¿Cuáles han sido los directores que más te
han marcado y cuáles de sus películas?
Ésa
es una pregunta que presupone la cuestión autoral. Yo diría películas. Como hay
varias, tendría que concentrarme. De las que uno se sonrojaría, Blade Runner (1982). Es una película que me
gusta sobremanera. Hay películas venezolanas que son muy importantes para mí. Macu, la mujer del policía (1987), por ejemplo. Es un filme muy importante porque todo el
cine venezolano está resumido ahí. Lo bueno y lo malo de nuestro cine. Lo malo
transfigurado.
Tengo
una identificación muy cercana con Mariana Rondón. A la medianoche y media (1999), más que Postales de Leningrado (2007) y que Pelo
Malo (2013), es otra película importante del cine venezolano. Oriana (1985) de Fina Torres.
Latinoamericanas:
Límite (2005). La descubrí muy tarde, pero
se ha convertido en algo muy importante para mí. Ganga Bruta (1933), de Humberto Mauro. Me gusta
muchísimo Lucrecia Martel. He visto muchas veces La ciénaga (2001).
Como
uno está tan embuchado, a veces se hace difícil la labor de decantación.
Me
gusta mucho el cine de esas vanguardias de los años veinte. Del expresionismo,
evidentemente El gabinete del doctor
Caligari (1920) es una película esencial para mí.
Hay
películas de las cuales me he ido alejando por razones de maduración como El hombre de la cámara (1929) y de Dziga
Vertov en general. De todas maneras, me gusta mucho ese período anterior a los años cuarenta.
Para
mí un cineasta fundamental es Jafar Panahi. Es un cineasta con quien me siento
increíblemente cercano. No es el mejor, a diferencia de Kiarostami. Close-Up (1990) es una de esas películas que está en el grupo de mis
favoritas. Pero una película como Offside (2006) de Panahi es una que me encanta. El
Círculo (2000) me gusta mucho porque, como venezolano me gusta mucho porque lo que
nosotros no hemos logrado decir de nuestra sociedad, está ahí expresado por
Panahi. E incluso en Taxi.
Yo
tengo una experiencia con una película de Panahi en un BAFICI. Estaba saliendo
de una función junto con una crítico de cine peruana, Gisela Barrios. Y ella me
decía que no había entendido nada. Y yo había entendido casi todo. Ella, con
todo y Fujimori, tenía tiempo viviendo en una sociedad democrática. Por
ejemplo, al final de El Círculo (2000),
están en la calle los círculos cazando inmorales. No hay ningún letrero que te
lo diga, pero hay unos militares vestidos de civiles, con unos fusiles y con
conos parando automóviles. No son militares, ni policías. Son de uno de los
partidos radicales
Me
acuerdo en Taxi (2015) de la paranoia del
tipo de haber escuchado a quien lo interrogó con los ojos vendados. Y de la
paranoia del tipo que no quiere denunciar “porque él sabe lo que le espera”,
pero uno nota que hay algo más raro ahí de no querer meterse con la policía
porque vas a terminar siendo investigado tú. Ese tipo de cosas que uno ha
vivido, pero no lo hemos sabido expresar.
Offside es una película filmada durante
un partido de fútbol de la selección iraní. Es sobre las mujeres que se cuelan
en los partidos porque no las dejan entrar en el estadio. Es una cosa muy
interesante: una chica le pregunta al policía que la detiene ¿por qué las
qataríes sí pueden entrar al estadio? “¿Por qué yo no puedo ir al juego: porque
soy iraní?, le pregunta ella al policía.
Al
final gana la selección de Irán y clasifica. Y la película está filmada en las
calles mientras ocurre la celebración. Es una manera de hacer una película
absolutamente patriótica, en el buen sentido de la palabra. Es uno de los
finales más bellos que he visto en el cine.
También
me gusta mucho el documentalismo. Me gusta mucho la escuela británica. Entre
ellas, Un diario para Timothy (1945) de Humphrey Jennings,
financiada por el gobierno como propaganda para él mismo. Los de este
movimiento eran tipos simpatizantes del partido laborista y hacían películas en
un gobierno de los conservadores. Ellos se reunían en un bar cerca de donde
estaba la oficina del Correo, donde ellos trabajaban. Echaban broma diciendo
que habían hecho las mejores películas socialistas financiadas por los
antagonistas.
Diario para Timothy es una película
hecha en 1944, cuando ya se sabe que los aliados van a ganar la guerra. El país
estaba destruido y consiste en un diálogo imaginario entre el director y su
sobrino, quien acaba de nacer. Y le cuenta
sobre el mundo que va a recibir. Realmente, una gran gran película. Me
dan ganas de llorar cuando la recuerdo. Me dan ganas de llorar cuando la
recuerdo. Le habla a toda la sociedad de cómo mantener la esperanza en medio de
la destrucción que además no es en un sentido metafórico, sino a fuerza de
bombas para desmoralizar.
Esas
películas del documentalismo británico me gusta mucho porque es uno de los
pocos momentos donde el cine le hablaba a la sociedad desde el punto de la
democracia. A mí me parece muy problemático que ignoremos, cuando hablamos de
Eisenstein o de Vertov, el sistema que los produjo a ellos. Estamos hablando de
una tiranía. Quizás no tanto en la época de Lenin. Y quizás Eisenstein de
alguna manera lo afrontó en la segunda parte de Iván el Terrible (1958). Pero Octubre (1927) y Acorazado Potemkin (1925) son
propagandas políticas.
En
cambio, estas películas buscan mantener la moral alta de la democracia, para
defender los valores de esa democracia. A mí me gusta mucho el cine político.
Ellos tienen películas, como Listen to
Britain (1942), que es un corto para mostrar la identidad británica, que es lo
que los diferencia de los nazis. Uno nota que está edulcorado, pero me gusta
mucho eso de hacer una vacuna de la cotidianidad, la sensatez y la vida diaria. Y que el cine haya podido hacer eso con una sociedad destruida, es un tremendo logro. Con esta última
película sobre Churchill, Las horas más
oscuras (2017), pareciera que fue sólo él. Pero no. Fue muchas gente que hizo eso. Cosas
como tomarse una cerveza, organizar un concierto comunitario entre un bombardeo
y otro, sin unas estatuas de unas águilas como símbolo de grandilocuencia; tenían una resonancia tremenda.
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