"A veces me da miedo estar perdiendo el tiempo", dice Jerónimo y sentimos que es lo que ha estado haciendo desde que dejó de compartir con Matías en su infancia; lo sentimos un poco también por lo que pasamos las personas contemporáneas con el personaje.
Como esta frase, hay otras en la película que nos despiertan por un momento de la inercia en la que entra la historia. Las casualidades y los reencuentros ya los hemos visto antes en otras películas, pero la química entre los personajes y ciertos detalles nos mantienen viendo hasta el final. La tensión se resuelve a la fuerza y no entre diálogos. Aunque esto no sea orgánico, nos alivia que se lleve a cabo lo que finalmente ocurre.
Mención aparte merece la manera de retratar el la relación homosexual versátil puesto que el director le dedica tiempo a mostrar cómo se alternan sexualmente los amantes. Para otras películas puede que esto no sea relevante, pero para Esteros, tal detalle nos hace entrever la atracción entre Jerónimo y Matías y la plenitud de un amor consumado.
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