jueves, 10 de marzo de 2016

Que Horas Ela Volta? (Muylaert, 2015) y el ser moderno

Si algo atraviesa la película a lo largo de sus escenas, es la pregunta ¿qué es ser moderno? Y esto no sólo se asoma en la entrevista que le hacen a la jefa de la casa (intuimos que su profesión está vinculada con el diseño), sino por toda la dinámica que se desenvuelve en ella: Val (Regina Casé) la nana que se encarga de la casa y cuida al hijo mientras la mamá está trabajando y el papá es casi un fantasma, y la misma historia vital de la nana que dejó a su hija para trabajar en Sao Paulo.

Y digo que atraviesa la película porque compone sus planos de una manera bien pensada y emocionante en tanto que conmueve a la par que los diálogos producen risas. La atraviesa como lo hace también una substraía un tanto telenovela entre el padre de la familia y la hija de Val, Jéssica (Camila Márdila), pero que no distrae el rumbo de la película sino que lo desdibuja un poco.

Pero recordemos algunos de esos planos que enriquecen la película como cuando Val le dice a la señora que su hija vendrá a Sao Paulo: lo moderno y lo clásico se enfrentan entre negro y blanco al fondo; lo moderno, Val, carga con lo que ella misma le ha regalado de cumpleaños a la señora de la casa, elemento que será importante para el empuje futuro de Val. También recordemos la visita de Jéssica y el papá de la familia a uno de los edificios emblemáticos de la ciudad, con "esa apariencia de que nunca termina". O vayamos a dos momentos clave de la película vinculados con la piscina: son momentos emocionantes porque significan el límite con la libertad, re-significan la escena inicial y apuntan finalmente hacia la decisión de Val. Así, entre risas, la película cuida sus planos y moviliza la historia con mucha precisión. Incluso la trama telenovelera es una manera de asomar una manera latinoamericana de ver la vida, pero que no deja a un lado los momentos más agudos y perceptivos de la película.

Val es lo moderno porque implica el riesgo de abandonar a su hija para darle de comer, el reconocimiento de tal riesgo. Ella es lo moderno porque acepta lo que venga con entereza e, incluso, con cierta travesura.

No se puede dejar a un lado la función de la piscina en todo esto. La piscina, sitio de disfrute y recreación, es un centro donde a un mismo tiempo se reconocen los límites y los placeres, la libertad y las excusas por mantener una apariencia. La película maneja estos matices con delicadeza y humor y es lo que la hace tan perceptiva. La piscina termina siendo un motor donde patrones y servidumbre se diferencian porque los primeros, usualmente ausentes, tienen poder sobre los últimos, atentos a un chapuzón como lo anhela toda persona.


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