A pesar de las actuaciones comprometidas que tiene la película, sobre todo de parte de Saoirse Ronan, Julie Walters y Emory Cohen, Brooklyn cae a ratos en los callejones sin salida de las telenovelas. Si bien sale de ellos y termina siendo un filme sobre la migración, así como hay momentos entrañables como las cenas con la conserje (Walters), cuando le enseñan a comer pasta o los paseos con Tony (Cohen), también hay una insistencia del drama que empaña el ritmo de la película.
Aún así, Ronan muestra con sutilezas la incertidumbre de adaptarse a un nuevo sitio y las inquietudes de un emigrante, mientras Cohen la enternece (y a nosotros con ella) y encanta con sus detalles. Walters es el alivio cómico de la película, como lo llaman en inglés.
Por más que no me identifiqué como esperaba, es una película para todos los que han emigrado de su país. Las palabras finales resonarán con fuerza al darnos cuenta de que no toda mudanza implica dejar atrás el pasado, sino revivirlo aún con las novedades
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