lunes, 24 de febrero de 2020

Uncut Gems: Empatía por Adam Sandler


En principio me cuesta decir algo sobre esta película. Creo que esto es porque lo único que se me viene a la mente es la interpretación de Adam Sandler. En mi adolescencia habré visto gran parte de su filmografía y debo admitir que pasé buenos ratos viendo sus películas. Era algo de todos los días. Tiene películas que no quería dejar por mucho rato en la tele y otras por las que no creía haber pagado para ver. A veces, tocaba ver una película de Adam Sandler y nada más. Debo haber visto Click más de 20 veces. No soy particularmente fan del actor, pero creo que fui afectado por su filmografía. Suena preocupante, pero todos hemos sido afectados por sus películas. Nos guste o no, su humor inunda el catálogo televisivo, y en un estado de zapping puedes haber pasado al menos tres películas del actor/productor en treinta canales.  

El hecho es que no había visto nada de los hermanos Safdie, pero sí he visto películas de Adam Sandler. Es curioso que sea así, porque la crítica habla muy bien de la promesa que representan estos dos directores y pocas veces ha hablado tan bien del actor en cuestión. Es de lo más curioso que cuando este sujeto se pone en manos de un director de cine más autoral, sale lo más brillante de él. Tal es el caso de Punch Drunk Love de P.T. Anderson  y su actuación en The Meyerowitz Stories de Noah Baumbach Es irónico que el título lleve nombre de piedra brillosa y su personaje se acerque más a palidecer constantemente durante todo el largometraje por las constantes desgracias a las que se somete.

Aun no comprendo cómo, pero la interpretación de Sandler en Uncut Gems es una de las formas de arte más únicas que he visto en muchísimo tiempo. Su trabajo es exhaustivo y a la vez parece no haberle tomado mucho esfuerzo. Él encarna a Howard Ratner, con esa voz de urraca y sus gestos infantiles, siempre titubeando nerviosamente. El actor consiguió el disfraz que mejor le calza.

El ritmo taquicárdico de Uncut Gems es estimulado por la constante toma de decisiones y manierismos del personaje. Lo que no advertimos al final es que somos cómplices y aliados absolutos del  grotesco personaje que Sandler ha creado junto a los hermanos Safdie.

Creo que es ahí donde reside la gracia del largometraje. En esos minutos luego de que ha finalizado y aún sientes tu pulso detenido y la adrenalina amarga que queda en tu boca. Estamos en el corazón agitado del individuo. Esto no significa que sea fácil simpatizar con él ya que el personaje es un completo miserable, pero misteriosamente llegamos a preocuparnos por él, por alguien a quien no le tendríamos simpatía en la vida real. Por una parte, porque lo vemos en su faceta más íntima y humana, y en otra, porque... bueno... es Adam Sandler. Quiero decir, el actor en sí causa una simpatía, quizás porque llevamos años viéndolo y esto es una cuestión generacional (quizás por eso ha tenido su mejor público de adultos de entre 20-30 años). Hemos crecido con el actor, es un gran amigo que siempre está ahí en pantalla.

En fin, sentimos empatía por Adam Sandler. Es como un familiar indeseable e incómodo, pero familiar al final. Es esa familiaridad con el actor y no con el personaje, lo que generan un efecto empático instantáneo en el espectador, cosa que hace de su elección como protagonista, algo brillante. Sin él, no creo que se conseguiría tal lazo entre espectador y película. Tales son los diferentes matices que se le puede dar a un hombre víctima de su propia ambición desmedida y caótica, como para que encontremos en él éste vínculo extraño, donde saltamos del rechazo a la compasión e insisto, este estudio de personaje no se podría conseguir con la ausencia de Sandler. 

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