Puede justificarse que si Hereditary se enfocara más en el drama familiar a fin de cuentas, daría mejores resultados. Y esto puede ser cierto. Como una historia que hila los conflictos y los traumas de la familia Graham, el director construye en conjunto con los actores una cinta meticulosa; lenta, sí, pero porque requiere de tiempo para establecer el ambiente y los humores de cada personaje. No puede haber decisión más acertada que Annie sea una artista de miniaturas. Porque como si ella misma fuera una Sebastián Gordin, reelabora cada escena vivida en un espacio minado de detalles que no pasan desapercibidos para el mundo de lo minúsculo. Annie es, a fin de cuenta, la artista de su propia herencia. La película deja muy en claro esto desde el inicio con las miniaturas que asoman, de una manera casi teatral (sin connotaciones peyorativas al respecto, sino más bien profundamente simbólicas), el drama que han estado viviendo desde hace años.
Ahora, si la película funciona en gran parte se debe a la entrega tan descarnada de Toni Collette al personaje de Annie. Su rostro gesticula lo que su cuerpo contiene, al menos hasta que la tensión estalla. Muchos diálogos son dardos llenos de quejas e insatisfacciones entre los miembros familiares, pero ella los exprime con sutilezas y una desesperación que la posee muy de a poco.
Opto por un desvío en la crítica, entonces, para enfocarla hacia la actriz. Hace 19 años, conocí a Toni por interpretar a otra madre y, por cierto, en otra película de horror, The Sixth Sense. Desde entonces, la he visto interpretando a madres (Little Miss Sunshine), mujeres que no pueden ser madres (The Hours) o mujeres insatisfechas (In Her Shoes). Y en cada una, ella les brinda esta mirada de desesperanza, de "¿por qué tuve que haber sido así? Pero aquí sigo"; sin unificar los roles. Cada uno de ellos tiene un giro, así sea brevísimo de una insatisfacción amarga con la que tiene que convivir el personaje. Por ejemplo, la aparición como Kitty en The Hours no dura más de cinco minutos, pero es la que nos deja más impresión en la trama de Laura.
Aquí en Hereditary se excede a ella misma y nos brinda una presencia inquieta de ansiedades, creatividad y traumas. No son pocas las escenas donde sentimos que nos desahogamos con ella, como la escena en la reunión con quienes han perdido seres queridos. Es una escena que recuerda a Rabbit Hole porque le toca al personaje principal femenino enfrentar el hecho, en medio de todos, de que la muerte es profundamente desesperanzadora y dura como una piedra. Sin embargo, hay más escenas donde ella confiesa fallas que una madre nunca diría. Y sin embargo, ahí está. Annie es la madre que no quiere serlo, pero lo acepta a regañadientes. Y Toni no hace concesiones al respecto.
Ojalá que la calidad de su actuación no se reduzca a una posibilidad de ser nominada al Óscar el próximo año. Que sea una nominación efectiva. Por lo menos esto merece una actuación tan profundamente real que pone en cuerpo y verbo las fallas posibles de cualquier madre.
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