Para unos un buen ejercicio narrativo y para otros una de las mejores películas de guerra en la historia del cine. Sea como sea, Dunkirk recibió seis nominaciones para la Guayaba de Oro y, aunque los enguayabados votantes no tienden a coincidir con la Academia (Carol ni fue nominada a Mejor Película o Director, y Sueño de invierno ni siquiera en la selecta categoría de Mejor Película Extranjera), tiene chance de ganar algunas categorías.
Nominada a Mejor Banda Sonora, sobre todo por sus efectos de sonido, no se puede dejar de lado el trabajo de Hans Zimmer. Recurrente colaborador de Nolan y nominado múltiples veces al Óscar, Zimmer compone una obra hipnotizante que acompaña la angustia de estos solados en su recorrido.
El trabajo de montaje reconocido con una nominación en Mejor Edición es visible, no sólo por el salto de la tierra al aire y al mar, sino también por el salto temporal que registra el filme tan fielmente. Hay una urgencia que la edición hace palpable y volatiliza cualquier tranquilidad.
La cinematografía de Hoyte Van Hoytema, reconocida con una nominación en Mejor Fotografía para la Guayaba de Oro y más allá del avance técnico que es de admirar, le brinda la imagen un carácter de pesadilla confusa que perturba porque no es un sueño del que se pueda despertar. Es una pesadilla vívida, real y urgente.
En este enlace, Christopher Nolan, nominado como Mejor Director, habla de la complejidad de filmar bajo ciertas condiciones cinematográficas y sobre la actuación de Harry Stiles, sorpresivamente nominado en la categoría de Mejor Actor en nuestra Guayaba.
Si bien los filmes de guerra tienen cierto terreno ganado en cuando a su evidente relevancia tratando temas como la supervivencia, la muerte, la unión y la esperanza, Dunkirk gana terreno en el campo técnico como un resultado redondo desde todos los aspectos. He ahí la razón de su presencia en la categoría principal: Mejor Película.
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