"Dios, qué atractivos que son..."
Es fácil asumir que el tema central de Marriage Story es el divorcio, e incluso, pensando que es así, la cinta puede resultar edulcorada y contradictoria. Comparándola a otros films que tratan el tema, la película de Noah Baumbach caería en el prejuicio de buscar la lágrima fácil frente a una historia austera e inconclusa. Creo que al ser la segunda vez que el director usa el divorcio como vehículo para hablar sobre algo más, a Marriage Story no se le debe subestimar su profunda y minimalista narrativa sobre el amor.
La obra es una historia sobre cómo la sociedad contemporánea condiciona o coarta la complicidad de la pareja moderna, mostrando los beneficios pero fríos mecanismos del sistema judicial y los juicios e influencias de los allegados, familiares y compañeros de trabajo que rodean a la pareja. De esta manera, solo muestra sus lados buenos, y completamente necesarios, como también sus lados malos, desesperanzadores y desilusionantes. Porque sí, Marriage Story también es una historia sobre la desilusión. La búsqueda de una objetividad emocional en una relación que parece irreconciliable pero que en su complejo conflicto, se puede sentir, mas no explicar, al menos no en este caso.
Siempre hay un final para cualquier tipo de relación que comienza con una complicidad innegable, ya sea por decisiones de los involucrados, por faltas a los acuerdos y parámetros que quizás no se establecieron explícitamente pero siempre estuvieron ahí, etc. El simple desgaste del enamoramiento puede significar un fin rotundo y prematuro para muchas relaciones. Quiero aclarar que para mi hay una gran diferencia entre el enamoramiento y el amor. Para mi amar es algo que se encuentra muy poco en "te amo's" regalos, promesas o buena química en la intimidad. No, para mi está en las sutilezas que se manejan en una convivencia, esas cosas que se dejan de decir y se empiezan a apreciar. Es un sentimiento que, en la permanencia y el esfuerzo por olvidar el ego se ven mas claros y poéticos porque animan al alma a una contemplación de lo efímero en la compañía que se tiende a tu lado. Es curioso que el nombre de la película alude a la unión y no a al divorcio. Eso es porque vamos a ver la separación de dos personas que se aman pero ya no están enamorados. Enamorarse es algo que se puede advertir ilusorio, nos despista y transforma lo que vemos, a quien vemos y como nos vemos, en devenires placenteros y de total goce emocional. Pero amar conlleva tiempo y lo que el tiempo forma, también lo destruye.
Charlie (Driver) y Nicole (Johanson) son una pareja de artistas que no solo están unidos en matrimonio si no que a nivel profesional consiguieron encajar de forma más que eficiente. Tienen un hijo y los dos son excelentes padres. Entonces ¿por qué separarse? Ésta es una cuestión que si bien cree dejarse en claro exponiendo los motivos que Nicole tiene para pedirle el divorcio a Charlie, resultaran entre caprichosos y reactivos si se juzgan como solo "motivos". Hay una profundidad en la incomodidad emocional de los protagonistas para con su relación y se ve condicionada por el cúmulo de decisiones apresuradas, secretos y aspiraciones que cada uno ha tomado a lo largo del camino juntos. Olvidar que los dos protagonistas son creadores y le dedican su vida entera al oficio creativo y expresivo con la misma disciplina con la que atienden, cuidan y crian a su propio hijo, puede resultar en un juicio ingenuo y superficial para un matrimonio donde las disciplinas y mañas contrastan. El artista suele poseer un carácter de a ratos narcisista y egocéntrico.
La composición estética del film es cónsona con la expresividad de las actuaciones protagónicas. Tanto Adam Driver como Scarlett Johanson juegan con sutiles gestos y miradas que van desabrochando la tela que los mantiene unidos y sensatos, hasta drenar todas las asperezas que el proceso legal en el que se embarcan para separarse los mantiene sometidos. La figura de Driver y su actuación parecen desvanecerse en esas paredes austeras y blanquecinas, en esos colores cálidos pero ásperos que se mantienen en los lugares en los que se desenvuelve, como si vagase perdido en perpetua reflexión sobre la decisión de su esposa. Johanson representa, en contraste con el vestuario colorido de Adam y una expresividad gestual más efusiva, la promesa de una redención para sí misma como también un optimismo roto y confuso, de una desilusión y dolor palpable que no se debe juzgar como egoísmo ni capricho, porque de esa manera se subestimaría la excelente interpretación de Johanson, quien suelta sus sentimientos entre miradas.
En una escena que a muchos puede parecer intrascendente, el director nos entrega la clave para entender que estamos ante una historia de amor trágica. Henry (hijo de la pareja) en una llamada que tiene con su madre mientras comparte con Charlie su tiempo juntos , es avisado por ella que se ha quedado fuera de su casa por descuido, a lo que Charlie y él acuden a ayudarla. Luego de ayudarla a entrar abriendo la puerta corrediza del estacionamiento manualmente, estos se despiden y, los tres juntos se disponen a cerrar la puerta empujandola. Nicole esta en el lado de la casa mientras que Charlie y Henry están fuera de ella. Tanto Charlie como Nicole no dejan de mirarse mientras la puerta corrediza los va dividiendo, por la fuerza que ellos mismos están ejerciendo al arrastrarla. A punto de cerrarse, se buscan en ese pequeño espacio que queda, en un último segundo de resistencia a la puerta, en resistencia a la superficie vacua y sin vida que los divide.
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