"Yo creo que la gente solitaria es la más interesante"
Una de las imágenes con la cual me seduce la película es su título: me da la impresión de que, si fuésemos ciegos, la película pudiera guiarnos a través de sus sonidos. De nuevo vuelvo a pensar en Deseando Amar y Felices Juntos de Wong Kar Wai donde los sonidos rastrean la soledad de sus personajes tanto como las imágenes. Insisto que me siento tentado a ver estas películas cerrando los ojos. ¿Estas películas, entonces, podrían tratarse no sólo de grandes solitarios, sino de grandes ciegos, personajes que necesitan de todos los sentidos para no perderse?
Me parece curioso que Coixet diga que no aboga por el sufrimiento constante, cuando su Mapa... y su La vida secreta... tienden a una tristeza, sosegada, tampoco miserable, pero sí un estado de pesadumbre que a ratos me pareció impuesto, sobre todo aquí en Mapa de los Sonidos de Tokio.
Y, en este sentido, me encanta su anécdota de las películas de Disney: "... y luego ya cuando viene el príncipe y todo es fantástico y los pajaritos vuelan, me daba como rabia, fíjate, qué perversa era yo... o qué perverso era Walt Disney". A mí también me fastidian los finales felices pero de las películas apocalípticas de Hollywood. Distintos niveles de perversión, entonces.
"Yo creo que la gente solitaria es la más interesante"
ResponderEliminarUna de las imágenes con la cual me seduce la película es su título: me da la impresión de que, si fuésemos ciegos, la película pudiera guiarnos a través de sus sonidos. De nuevo vuelvo a pensar en Deseando Amar y Felices Juntos de Wong Kar Wai donde los sonidos rastrean la soledad de sus personajes tanto como las imágenes. Insisto que me siento tentado a ver estas películas cerrando los ojos. ¿Estas películas, entonces, podrían tratarse no sólo de grandes solitarios, sino de grandes ciegos, personajes que necesitan de todos los sentidos para no perderse?
Me parece curioso que Coixet diga que no aboga por el sufrimiento constante, cuando su Mapa... y su La vida secreta... tienden a una tristeza, sosegada, tampoco miserable, pero sí un estado de pesadumbre que a ratos me pareció impuesto, sobre todo aquí en Mapa de los Sonidos de Tokio.
Y, en este sentido, me encanta su anécdota de las películas de Disney: "... y luego ya cuando viene el príncipe y todo es fantástico y los pajaritos vuelan, me daba como rabia, fíjate, qué perversa era yo... o qué perverso era Walt Disney". A mí también me fastidian los finales felices pero de las películas apocalípticas de Hollywood. Distintos niveles de perversión, entonces.