jueves, 29 de marzo de 2018

The Florida Project (Sean Baker, 2017)

The Florida Project (Sean Baker, 2017) se estrena esta semana en la cartelera argentina. Es una de las últimas en llegar de las nominadas al premio de la Academia. Cuenta las vidas de los habitantes de unos hoteles a las afueras de Orlando, vistas a través de los ojos de tres niños. Las complejidades de sus vidas, sobre todo de Moonee (Brooklynn Prince) y de Halley (Bria Vinaite), su madre, ponen en contraste el mundo de ilusiones del cual ellas están alejadas. Una vez más, el sueño americano es puesto en cuestionamiento con una realidad amarga.


Baker retrata las actividades de tres niños en su día a día: hacer travesuras en los hoteles y sus alrededores, comer helado, comer las sobras del restaurante donde trabaja Ashley (Mela Murder), la madre de uno de ellos, hacer más travesuras, ser testigos de las vidas que transcurren dentro de estos hoteles donde residen personas "temporalmente", y hacer más travesuras hasta que Ashley se entera y no permite que salgan más juntos.

Pero más allá de estas actividades, de estos días que parecen recesos prolongados donde no hay más enseñanza que la de ayudar a su madre con la venta de perfumes o la de hacer la vista gorda a cómo se prostituye su madre; Sean Baker muestra la vida que surge tras un proyecto venido a menos. En éste, se abre una grieta a las oportunidades ideales en un país que se jacta de su patriotismo y les hace lugar a los marginados. Pero en este retrato no hay victimización. Al contrario, hay rebeldía, inconformidad y crítica. Parecieran seguir el lema "se trabaja con lo que se tiene". Y así pasan los días.

En todo momento, Bobby (Willem Dafoe) está merodeando los predios del hotel para cumplir su función de encargado. Dafoe, nominado al Óscar en Mejor Actor de Reparto, le brinda mucha terrenalidad al personaje. El enfrentamiento que tiene con un viejo que se acerca a los niños con intenciones dudosas es uno de los momentos más humanos de la película, más allá de la compañía que le brinde de vez en cuando a los niños, entre chistes y regaños. Es una cara más cotidiana del Dafoe al que estamos acostumbrados en sus roles de villano.

Aún en ese final desesperado casi incongruente del filme, se siente la necesidad de una compensación frente a la solución cruda e inevitable en la que terminan cayendo Halley y Monee. Es fácil imaginarse, gracias a la actuación tan comprometida de Brooklynn, a una niña que crece a pesar de sus caídas así como lo hace el árbol que a ella le gusta. Pero cuesta mucho imaginar a su madre logrando lo mismo.


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