A Serious Man o "Un Hombre Serio" (hermanos Coen, 2009)
Elenco: Michael Stuhlbarg, Richard Kind, Fred Melamed, Sari Lennick, Aaron Wolff
"Acepta el misterio". Lo más fascinante de ella es que, detrás del absurdo alrededor de las incoherencias por las que atraviesa Larry Gopnik, persiste la inquietud de la incertidumbre como esencia de la realidad, ritmo del día a día. No se trata de que el personaje asume tal incertidumbre como forma de vida, sino que detrás de las situaciones que aparecen en la rutina de Larry, hay un movimiento natural que se traduce en cambios, pero que están cargados de misterio como lo está todo lo que pertenece a la naturaleza. ¿Es por esto que cuando, al final, se está formando el tornado ante los estudiantes en el patio, nos estremece pero ya nos ha perturbado, casi hasta las lágrimas, la sucesión de eventos en apariencia inexplicables que han golpeado, entre sueños y anécdotas, a Larry? Tal vez. El descubrimiento surge, ya no como un alumbramiento, sino como una certeza de que esta quietud entre incoherencias risibles no es la incertidumbre, sino la propia vida manifestándose en la cotidianidad.
Así, el pasaje religioso del principio -y la expresión de la religión judía en la vida de estos personajes- es un atisbo de la trascendencia que Larry, y nosotros con él, busca en sus infortunios. En esta búsqueda de respuestas ante la perturbación de las preguntas, la vida se puede expresar desde las creencias del ser humano o desde la necesidad de la naturaleza, así como Larry asevera que antes de la física prevalece la matemática o como la película hila un misterio de lo que se nos parecen meras incoherencias. Tras la ciencia de las sociedades (sean creencias, teorías, poderes, instituciones, en fin, clasificaciones cerradas), A Serious Man nos mantiene en vilo no porque le devuelva al día a día su transcedencia (la película no nos satisface con respuestas), sino porque mantiene la esencia de cada situación: la ambigüedad de una mirada aguda consciente de las burlas que nos impone el día a día mientras intentamos resolverlas manteniendo, si no la calma, la rutina que nos engaña ensimismándonos de tanto sosiego (Eduardo).
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