Notas sobre Adaptation o Ladrón de Orquídeas.
"Eres lo que amas, no lo que te ama". Este momento resuena, ambiguo, entre burlón como el 'aprendizaje del personaje' y genuino como dos maneras de asumir la adaptación - proceso creativo y proceso físico -.
Susan Orlean parece estar floreciendo en la escena del jardín. Su manera de estar en la grama, su rostro calmado y sus ojos curiosos, la iluminación cayendo sobre su cuerpo, la claridad de su ropa.
La rutina, el trabajo, la casa, la familia, los amigos. Vivir es un constante adaptarse, como si fuéramos escribiéndonos y reescribiéndonos a lo largo de los días. Pero como dice Susan Orlean, el cambio es más difícil para nosotros con respecto a los animales porque nosotros tenemos conciencia. Escribes libros, los lees, haces películas, las ves, compones música, la escuchas, montas obras teatrales, las actúas; todo esto para adaptarte al cambio o evadirlo. El individuo crea adaptando sus deseos a la realidad de la misma manera que la vida es una adaptación al entorno. Vivir es ser mediocre, desenvolverse en la medianía, en las constumbres que te imponen y en las que aceptas. No, no podría haber una película sólo sobre flores porque nos aburriríamos. Necesitamos historias que nos reflejen o que nos evadan, pero que a fin de cuentas nos muestren cambio.
Me fascina que la película plantee la adaptación con tal ligereza. Entre las neurosis de Charlie y de Susan, las bromas, los romances y el guión en sí, las reflexiones de ambos personajes parecen deshojarse y caer con una liviandad de la que no me percato hasta el final de la película, cuando pienso en ella. La película es una reflexión de sí mísma como adaptación, de los caprichos y las inseguridades de dos escritores, pero lo hace con desparpajo y naturalidad.
Somos insectos con memoria o, como mínimo, coleccionistas de tierras y de flores.
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