martes, 24 de enero de 2012

Trailer de Una Separación (Asghar Farhadi, 2011)



6 comentarios:

  1. Yo no aguanté la curiosidad y la vi anoche.

    Qué película tan ética y moralmente compleja que sus personajes atrapan emocionalmente. Cada una de sus decisiones, más allá de ser un tropiezo o un error, es una muestra de cómo torcemos nuestro día a día para seguir adelante.

    Sólo espero que gane el Óscar (ojalá fuese tanto por su guión, ¡qué agudeza no sólo para ponerlos y ponernos en situaciones difíciles, sino para mostrar las maneras de actuar de cada uno!, como por Película Extranjera) para que aquí la tomen más en cuenta y la traigan a los cines.

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  2. En el cine, me sobrecogió.

    Qué agudeza para captar cómo las implicaciones de decidir siempre opacan la variedad de matices (¿de dudas?) que hay detrás de cada verdad. Pienso en Termeh, al final.

    Y, además, qué riqueza para descubrir lo que esconde y lo que moviliza cada gesto.

    ¿La vieron? ¿Qué dicen (o qué callan)?

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  3. Irán o Persia (I)
    por Joaquín Rodríguez Vargas

    Los occidentales se encuentran con estas dos toponimias cuando leen un texto en el que se nombra a Irán, y, a la hora de querer nombrar este país, vacilan a veces en usar un término u otro.

    Podemos ver cómo en los textos de historia se utiliza más la palabra “Persia” que “Irán”, y si, el libro que tenemos entre manos trata sobre el Irán del siglo XX o simplemente se trata de prensa de la actualidad, el autor o periodista de turno utiliza por lo general más la palabra Irán.
    Vemos pues que, a pesar de que ambas toponimias aluden al mismo país, o lo que es lo mismo, son sinónimos, el subconsciente discrimina una pequeña diferencia de matices.
    En efecto, se suele utilizar “Persia” para indicar al país antiguo; cuando leemos la historia de los Aqueménidas, Partos, Sasánidas y la era islámica hasta aproximadamente la primera mitad del siglo XX, vemos que se hace uso del término “Persia” y raramente de “Irán”, a no ser que éste vaya acompañado de algún adjetivo como por ejemplo “el Irán antiguo” o el “Irán sasánida”. Quizás sea por esto que el nombre de Persia se antoja a la mente de un occidental como más romántico, evoca en su inconsciente escenas orientales: los cuentos persas de las “Mil y una noches” contados por la persa (no iraní) Sherezadeh, los “jardines persas”, los “poetas persas”, las “alfombras persas”, la “lengua persa”, el “golfo Pérsico”... todos estos sustantivos están asociados al nombre de Persia y no al de Irán. Este hecho ha sido incluso aprovechado en ocasiones en el moderno marketing y así podemos ver cómo algunas avispadas agencias de viajes nos dicen “descubra Persia” o “viaje a Persia con nosotros”, eslóganes con los que pueden quizá atraerse a un mayor número de turistas que esperan descubrir algo nuevo en un mundo en el que casi todo está visto.

    Pero no nos dejemos engañar, Persia e Irán son dos palabras sinónimas y toda distinción que queramos hacer no es más que arbitraria. Sea de ello como fuere, esa sutil distinción que inconscientemente se hace al utilizar un término u otro para nombrar a Irán, no es en vano, y la verdad es que tiene sus motivos.

    Los occidentales, o mejor dicho los europeos, siempre han llamado Persia a Irán. El origen de esta toponimia europea se remonta a más de 25 siglos, a la época de los Aqueménidas, cuando éstos denominaron “Pars” (Parsua en las inscripciones asirias, aún más antiguas) a la pequeña provincia situada al sur de Irán de la cual eran originarios. Pars (que luego evolucionó en “Fars” —por la influencia fonética del árabe ya que este idioma carece del sonido “p”— y que es cómo se la llama actualmente) era pues el núcleo originario de los persas, la cuna de su civilización, pero los Aqueménidas extendieron su imperio allende los horizontes hasta llegar a formar el mayor imperio de la época, el cual dividieron en múltiples satrapías (especie de virreinatos) quedando pues, la provincia de Fars relegada al papel de sede del trono. Así, se podría afirmar que el topónimo de Persia es una especie de sinécdoque por cuanto se toma una parte por el todo; se nombra todo el imperio persa por el nombre de una sola de sus provincias.

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  4. Irán o Persia (II)
    por Joaquín Rodríguez Vargas

    A principios del siglo V a.C. tuvieron lugar los primeros encuentros entre occidentales y persas, nos referimos a los enfrentamientos contra los griegos, cuando los Aqueménidas quisieron extender su imperio por el mar Egeo. Los griegos, en un principio, asociaban a sus enemigos con los Medos, pueblo iranio cuyos territorios habían sido anexionados por los persas aqueménidas, y es por ello que aquellas primeras guerras entre ambos pueblos fueron denominadas “Guerras Médicas” y no “Guerras Persas”. Los griegos llamaron “Pérside” a Fars, la provincia sureña de la cual eran originarios y dónde ellos tenían su sede del trono, la celebérrima Persépolis, destruida por Alejandro Magno, cuyos restos podemos hoy admirar a 60 km. de Shiraz. Así pues, la historia del Irán antiguo, que está escrita en griego y por griegos —siendo Herodoto su mayor representante—, y que luego fue tomada por la historiografía romana, llamaba Pérside al país de los persas y obviamente, la toponimia pasó a las lenguas europeas a través del latín y es ese el motivo por el cual se ha llamado y aún se sigue llamando Persia a Irán.

    En cuanto a “Irán”, tiene una historia algo más compleja y el término tiene más antigüedad que Persia, en los dos sentidos; es más antigua que el país y que el término “Persia”. En efecto, la fuente más antigua de la que disponemos y que se nombra por primera vez es en el antiquísimo Avesta, el libro sagrado de los zoroastrianos, donde se alude a la “patria” u “hogar de los persas arios” como “Ariyana Vaeja”, refiriéndose no a Persia sino al lugar incierto de Asia Central de donde realmente procedían los “ariyana” o “arios”. Vemos pues cómo “Irán” está emparentado con la palabra “ario”, la etnia de la que proceden los persas. El nombre de Irán también lo podemos ver en las inscripciones aqueménidas; una de ellas y la más extensa e importante, la del rey Darío en Bisotun (Kermanshah), donde nos dice que él reina en “Irân” y “Anirân”, esto es, en Irán y en lo que no es Irán —entendiéndose que el prefijo an- es de negación—, o sea, en las fronteras que van más allá del país de los persas. Por tanto, ya entonces en fuentes tan antiguas como el Avesta y las inscripciones aqueménidas, los persas ya utilizaban “Irân” para referirse a su país, toponimia que se siguió utilizando en la época sasánida, siendo acompañada frecuentemente por “Anirân” cuando el texto o inscripción sasánida trataba de enumerar las conquistas y dominios de un rey.

    En los textos en lengua pahlevi (persa sasánida) se seguía utilizando Irân para referirse a Persia y a veces Irânshahr (Imperio de Irán). Ya en época islámica, los persas siguieron llamando igual a su país y la palabra Persia continuó siendo de uso exclusivo europeo. A modo de ejemplo, en el Shahnameh, obra escrita a caballo entre los siglos X y XI, podemos ver cómo el poeta Ferdousi habla también de Irân al referirse a su tierra, y utilizaba Anirân, esta vez no para aludir a los territorios en los que los persas dominaban fuera de las fronteras naturales del país sino a los enemigos que llegaban allende las marcas de Persia (árabes y turcos especialmente) y quizás, se podría también afirmar, que el poeta épico quería con ello hacer una distinción entre el “pueblo de noble cuna” de “Irân” y los “bárbaros” que eran de “Anirân”. Ferdousi daba a estos sustantivos un sentido de nacionalismo y de orgullo patrio de su pueblo.

    Sea como fuere, los persas, que durante la era islámica no empezaron a tener seriamente relaciones con Occidente hasta el siglo XVII, eran ajenos a cómo llamaban los europeos a su país. Ellos le llamaban Irân, como siempre, los europeos Persia, la Perse... dependiendo de la lengua del visitante de turno. Los griegos habían dejado en Europa una honda impronta en la toponimia de este país, los persas, que ni conocían al historiador Herodoto, seguían llamándolo Irân.

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  5. Irán o Persia (III)
    por Joaquín Rodríguez Vargas

    No obstante, este estado de cosas cambió en el siglo XX. Durante la época de Reza Shah, este nuevo rey pidió a los organismos internacionales que se cambiase el nombre de Persia por el de Irán, algo así como si los alemanes solicitasen que en lugar de Alemania o Germany se llamase a su país Deutschland, los finlandeses Suomi a Finlandia o los griegos Hellas a Grecia. Con ello, Reza Shah, nacionalista a ultranza y orgulloso de ser “ario”, pretendía ganarse un tanto a la hora de ser incluidos los persas dentro de la raza aria, formada también por los alemanes con los que se quería hermanar. Con esta medida, Reza Shah perseguía también otro objetivo político y social que no era otro el de limar las diferencias de un país multiétnico, esto es, que dejasen los occidentales de llamar a su país con una toponimia relacionada con uno de los grupos étnicos, los persas, para llamarlo “Irán”, un nombre más globalizador que el primero. Finalmente, la propuesta fue admitida, y es desde 1935 que el nombre de Persia cambia oficialmente por el de Irán ante los organismos internacionales.

    Este cambio de toponimia ha causado mucha confusión entre los occidentales. Además de la asociación arriba aludida, de pensar que Persia es el Irán antiguo e Irán el país moderno, dando con ello la impresión de que hay una discontinuidad en la historia del país, se une el hecho del parecido que tiene la palabra Irán, país iranio indoeuropeo, con la del país vecino Irak, país árabe semítico. Si bien en persa y árabe no cabe tal confusión ya que en ambos idiomas Irán e Irak se dicen Irân y Arâq respectivamente, no ocurre lo mismo en idiomas como el español, las lenguas romances y el inglés, donde el gran parecido entre las dos toponimias ha dado lugar a muchas confusiones, siendo la más común la creencia de que los iraníes son árabes, mientras que, como hemos visto, son naciones distintas.

    Persa, farsi o iraní

    En otro orden de cosas, este uso no es extensible al nombre del idioma que hablan los persas. Cabría pensar pues, que si éstos llaman a su país “Irân” denominarán “irâni” a su idioma, pero no es así. Los persas llamaron en la antigüedad “pârsi” o “pârsik” a su lengua, mas ello es debido a que lo relacionaban con la susodicha tribu de los “pârs” que venció a los medos y fundó el primer estado persa, el aqueménida. Con la arabización de la lengua persa y tras la conversión al Islam de los persas entre los siglos VII y X, el término “pârsi” se arabizó convirtiéndose en “fârsi”, y así es como llaman actualmente ellos a su idioma. Dicho esto, lo correcto en español es llamar “persa” al idioma de Irán. Últimamente se está imponiendo una moda, sobre todo entre los de habla inglesa —y que se está contagiando a los españoles—, que es la de llamar “farsi” al “persian”, añadiendo aún más confusión a toda esta maraña de toponimias y gentilicios usados para nombrar a esta antigua nación.

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  6. Irán o Persia (y IV)
    por Joaquín Rodríguez Vargas

    Por otro lado, debemos puntualizar que si bien Irán y Persia son sinónimos, con las engañosas matizaciones que ya hemos señalado, sus respectivos gentilicios no lo son. En efecto, persa e iraní no es lo mismo en español ya que el primer gentilicio alude a los miembros de la etnia persa, independientemente de que sean iraníes, y el segundo, a la nacionalidad iraní, que puede no ser de etnia persa. Resumiendo, no todos los iraníes son persas ni todos los persas iraníes. Irán está compuesto por numerosos grupos étnicos, como por ejemplo árabes, asirios, turcos azeríes, baluches, kurdos, turcomanos, luros (considerados un subgrupo persa), armenios, etcétera, cada uno con su propio idioma y su propio credo (musulmanes shiíes, sunníes, cristianos, judíos etc.). Muchos de ellos, como los turcos y los turcomanos, son de la rama túrquica, otros, como los árabes, judíos y cristianos asirios, son de etnia semita, y otros, como los armenios, son indoeuropeos pero no de la rama indoirania. Los persas en Irán suponen poco más de la mitad de la población. En otros puntos de la geografía de Asia Central y Oriente Medio, podemos también encontrar persas, como por ejemplo en Samarcanda y Bujara (Uzbekistán), en Afganistán y en Tayikistán. Los persas se encuadran dentro del grupo de los iranios —a veces mal denominados “grupo de los iraníes”— rama desgajada de los indoiranios que migraron a Irán y a la India durante el II milenio antes de nuestra era, y que a su vez es una ramificación de los indoeuropeos. A su vez, los iranios están compuestos por persas, kurdos, baluches, osetos, tayikos (un subgrupo persa también), pashtunes, más otros grupos minoritarios. Cabría preguntarse, cómo pues, se denominan estas etnias en el Irán actual. La respuesta es que en persa todos los ciudadanos de Irán se le denominan “irâni”, entendiéndose con ello que son ciudadanos de “Irân”. Ahora bien, cuando se quiere hacer distinciones étnicas se recurren a distintas palabras; fârs (persa), tork (turco), kord, (kurdo), torkamán (turcomano), baluch (baluche) etc.

    En fin, cuando hablamos en español lo mismo da usar “Persia” que “Irán”, aunque es obvio que en el lenguaje cotidiano y moderno se está imponiendo este último término. Al idioma se le debe llamar “persa”, y no existe en español la lengua “iraní”, y no nos debemos dejar arrastrar por la nueva moda anglosajona de llamarlo “farsi.” En cuanto al gentilicio, lo mejor es llamarlos “iraníes” pues de esta manera se engloba a todas las etnias que viven en Irán y no se hieren susceptibilidades como podría pasar usando “persa” cuando se trata en realidad, por ejemplo, de un turco azerí.

    fuente: http://spanish.irib.ir/radioculture/noticias/articulos/item/75682-ir%C3%A1n-o-persia

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