jueves, 23 de septiembre de 2010

Trailer de Contracorriente (Fuentes-León, 2009)



Me pareció peculiar no sólo la trama de una relación entre un pescador y un pintor, sino el tinte fantástico que adquiere la película después. Me produce mucha curiosidad.

3 comentarios:

  1. Es la escogida por Perú para representarlos en la categoría de Película en Idioma Extranjero en los Oscares.

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  2. La semana pasada me enteré de que se podía conseguir en DVD, así que la busqué y anoche la vi.

    La película fluye sensualmente por los matices entre el pescador y su esposa, y el pescador y su pintor. La esposa pasa de ser la mujer inocente entregada a su pescador y a su embarazo, a la mujer que resguarda su respeto propio y el de su recién nacido. Esta transformación hace más humana, por sincera, la relación entre ellos. Mientras tanto, el pintor, de ser los escapes del pescador al fantasma palpable, conmueve la imagen desnuda del sentimiento. Lo que más nos acecha no es lo sobrenatural de un fantasma, sino lo que se vuelve más palpable cuando estamos ante el otro, este cuerpo en sus manos y en su rostro. La película trabaja esto y lo hace con la sensualidad de imágenes sencillas (las ruinas de la que pudo ser casa en compañía del amante, soplos de la arena y vaivén del mar, tocar su rostro con el deseo de los labios, deshacer el qué dirán de la mirada con las manos que hacen del deseo una piel). Al final, aunque la película se distraiga con algunos personajes llanos o con cierta brusquedad en la historia (¿tan de repente fantasma?), el sentimiento de estos tres personajes acecha por largo rato como una angustia de cómo nos reduce el amor al lugar del amante, no sólo a su cuerpo, y a su ausencia que nos distiende entre sensaciones.

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  3. La pude ver en el cine la semana pasada gracias a la selección del Festival de Cine Latinoamericano de este año. Continúo mis impresiones en una suerte de diálogo conmigo mismo, esperando que al menos no sea un diálogo sordo.

    Mientras más vuelvo a ella, y más después de esta segunda vez, la sensación de que la sexualidad es un fantasma inquieto que mientras más se asienta en la comodidad cotidiana, más peligroso es, supera los momentos telenoveleros de la película. Hay una dignidad en torno a la muerte que se traslada, sutilmente, a la sexualidad cuando Miguel escoge el ritual para Santiago antes que preservar la apariencia de su familia; dignidad con la que la película juega cuando surge del engaño: el momento en que Miguel se siente más cómodo con Santiago es cuando, precisamente, no se ven ante los demás. Curiosa imagen de lo que es la comodidad: ¿ser invisible?

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