Manuela Moore).
Demasiado se ha dicho de que Red Social no es una obra maestra, a pesar de lo muy bien hecha que esté. Estoy de acuerdo que, en principio, no lo es, sobre todo por la falta de composición de la imagen de la cual carece la película. Pero lo que le hace falta en la composición de la escena, lo compensa en la composición de toda la narración de la historia. Ella de desenvuelve con un ritmo fascinante; la música cabalga la edición con una fluidez contagiosa y con el humor de un guión observador, a pesar de que los diálogos parezcan atropellados (y, sí, Zuckerberg parece estar disparando sus palabras, pero la película compensa esto y no retrata a esta juventud con la simpleza de jóvenes irresponsables y pedantes, sino con la agudeza de jóvenes que codifican la vida virtual desde su propia dinámica universitaria). Así, la dirección conjuga el guión, el elenco y la música con una edición detallada que nos atrapa con la primera reunión de Sean Parker, nos desagrada junto con Erica ante la actitud de Mark y nos engancha con el engaño donde cae Eduardo Saverin. Y, por encima de esta entrega comprometida de parte de todos que le ofrece matices a la película, sí está la observación de la película de cómo trabaja la sociedad del éxito, cómo se marca una "nueva era" a partir del retrato de la juventud que la impulsa, juventud que crece teniendo la impresión de que cada uno de sus pensamientos es digno de publicar en la retórica del blog, en la virtualidad de su perfil, en fin, hacerse un espectáculo propio, pero sobre todo virtual. Ahora nosotros mismos podemos ser estrellas de nuestro propio espectáculo, aislados en nuestras computadoras y ociosos de un tiempo que antes parecía perdido y ahora redefine nuestra manera de relacionarnos. Esta es la sociedad del ahora, de estar actualizado, del botón refresh pulsado una y otra vez, de lo que necesita ser constantemente novedad. Puede que la película sencillamente necesite tiempo para consolidar su status de obra maestra. O sencillamente, nunca lo sea. Y, aun así, cómo se siente en ella la agudeza de un Ciudadano Kane o de una Eva al Desnudo por más que ellas hayan hecho lo suyo, no sólo aprovechando los alcances del cine, sino transformándolos (Eduardo).
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