domingo, 21 de octubre de 2018

Trilogía del Lago Helado (Gustavo Fontán, 2017)

Cuando uno pierde algo, no sabe en realidad cuánto se pierde.*


La Trilogía del Lago Helado está conformada por "Lluvias", "El estanque" y "Sol en un Patio Vacío". Se podría decir que, a través de un diario fílmico, la trilogía narra la cotidianidad desde tres ideas: la intimidad, el sonambulismo y el viaje. Pero esto no impide que Fontán hurgue hondamente en otros aspectos rutinarios como la luz, los objetos y las sombras.

Hay pocas personas presentes en escena en las dos primeras partes de la trilogía. Pero la sensación de intimidad durante todo el metraje es indeleble. No es sólo por la voz en off del propio Gustavo Fontán que narra su rutina a modo de diario o cita las palabras de Gloria Peirano frecuentemente. No es sólo que las pocas personas que aparecen, tienen un vínculo fuerte con el narrador. Desde la vecina del comienzo que es una suerte de presencia fantasmática por varios minutos después de que desaparece hasta el sonambulismo de Gloria que es central en la segunda parte del documental.


Perímetro es borde*

Éste es, a grandes rasgos, un diario poético. Y como tal, no consiste en embellecer las palabras con las que refiere la cotidianidad. Aquí poética es indagar, hurgar en la luz y las sombras de los días. Las lluvias, los árboles y los animales tienen un canto propio, que puede ser mudo, pero es evocado a través de sonidos que vuelven ambiguas las imágenes.

¿Cómo es la vida de un noctámbulo? ¿Cómo habla? Fontán hurga en la experiencia y en las palabras de Gloria Peirano sobre el noctambulismo. Lo hace desde la alusión: cita lo dicho por ella sobre este estado de borde entre la vigilia y el sueño. Y lo muestra con imágenes que ahondan lateralmente en este estado.

La imagen que tiembla**

Cuando llegamos a la tercera parte de la trilogía, ya no hay palabra. Son estos "fragmentos del mundo", en tanto imágenes y sonidos, los que guían la película hacia una suerte de nicho donde el sentido está vaciado de palabras, mas no de luces, sombras y objetos que rigen la cotidianidad. Fontán descubre los sentidos escondidos que se venían asomando en las dos películas anteriores, pero ahora el elemento rector es lo audiovisual, ya no tanto lo verbal.

Así vamos descubriendo de a poco los sentidos segregados y secreteados por estos fragmentos. Ellos nada tienen que ver con un sentido unívoco de la realidad, sino más bien con un caleidoscopio de elementos a través de los cuales entendemos nuestra experiencia vital. Con imágenes de casas que hacen pensar mucho en La Poética del Espacio de Gastón Bachelard, la obra de Fontán construye un escondite cinematográfico para el vértigo y la incertidumbre sin evadir ni uno ni otra.


* Fragmentos de Manual para sonámbulos de Gloria Peirano en "El Estanque"
** Palabras de Gustavo Fontán.

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