"Sólo en la oscuridad sabes lo que es real" (Lujuria, precaución)
No son las fragilidades del cuerpo las que te hacen ceder, sino las intermitencias del corazón. Por más que hagas tu acto y cumplas tu papel, la mirada ha sabido tentar el cuerpo hasta llevarlo a la cama, conflicto de gestos, latencias del sentimiento. Lee y Wong, enredados entre sus cuerpos, sombras de deseos, violentan sus roles y sus ideales. Del sexo entre ellos se siente la urgencia de la excitación, del riesgo natural que brota de cada sentimiento. La violencia es un vago recuerdo de los tiempos de guerra recrudecios, a la vez que desnuda los deseos de los amantes. El sexo es su manera de acallar los conflictos haciéndolos sudar a flor de piel, así como el mahjong es un escarceo, más juguetón e igual de agudo, sobre lo que se deja en peligro con toda relación social. La conquista de un corazón esclaviza el cuerpo del amado tanto como el del amante. El trabajo encubierto, sea el de una actriz, sea el de una espía, gajes del deseo, siempre permea sus peligros hacia el interior. Aunque el rostro pueda encubrir, no es sólo el cuerpo lo que queda desnudo.
Atrás quedan las impresiones y el idealismo de amateurs del grupo de La Resistencia, atrás queda la seducción como un juego de trampas, atrás queda cualquier preparación y ensayo, caída queda la máscara, desarmado el corazón, ante la sinceridad de los gestos.
Ya que el porqué poco importa: cómo el quiénes somos resuena con más fuerza que el quiénes tenemos que ser. Cuerpo y gesto están en permanente conflicto.
http://www.againstthehype.com/2010/03/lust-caution-and-mahjong/
ResponderEliminarAquí hay una explicación en inglés a una de las jugadas de mahjong de la película, aunque es una de las más evidentes. Cada vez que veo la película no deja de intrigarme la primera jugada. Siento que me estoy perdiendo algo de la trama; algo entre muchas cosas que se pierden cuando se trata de otra cultura, y una como la oriental, aun cuando sea desde la mirada de un director tan occidentalizado, como el mismo Ang Lee dice de sí mismo.
¡Quiero verla, quiero verla, quiero verla!
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