Iniciamos una sección de entrevistas a críticos de cine para indagar en su experiencia con el medio y sus películas formativas. Aunque a veces pareciera que la crítica de cine puede desaparecer frente a los youtubers o los blogueros, no son miradas que se oponen. Muchas se formaron con la crítica o, por lo menos, las leen.
Empezamos esta vez con Pablo Gamba, crítico y periodista venezolano. Dio clases en la Escuela Nacional de Cine, y en la Escuela de Cine y Televisión de Caracas. Colabora en Desistfilm, Ideas de Babel y en El Espectador Imaginario.
¿Cómo llegaste al
oficio de la escritura para cine?
(Risas)
No es una pregunta tan trivial, sobre todo porque no llegué de primero. Yo
llegué antes haciendo notas sobre libros y luego sobre música. Hice crítica por una razón muy insólita: me ofrecieron un trabajo para
hacerlo, pagado. Estamos hablando de 1990. Estaba estudiando. No había
trabajado nunca. Era en un suplemento que iba a circular en el Diario de
Caracas. Y yo me dije “¡Qué bueno!”. Y ése fue mi primer trabajo remunerado.
Después
me llamaron para hacer unas colaboraciones en el Papel Literario de El Nacional. Y yo cometí uno de los
peores errores de mi vida que fue, como no pagaban o pagaban muy mal, sólo hice
un par y las dejé. Eso no debí haberlo hecho. Muchos años después, retomé
haciendo notas sobre música primero en una revista que publicaba el CONAC,
llamada La Brújula. Y después incorporé notas sobre cine en la época donde
empezaron los primeros videoclubes importantes en Caracas. Y había realmente
una apertura a lo que estaba pasando en el mundo. Ocurrían cosas divertidas
como que tú podías sacar cosas antes de que salieran en el cine. Circulaba
mucho la situación con el video. Eso me permitía mantener el vicio. Suena como
si te pagaras la heroína (Risas).
A mí
me gusta mucho escribir, obviamente, pero no tengo mucho talento para escribir
otra cosa que no sea esto. Creo eso es algo que puede definir a un crítico. Es
un escritor que encontró su tema en el cine. Lo de “frustrado” es un chiste
repetido. Eso puede definir a un crítico pero hay que tomárselo un poco en
serio. O un periodista que encontró su voz en el cine. Ésa podría ser la otra
posibilidad.
Foto de César Malesani. Cortesía de la Escuela Nacional de Cine. |
¿Y qué películas te marcaron como
espectador?
Yo
soy un hijo clarísimo de la Cinemateca venezolana. Absolutamente claro. Yo iba
a la Cinemateca todos los días. A veces dos veces por día. Era una época muy
mala para el país, pero muy buena para el cine. Estamos hablando de finales de
los ochenta y en la década de los noventa. De hecho, yo bromeaba y decía “Mi
oficina estaba en la Cinemateca”. Si me querían encontrar, me podían buscar
ahí. A las 6:30 pm o a las 8:30 pm. Estaba en ambas funciones. Y ése fue mi
encuentro con esta “cosa”. Muy espontáneo.
Hay
varias películas que me han marcado. Una de ellas bastante insólita: Aleluya las colinas (1963) de Adolfas Mekas.
No me preguntes por qué es una de mis películas favoritas. Supongo que es por
la espontaneidad. Es un filme que me gusta muchísimo. Es muy rara. No es lo más
conocido de alguien que es más conocido como defensor del cine y no tanto como
cineasta. Tanto es una de mis películas favoritas que, la primera vez que
conseguí trabajo en la Cinemateca, me hice amigo de la programadora, quien por cierto es
argentina y está de vuelta en su país. Y me acuerdo que, en el primer mes, le
dije “Liliana, pon Aleluya las
colinas” y ella la puso.
La
otra película que me gusta muchísimo es Entreacto (1924) de René Clair. No sé por qué un filme que dura alrededor de veinte
minutos es uno de mis favoritos. Y su música la repito con frecuencia en mi
mente. Nunca he tratado eso con un psicólogo (Risas).
Me
gusta mucho Stan Brakhage. Entre sus películas: Dog Star Man (1964). Muy curioso porque no tiene nada de sonido y a mí me
gusta mucho la música. René Clair, más allá de Entreacto, es un cineasta que me gusta. Beldades Nocturnas (1952), Me casé
con una bruja (1942). Películas de ese tipo de René Clair me gustan mucho. El cine
anterior a la Nueva Ola es un cine
que tiene sus buenas películas. Jean Renoir, por ejemplo.
¿Fue el cine, la literatura o ambos los que
te incentivaron a escribir sobre cine?
De
incentivarme, fue la plata (Risas). No lo digo bromeando. A mí nunca se me
hubiera ocurrido escribir para un periódico de no haber sido por la paga. Yo he
tratado de escribir y el resultado ha sido tan malo que, definitivamente,
prefiero limitarme a la escritura sobre cine. No sabría decirte si la
literatura me ha ayudado a escribir. Me gustó mucho en una época, pero ya la he
abandonado. Ahora me gusta mucho más el cine. Y es curioso porque la música me
gustaba mucho más que ambas cosas. Pero en esto terminé.
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