lunes, 8 de febrero de 2016

Room (Abrahamson, 2015) y la fuerza del encierro

Si algo capta Room con precisión, es la diferencia entre cómo ocupamos un espacio en el que estamos forzados a estar en contraste con un espacio donde queremos estar.

Jack (un Jacob Tremblay atento a la inocencia y a las fortalezas del personaje) cumple cinco años y su Ma (Brie Larson, a quien le ha tocado madurar a fuerza de un rapto) decide decirle el porqué viven en una habitación de la que no salen.


Evito dar detalles de la trama porque parte de su impacto viene dado por la sorpresa y es aquí donde el efectismo de la película hace que sea una historia difícil de ver. La trama deja cabos sueltos con los que se generan dudas, mas no es difícil imaginar respuestas posibles para que la historia siga adelante. Y, de todas maneras, estos detalles no tienen importancia ante el horror que se esconde en lo que han tenido que vivir Jack y, sobre todo, Ma. Sea como sea, la película está contada desde el punto de vista de Jack, lo que no edulcora, pero sí suaviza tales detalles.


El elenco es fuerte, sobre todo Jacob Tremblay (si otra fuera la Academia, él también habría sido nominado y en Mejor Actor), Brie Larson y Joan Allen. Retratan sin miramientos las implicaciones de una situación así. El trabajo de diseño y dirección de arte es particularmente elaborado porque detalla cómo nos movemos en unos y otros sitios. Hay, además, una interacción con los objetos de la habitación de parte de Jack que enriquece la dinámica y entrevé su mundo, su manera de particularizar este pequeño mundo.

Me da curiosidad leer la novela que la autora misma, Emma Donoghue, adaptó para la pantalla. Superficialmente se puede pensar que quién es más indicado que el autor para escoger qué momentos de la novela se quedan y cuáles se pueden dejar a un lado.

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