viernes, 6 de diciembre de 2019

Repensar lo mejor: Guayaba de Oro 2019-2020

Cada vez que nos enfrentamos a la palabra 'mejor', ¿pensamos en su ambigüedad etimológica?

En su origen, estamos claros con que es una palabra comparativa. Se está mejor que antes o esto es mejor que aquello. Si se notan mejorías es porque ciertas condiciones son beneficiosas. Nada nuevo hasta aquí. Ahora, en el momento en que lo enfocamos en los premios de cine, observemos que Best Film/Actress/Director/Film Editor... está implicando algo superlativo. En español, mejor es tanto comparativo como superlativo. No ocurre así en inglés, por ejemplo, pero de todas maneras la premisa de un premio es comparar entre varios candidatos y escoger.

Aquí nos enfrentamos con una confusión. Porque de por sí escoger lo mejor trae consigo arbitrariedades. Lo mejor ¿para quién, según qué criterios, para qué momento? No deberíamos perder de vista lo comparativo y echar un poco abajo lo superlativo que tiende al engaño.

Usualmente, cuando se viene la avalancha de premios, damos por sentado que un premio reconozca una obra. "Debe ser buena, ganó tal o cual festival". Esto no tiene por qué ser errado, en el caso de que sus procesos no estén viciados o haya maneras de controlar tales vicios en ediciones posteriores. El detalle está en considerar que esa película fue escogida en medio de ciertos criterios y no como una totalidad. Incluso el premio de la Academia (estadounidense, aunque nada digan al respecto sus siglas en inglés AMPAS), que al menos en teoría considera una muestra bastante amplia de obras, publica a principios del año siguiente una lista de entre 300 y 400 películas estrenadas en la cartelera norteamericana. Sólo de esa lista saldrán las nominadas unos meses después. Y seamos sinceros: la temporada de premios facilita mucho el proceso de visionados y encamina una tendencia.

Entonces, qué criterios podemos utilizar en vísperas de la quinta Guayaba de Oro para asegurarnos de que algo sea lo mejor. Partiendo de que la única certeza frente al arte es lo inestable y lo cambiante, destaquemos algunos aunque no los únicos de acuerdo a una lectura rasante de David Bordwell y charlas con compañeros del grupo:

La forma como evidencia del fondo: todo lo que incluya el plano, el sonido y el montaje deben proponernos una diferencia en la mirada del mundo. La amplitud de estas condiciones invita o tiene que invitarnos a repensar lo mejor constantemente o por lo menos cada tanto.

Perdurabilidad: qué propone la obra para el presente o deja abierto hacia el futuro

Repetición: una obra que invite a ser vista varias veces, no por consumo obsesivo, sino para desentrañar detalles y nuevos sentidos.

Lo mejor como algo cambiante, mas nunca engañoso. Una obra tendría que amoldarse a distintas épocas, aunque tampoco somos videntes para precisar esta maleabilidad. Apenas podemos intuirla.

Diversidad de miradas, culturas y alcances. No son pocos los grupos de críticos o de cinéfilos que tienen a los latinoamericanos como minorías. Así se van creando sectores disgregados de opinión. La idea sería fusionarlos, por lo menos como objetivo a mediano plazo. No tener que pensar en academias de acuerdo a cada país o región, cuando las migraciones y lo multicultural son las tendencias más marcadas hoy en día. Si queremos firmeza en una idea de cine, necesitamos formarnos desde sus distintas áreas de creación y difusión. Los compartimentos estancos no funcionaron para el Titanic, menos lo van a hacer para grupos de personas que somos fácilmente separables si no apelamos a la constancia.

Por todo esto, en 2019 emprendemos el proceso de reconocimiento con listas de las mejores películas vistas por realizadores, actores, técnicos, espectadores, distribuidores, programadores; en fin, cinéfilos con distintas miradas y rangos de acción. De estas primeras listas, saldrán las películas elegibles para la Guayaba. Así reunimos un grupo de candidatas abarcable para ser revisitado durante diciembre y principios de enero.

Diseñado por Carlos Roa

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