lunes, 11 de enero de 2016

Steve Jobs (Danny Boyle, 2015), las complejidades detrás de una creación

En varios momentos de Steve Jobs, se compara las computadoras con obras de arte, sean canciones o pinturas. El propio Jobs, interpretado por Michael Fassbender, dice que él es el conductor de la orquesta y los técnicos e ingenieros son los músicos. Ésta es sólo una premisa que la película explora con una energía que no nubla las complejidades detrás de los hechos que rodean una creación.

Podría decirse que la película es una biopic de Steve Jobs, pero eso sería relegar el tono grandilocuente detrás de las máquinas revolucionarias que se están por presentar a lo largo del filme. Jobs es, y varias veces se nos deja entrever, estas creaciones; estos inventos son su tarjeta de presentación. Pero es lo que hay detrás lo que le importa a Sorkin y a Boyle: detrás de la presentación, detrás de Steve Jobs, detrás de cada computadora. Cada personaje marca los diversos recorridos de creación, de ensayo, en fin, de vida. Y así, cada elemento de la película funciona con precisión para (des)montar esta máscara en particular que es la pretensión de ser lo que creas.

El filme sigue a Jobs en los preparativos de su presentación de tres inventos que innovaron el uso de computadoras personales y que cierra con la iMac en 1998. Ahí lo acompañan o lo confrontan Joanna Hoffman, dos Andy, John Sculley, Steve Wozniak, Lisa y Chrisann.

El Jobs de Fassbender arremete contra los ingenieros con agudeza y, a medida que pasamos a otra faceta de su vida, no pierde su ingenio, pero muestra sus flaquezas también. El Jobs de Fassbender deja ver a un genio y, a la vez, los tropiezos que lo hacen, no ya un hombre, sino un cobarde que se esconde, una vez más, detrás de un mito contemporáneo (la tecnología) para ensalzarse. No muy atrás va la Joanna Hoffman de una Kate Winslet comprensiva y atenta a cada detalle que articula el espectáculo. Más que un acento dudoso, su tino es el de apaciguar la bestia con inteligencia. A su vez, el juego verbal entre Fassbender y Jeff Daniels o entre Fassbender y Stuhlbarg permite detallar los tremendos actores que se enfrentan acá. Cada uno envejece dentro de sus personajes convencido de que es una pieza fundamental y que las confusiones públicas nublan sus relaciones.

Finalmente, aunque la película termine en una nota dulce, queda la impresión de que se ha visto la preparación y la lucha de un hombre, no contra las máquinas, sino con su lado humano que lo entorpece y envilece.




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