jueves, 31 de agosto de 2023

Huesera (2022). La maternidad será deseada o no será…

 


Por: Maricruz Gómez

Huesera (México - Perú, 2022), ópera prima de Michelle Garza Cervera (CCC), inicia con una pantalla en negro y el sonido de cohetes, campanas, canto de aves, de algo que se arrastra y el pujido de una mujer. Después vemos las piernas de alguien que sube una escalinata de rodillas con un cojín bajo éstas, mientras escuchamos, en una voz femenina, el Padre nuestro y miramos la espalda de Valeria (Natalia Solián), para después escuchar el cántico de La Guadalupana, mientras que entre las copas de los árboles se devela el rostro dorado de la “Morenita del Tepeyac” y entre sus palmas brilla el sol. Las voces continúan y vemos el rostro de la protagonista con un gesto entre la desaprobación y el esfuerzo de subir la inmensa escalinata que la llevará a los pies de la monumental Virgen de Guadalupe de 33 metros de altura, ubicada en Ocuilan, muy cerca del centro de peregrinaje en el poblado de Chalma, en el Estado de México. Escuchamos el hipnótico cántico al mismo tiempo que la toma se abre provocando el vértigo de quien mira, para mostrarnos la inmensidad de dicha figura que es símbolo del amor maternal.

El tema central de este film de horror psicológico es la maternidad como precepto impuesto de tal modo que parece un deseo y una decisión propia, autónoma y un “instinto natural”. Al mismo tiempo es planteada como una situación que limita, anula y significa pérdidas y renuncias. Por esto, la película nos lleva a reflexionar: ¿todas las decisiones que tomamos las mujeres sobre nuestras vidas y cuerpos son en realidad producto de nuestra agencia?, ¿es la maternidad un acto voluntario en un contexto cultural cuyo mandato es ser madre como la única vía de realización posible para las mujeres?, ¿cuáles son las pérdidas que implica para Valeria su maternidad?

El film cuenta de manera lineal, con un flash back, desde que Valeria, acude a pedir el milagro de la maternidad en compañía de su madre Maricarmen (Aída López) y su tía Isabel (Mercedes Hernández); hasta el momento que debe tomar una decisión sobre el rumbo de su vida. También narra el proceso de su embarazo, durante el cual se hacen evidentes las renuncias que debe aceptar debido a su condición y le ponen de frente aquello que ha tenido que ocultar de sí misma para tener esa vida idealizada y lograr la aprobación de otros. 

Así, a manera de contraste, vemos correr a la Valeria adolescente mientras grita al ritmo de una canción de PUNK rock: “No me gusta la domesticación…”, y después, a la protagonista adulta embarazada, en un rincón del cuarto que antes fue su taller,  símbolo de su independencia, y que ahora será el de su bebé, meciéndose en una silla con cierta tristeza en el rostro.

El embarazo de Valeria, en un primer momento, parece un deseo y decisión autónoma, pues ella y su esposo Raúl (Alfonso Dosal) se muestran felices cuando se enteran, pero no pasará mucho tiempo para que, mientras hace los preparativos para recibir a su hijo o hija, ella comience a sentirse angustiada y agobiada al notar que aún antes de nacer su hijo (a), ha comenzado a limitar su campo de acción y a bloquear aquello que ella disfrutaba y le brindaba seguridad e independencia económica.

El tema de la película deriva, de acuerdo con la directora, de su luto ante la pérdida de su madre y la reflexión sobre las maternidades en su familia, en especial del hecho de que una de sus abuelas tomó la misma decisión que Valeria. También de su experiencia ante el libro Mujeres que corren con lobos de Clarissa Pinkola y particularmente del relato “La Huesera” que trata de una mujer que recolecta huesos de animales que habitaron en el desierto y que para Garza también habla de los procesos difíciles y dolorosos que no quieres ver contigo misma y que te causan temor, de ahí que la realizadora retomó la idea para el título.

Se ha especulado sobre si Huesera es una película con una postura feminista, lo cual es difícil de determinar; sin embargo, la perspectiva crítica sobre la maternidad, la conformación de su crew, predominantemente compuesto por mujeres, y el guion escrito en colaboración con la también novelista Abia Castillo (CCC - Sogem), quien es autora de la novela No me cerrarán los labios: Una novela sobre Hermila Galindo, feminista y revolucionaria (Penguin, 2021), marca claramente la posición política de Garza.

En esta obra predominan las referencias a representaciones de la maternidad en nuestra cultura, por ejemplo, la madre abnegada (Virgen de Guadalupe), la madre castrante o como lo menciona la curandera Úrsula (Martha Claudia Moreno), la araña que es madre y depredadora a la vez, cuya referencia en forma de telaraña también es recurrente, lo que revela el detalle en la elección de las locaciones (redes, rejas y tejidos) y las imágenes como el puente por el que camina Valeria, las sillas que ella misma elabora o el diseño de la cobija que teje para el bebé que espera.

Este símbolo también se muestra en la escena de La Llorona (México, 1960, René Cardona), que Valeria mira junto a sus sobrinos, en alusión a la figura de esta leyenda tradicional de la mujer que siendo madre antepone sus emociones y pasiones al supuesto instinto maternal, que debería estar presente en todas las mujeres, sólo por el hecho de ser seres con corporalidades capaces de gestar. En ese sentido, también aparecen las plantas llamadas mala madre que cuelgan en el departamento de Valeria y Raúl y que aluden a la opinión que su familia tiene sobre Valeria y su (in) capacidad de maternar y cuidar de otros, por ejemplo, el hijo de la vecina y sus propios sobrinos.

Otra referencia es el tradicional festejo del 10 de mayo, al que Valeria se dirige para celebrar a su madre sin un regalo y en el que también es felicitada por su actual condición. También aparece la madre soltera o “luchona”, esa que se mal mira a nivel social y en ocasiones es ridiculizada, aquella que por muchos años se le ha señalado como la causante de los males de la sociedad, sin reparar que el padre abandonador también está implicado. Así vemos como Vero (Sonia Couoh) es una madre que se encuentra a cargo de su hijo e hija y que siente limitado su campo de acción, pues no puede ir a una fiesta porque debe cuidar a sus hijos, también porque, como le reprocha Valeria, vive al amparo de sus padres.

Para la decoración de la habitación de su futuro/a hijo/a, Valeria elige los colores amarillo y verde, que en principio pueden considerarse neutros en relación con el género del bebé, pues inicialmente desconoce si nacerá un niño o niña, por lo que el amarillo se puede interpretar como luz y felicidad y el verde como esperanza y nueva vida. Sin embargo, son los colores del manto de la Virgen de Guadalupe, referencia que aparece continuamente y casi al final nos anticipa la decisión que toma la protagonista, cuando una Valeria, a manera de doble, porta la cobija-manto de su bebé, misma que le menciona la curandera, es lo que la mantendrá unida a su hijo (a).

Michelle Garza nos plantea que la “feliz espera”, puede no ser así para todas las mujeres, como se supone a nivel social; y que, por el contrario, para algunas es una pesadilla, una situación que les provocar sufrimiento y miedo; incluso afecta la salud mental de las mujeres y desencadena procesos de angustia, psicosis puerperal y depresión posparto.

Lo que detona el malestar en Valeria ocurre cuando se encuentra desmontando su taller, ese cuarto propio del que escribió Virginia Woolf, y se asusta al ver una araña; para quien mira el film es el momento en el que ella comienza a darse cuenta de las renuncias que implica el embarazo y ser madre, por ejemplo, cambiar sus hábitos, hacer a un lado lo que le gusta y renunciar a esa habitación que representa independencia económica y realización personal y profesional.

De este modo, su departamento se irá convirtiendo en una cárcel y el bebé será más importante que ella y sus necesidades, al grado que su esposo Raúl considera la posibilidad de confinarla en un psiquiátrico para preservar la vida del bebé. Al respecto, la psicóloga Juana Armanda Alegría explicó en su libro "Psicología de las mexicanas" (Samo, 1974), que se cree que en nuestra cultura mexicana la figura máxima hacia la que se profesa amor y respeto es la madre, pero ella en su (ab) negación no hace otra cosa que colocarse en último lugar ante el resto de los integrantes de la familia, por lo que termina siendo anulada por otros y autoanulándose. ¿Será esto lo que tanto aterroriza a Valeria?, dejar de ser y existir para ella y para otros, pues en la escena en la que después del parto, mientras la vemos cansada y agobiada, Raúl sostiene a su hija feliz, evidenciando que ella al parir ha dejado de ser el centro de atención de él y del resto de las personas.

Es a partir de la escena en la que Valeria mira desde su balcón a una mujer con el rostro borrado, y que hace movimientos en los que podemos escuchar el chasquido de sus huesos, que ella comienza a sentir que está en peligro, pues queda asustada e impresionada cuando ve que dicha mujer salta de su balcón, como una forma de escape, y se rompe los huesos de las piernas, representación simbólica de que la protagonista cae en cuenta que su vida cambiará y que su andar será difícil y doloroso, tanto que ir hacia sus metas le será casi imposible; de la situación no hay salida sino es sufriendo daño y dolor.

Para Norma, suegra de Valeria, la “locura” de la protagonista es normal, porque cuando las mujeres se convierten en madres sienten que se están partiendo en dos, referencia al doble malvado que se ha comenzado a revelar sin rostro; y que en el parto las mujeres sienten que se les parten los huesos, por lo que es común sentirse aterradas; sin embargo, no se habla de ello porque ante todo, vale pena ser madre. En contraste, Norma le desea a su hijo Raúl que se rompa la pata, como una forma de desearle buena suerte en su trabajo; así mientras que para una romperse las piernas dificulta el avance, para otro, es que todo irá bien.

La figura de la mujer rota también remite al relato de Simone de Beauvoir, en el que Monique la protagonista, vive con dolor que no se le valore como esposa y madre, y que todo lo que ha hecho por las otras personas y su entrega, la han dejado vacía para sí misma y aunque tiene la necesidad de ser auténtica, la presión social no se lo permite. En resumen, dicho texto señala las condiciones que han llevado a las mujeres a vivir sometidas en un mundo que espera de ellas actitudes y comportamientos considerados ideales, pero que no les permiten ser ellas mismas, ¿será por ello que la doble de Valeria ha perdido su identidad y su rostro se encuentra borrado?

Así, otra norma impuesta es la heterosexualidad, necesaria para ser madre, después de un flash back hacia la adolescencia de Valeria conocemos esa parte de su vida que ha preferido ocultar y olvidar, pero que justo el día de las madres se le aparece en la calle, Octavia, antigua amiga y amante; después de ver a una mujer sin rostro atrapada en un balcón. A partir de su reaparición Valeria se cuestionará si debe seguir con la vida ideal que se ha procurado o ir detrás de lo que en realidad desea.

Garza no sólo se encarga de denunciar la presión social de la que las mujeres somos objeto en una edad en las que se nos considera “reproductivas” y en la que suelen sugerirnos que seamos madres para que no se nos “pase el tren”. También muestra la violencia obstétrica que vive Valeria cuando la enfermera le muestra la aguja con la que va a suturar su cuerpo roto debido al parto, mientras le dice: "Sólo van a ser unas puntaditas…”

Es difícil dejar pasar la referencia a El bebé de Rosemary (Roman Polanski, EEUU, 1968), en la que la protagonista también se vive en riesgo de muerte y pérdida, por su condición gestante. En esta también vivimos con ella la angustia de ver aquello con lo que está conviviendo con ella cotidianamente y que representa un peligro. Tanto allí como en Huesera, el sonido es importante para crear una atmósfera inquietante y mantenernos al filo del asiento. A diferencia de Valeria, Rosemary decide seguir el mandato de la maternidad, aún cuando su hijo representa para ella lo monstruoso.

La maternidad se muestra como un mandato social de género que se encuentra tan arraigado en la psique de las mujeres que nos parece un deseo propio; no obstante, para algunas se devela como ajeno durante el embarazo o posterior al parto, lo cual tiene una carga social en forma de rechazo, crítica, burla, en suma actos discriminatorios y violentos; y también tiene una afectación en el bienestar mental en forma de trastornos que pueden llegar a ser incapacitantes y causa de exclusión social y medicalización.

La independencia de las mujeres se ve afectada, pues a diferencia de los hombres, ellas pueden perder su fuente de ingreso por su condición gestante y en consecuencia su independencia económica, pues la maternidad las obliga a anteponer el cuidado de las infancias, lo que las limita en ámbitos como el esparcimiento y el uso del tiempo libre, que son importantes para su bienestar físico y mental. A pesar de que en el siglo actual se habla de los derechos que las mujeres hemos ganado y de que nuestra inserción en materia laboral es un gran logro, es un hecho que el trabajo de cuidado de otras personas, es aún poco valorado; las brechas salariales existen, lo mismo que la doble jornada y el techo de cristal. También permanece el estereotipo del trabajador ideal 24/7, que es hombre y no tiene la obligación de cuidar hijos(as), ni personas ancianas.

Para algunas mujeres, las renuncias a las que lleva la maternidad también impactan su identidad, como en el caso de Valeria, las puede llevar a negar o a renunciar permanentemente a sus deseos y sueños, a concebirse de otra forma que puede ser tan opuesta que conlleva sufrimiento, dolor y angustia. También, como a Verónica, llevarlas y perpetuarlas en un estado de dependencia económica y de permanecer bajo la tutela de los padres, familiares, maridos y en algunos casos, del Estado.

Huesera habla del horror ante la amenaza de la pérdida de la identidad que viven algunas mujeres, ahora llamadas “madres arrepentidas”, quienes al enfrentarse a la maternidad con sus hijos e hijas en brazos, se percatan de que la decisión de ser madres no fue autónoma y propia, sino un condicionamiento social y un deseo de otros que les implica renuncias, límites y sinsabores, la parte oscura de la maternidad que aniquila el ser de las mujeres, no de todas, sólo de aquellas que se ven obligadas a serlo. Es así que Valeria logra salvar a su hija de ella misma, de esa otra mujer que ahora tiene rostro y que prefiere seguir su vida y sus sueños, por lo que renuncia a la maternidad forzada.


miércoles, 5 de abril de 2023

Reseña: La ballena de Darren Aronofsky

 Por Maricruz Gómez

La ballena (The whale, EEUU,2022), sigue durante cinco días a Charlie, un profesor de inglés que imparte clases en línea, quien intenta reconciliarse con Ellie, su única hija, la adolescente rebelde. Él vive confinado en su departamento debido a la obesidad mórbida que padece por lo que es dependiente del cuidado y sobreprotección que le brinda Liz, amiga y enfermera interpretada por Hong Chau.

Este es el noveno film en la carrera del director y guionista estadounidense Darren Aronofsky, reconocido por realizar películas perturbadoras en las que sus protagonistas se enfrentan a situaciones límite que los hacen sentir angustia y dolor. Entre las más conocidas encontramos Pi: El orden del caos (1998) y El cisne negro (2010). 

La ballena es la segunda adaptación que Aronofsky lleva al cine. Hace más de veinte años presentó Réquiem por un sueño (2000). La misma fue reconocida con varios premios como la Espiga de Oro obtenida en el Festival de Valladolid. En esta ocasión, la adaptación de la novela y puesta en escena homónima y autobiográfica de Samuel D. Hunter, es protagonizada por Brendan Fraser, quien después de participar en filmes para gran público como George de la selva (1997) y la saga de La momia, regresa al cine con una interpretación merecedora de seis minutos de aplausos en el Festival Internacional de Venecia donde se estrenó en septiembre del año pasado, además de hacerse acreedor de varios premios de la crítica y dos Oscar a mejor actor (Fraser) y maquillaje / peluquería.

Aronofsky y él nos van revelando poco a poco los hechos y personajes que intervienen en la historia personal de Charlie, lo que nos permite entender por qué alguien llegaría a una situación como la que él tiene. También nos muestra la forma masoquista en la que él trata de compensar a su hija (Sadie Link), el abandono del que fue objeto a los 8 años, cuando él decidió ir tras su felicidad al lado de la persona que él considera el amor de su vida.

El drama humano nos presenta varias interrogantes: ¿cuidar y alimentar implica sólo procurar la salud, el bienestar y la vida?, ¿podemos salvar a alguien que no desea, ni necesita ser salvado? y ¿de qué manera los excesos nos llevan a formas de suicidio encubierto, lentas y dolorosas que tienen como objetivo expiar culpas? Sin duda es una película que acude al espectáculo del dolor, la angustia y la culpa, sin llegar a la manipulación emocional de quien mira el film. También cuestiona si los actos bondadosos pueden ser a la vez destructivos y viceversa.

Debido a que muestra todo aquello que padece Charlie en cuerpo y alma, y que las personas que interactúan con él lo miran y expresan con gestos y palabras el asco, desprecio y lástima que les produce, haciéndonos partícipes, de alguna manera, de la gordofobia que impera en nuestras sociedades. Por esto se le ha criticado fuertemente, debido a la representación que hace de los cuerpos que no corresponden a la normatividad y estereotipos de belleza hegemónicos.

Por una parte, al realizador se le ha reconocido el excelente trabajo de maquillaje, efectos especiales e interpretación actoral para mostrarnos el sufrimiento y discapacidad de una corporalidad de más de doscientos kilos. Por otra, se le ha criticado debido a que no recurrió a un actor de talla grande para interpretar el rol de Charlie y sí a uno que fue reconocido por su aspecto físico estereotipado y que transformó su corporalidad, reafirmando así la idea de que este film tiene como base una actitud gordofóbica por parte del realizador, aunque pretende mostrarnos que no sólo él o quienes la miramos lo somos, sino que es un prejuicio hondamente arraigado en nuestra sociedad.

El director pone de nuevo frente a nuestros ojos cómo los excesos de comida, de cuidado, de desdén, o cualquiera que sean estos, constituyen una forma de paliar el dolor emocional y sanar la culpa por haber vivido la vida que soñamos tener algún día, a costa del sufrimiento de las otras personas.

martes, 7 de febrero de 2023

Preseleccionadas para la 8va edición de la Guayaba de Oro (2022-2023)

Alis (Nicolas van Hamelryck y Clare Weiskopf)
All about my sisters (Qiong Wang)
Aftersun (Charlotte Wells)
Argentina, 1985 (Santiago Mitre)
Barrio modelo (Mara Pescio)
Camuflaje (Jonathan Perel)
Elvis (Baz Luhrmann)
Everything Everywhere All At Once (Dan Kwan y Daniel Scheinert)
Great Freedom (Große FreiheitSebastien Meise)
Good luck to you, Leo Grande (Sophie Hyde)
Guillermo Del Toro's Pinocchio
Home is somewhere else (Carlos Hagerman y Jorge Villalobos)
La ciutat a lavora (Meritxell Colell)
La caja (Lorenzo Vigas)
La muerte no existe y el amor tampoco (Fer Salem)
Licorice Pizza (Paul Thomas Anderson)
Luminum (Maximiliano Schonfeld)
My love affair with marriage (Signe Baumane)
Nudo mixteco (Ángeles Cruz)
O heiropalaistis (Giorgos Goussis)
Papelito (Sebasti{an Giovenale)
Sanctorum (Joshua Gil)
Sirens (Rita Baghdadi)
She will (Charlotte Colbert)
Swallow (Carlo Mirabella-Davis)
Un año, una noche (Isaki Lacuesta)


Algunas consideraciones sobre el proceso de votación y veredictos:

Quienes integramos la Guayaba de Oro nos tomaremos el plazo de tiempo necesario para seleccionar nuestras favoritas en cada una de las doce categorías, similar a como hicimos el año pasado. Esto afianza el objetivo más importante en nuestra reconocimiento: su perdurabilidad durante el paso de los meses y que no se trate solamente del fervor de la temporada de premios.

En cada categoría, los integrantes pueden incluir una obra que haya sido estrenada durante los doce meses previos en plataformas, festivales o salas.

Son elegibles películas estrenadas entre 2019 y 2022, vistas en plataformas o salas durante los doce meses anteriores a enero 2023. 

sábado, 21 de enero de 2023

AMOR Y FURIA (2022), una mirada realista sobre el amor

Por Isis Silva


Lo que se relata con la apariencia de un triángulo amoroso es también una interrogante sobre los privilegios sociales y económicos que impregnan las relaciones amorosas, junto con las contradicciones morales de una clase social donde parece que, aún, a las mujeres, nos toca aprender ciertos límites sobre nuestro comportamiento para evitar las conocidas lecciones. En Amor y furia (2022) Claire Denis nos propone una historia doméstica que empieza entretejer lo individual con lo social, porque el amor también es político. 

El filme abre con una secuencia del mar con imágenes apacibles que contrastan con la música de matices de despedida que escuchamos. Vemos a una Juliette Binoche y a un Vincent Lindon maduros, en lo que parecería una luna de miel. La vida de ambos personajes: Sara y Jean, transita en un estado de domesticidad apacible. Conocemos la rutina donde Sara va a trabajar como locutora en una emisora radial y Jean cumple con el ritual de las compras de víveres, se presenta dudoso ante las complicaciones familiares de su hijo adolescente; y en el medio sumamos la pasión erótica que se desencadena entre ambos con una constancia casi juvenil.

Sara es una mujer de clase media seguramente con estudios universitarios y privilegios culturales: su voz es oída en la emisora donde trabaja. Ella años atrás mantuvo una relación amorosa con François, un hombre de clase media del que no sabemos mucho, que encima es un hombre de negocios y que, por algún motivo, la dejó. A través de él, ella conoce a Jean, en aquel entonces casado, quien luego se convertirá en su actual marido. 

Jean, después de abandonar su carrera como rugbier a causa de una lesión, irá a la cárcel, dejando así a su hijo mestizo (de una madre martiniqueña ausente) al cuidado de la abuela, su madre. Es en la dependencia económica con Sara (recordemos la secuencia donde le pide prestada a Sara su tarjeta de crédito, y la escena donde en una entrevista bancaria deja como domicilio el apartamento de Sara) donde lo social empieza a atravesar las paredes de un amor que parece muy seguro de sí.

El conflicto nace con el regreso de François a la vida de ambos casi diez años después, pues Jean no quiere desaprovechar la oportunidad de negocios que significaría la propuesta de François, pese a lo que eso podría poner en juego en su relación con Sara. Es aquí donde la trama pudiese detenerse y quedar en el rango de un affair: en el caso de Jean, concentrarse en los celos por una posible traición y, en el caso de Sara, limitarnos a vivir su pasión irrefrenable por un viejo amor junto con la pugna moral que eso sometería a una mujer casada, antes esposa que mujer. Pero no. Claire Denis hace de lo doméstico algo político. 

Sin ánimos de un realismo social, la trama está permeada por la realidad económica y los conflictos sociales, no solo de clase, sino raciales y hasta coloniales (la secuencia donde se habla de Frantz Fanon no es en vano). Son las necesidades económicas de Jean las que dan pie a que se ponga en riesgo mortal el amor romántico tejido con Sara. ¿Acaso amor con hambre no dura?  Es en Jean donde se dejan ver las diferencias de una clase trabajadora que debe lidiar con los avatares de una traición amorosa, y sumarle además los conflictos de la reinserción social como exconvicto, las imposibilidades de tener una vida crediticia ante una entidad bancaria, no tener un lugar propio y la incapacidad de entender los problemas de su hijo mestizo y racializado. Ideológicamente él está permeado por un discurso ahistórico que niega los privilegios de otra clase. Una clase a la que pertenecen Sara y François, y a la que él quiere pertenecer.

Si a Sara la persigue la culpa, el desequilibrio por las dudas existenciales de si dejar a su esposo por irse tras François o no; a Jean lo persiguen la crianza de un hijo negro en un país con grandes rasgos coloniales, sus antecedentes penales y los rigores bancarios que le impiden ser una persona con soberanía económica. Si a Sara, como lo dice en uno de sus diálogos, se le ha reaparecido su pasado, a Jean se le ha aparecido su presente con todas las dificultades de la realidad histórica de la que es parte, pero de la que no toma conciencia (vaya demostración la escena donde su hijo le dice que las personas con mayores dificultades son los negros y árabes, y Jean, con un discurso ahistórico e individualizante, lo niega).

Por su parte, Sara no parece poder ver sus privilegios: está demasiado preocupada por sostener el mundo del amor romántico y eterno revestido de recuerdos de su juventud con François; contrastado con otro maduro y genuino ofrecido por Jean, pero igual de romántico que no le satisface del todo. Su celular ahogado en la bañera, ya no el mar apacible del inicio, es también el punto de partida para una nueva vida donde ella no sea el objeto de deseo de nadie y donde pueda quizás transitar una vida más coherente con sus propios deseos, más idéntica a sí misma, y no al de aquellos que dicen amarla. Una vida lejos de los aleccionamientos y venganzas de esa cofradía que suele ejecutar el juicio contra la mujer infiel, la ramera, la puta. Sí, Sara es desafiante, sabe mentir, es infiel, pero no puede engañarse a ella misma. Ni la manipulación de su amante, ni la romanización de su vida de casada pueden detenerla. Es en el quiebre de la idea de pareja perfecta e inmutable, del que parece no saber desprenderse, donde puede hallar su liberación.


Título original: “Avec amour et acharnement”. 117’, SAM 13 R. 

De: Claire Denis. 

Con: Juliette Binoche, Vincent Lindon, Grégoire Colin. Drama. Francia, 2022.


miércoles, 21 de diciembre de 2022

Ética y error técnico en "Monte Tropic" (2022) de Andrés Duque

Hasta algún punto, Monte Tropic (2022) tienta con reflexiones éticas. Aquí los migrantes extranjeros por debajo de los dieciocho años son protagonistas en situación vulnerable emigrando a España.

Andrés Duque se enfoca en adolescentes marroquíes. Desde la paridad, lo imprevisible y su representación en el plano, sus personajes son seres incompletos en busca de su camino. Para esto ya el título indica que los afectos están entramados más en el lugar de fraterna convivencia, no tanto en geografías concretas.

Aquella tentación inicial por una ética se puede contrarrestar, al menos de momento, recordando la filmografía del autor y reviendo esta su décimo tercera obra. De acordar con Carmen Alicia Di Pasquale, crítica de arte, que Duque ensaya y experimenta una ética levinasiana en su película; ello sería anterior y posterior al error técnico*.

La escena del trabajador social ejemplifica las búsquedas audiovisuales y estéticas de Duque. A este le corresponde emitir, en un plano medio frontal y una cartelera informativa a sus espaldas, las palabras menos ambiguas simbólicamente hablando en torno al (des)arraigo:

“Por eso sirve arraigarse en los sitios también, para conocer a la gente y tener más posibilidades de hacer cosas y que si sale una posibilidad de algo…”.

Su largo discurso importa para destacar que las medidas sociales son insuficientes en la integración de quienes migramos si el sujeto propio y sus aliados cotidianos no trabajan en conjunto. Visualmente este sentido se muestra en la ubicación del plano de los protagonistas: al margen. Además la gestualidad del trabajador hace visible su mano derecha vendada. Esta y el barbijo indican distancia entre él y quienes necesitan guía para sortear las arbitrariedades burocráticas. En esa escena otros planos reubican a los protagonistas.

Antes y después de ahí, Andrés prefiere conocer a sus personajes desde la improvisación y lo amateur. Cita ciertos partidismos políticos como material televisivo o un plano detalle donde se brinda la perspectiva marroquí de la situación. Y en contraste enmudece los videos de los migrantes. Duque sabe que aquí hay disparidades profundas y por esto prefiere observar e intervenir únicamente en una intimidad ocupada en el otro.

Otra escena evidencia esto. Un plano medio muestra a dos personajes narrando su migración imprevista. La cantidad exacerbada de “¿sabes?” en el discurso de uno de ellos muestra la imposibilidad de verdaderamente conocer su periplo, de vivirlo. Mientras emite más muletillas, también vemos más personas en el contexto inmediato y preguntas generales, como si cada apelación por el saber precisara un imposible cada vez más lejano.

Por más detalles como este, es oportuno indicar que la marca del error en la filmografía de Andrés estuvo antes. A él aquí no le interesa subrayar lo técnico. Esta no es la propuesta sonora de Carelia: Internacional con Monumento donde la cámara era como una mosca. La mayor prueba de ello es que Andrés comete la indiscreción de aparecer en escena o en off con preguntas, más que en sus obras anteriores.

Quizá esto sea disonante por la disparidad autoral provocada. Pero siendo él un migrante que hurga en otros desplazamientos humanos, el acercamiento es diferente. Entonces ahí la única ética válida entre él y sus protagonistas es la amistad.

En esa búsqueda por la igualdad, quizá hace ruido la laxitud del retrato entre pícaro y depresivo que abre y cierra su obra con uno de los personajes. Pero como todo juicio, esto queda a cuenta de nosotros. Más debería resignificar la firmeza de Duque respetando el descanso, el ocio y la alegría de estos otros como plácido sostén para seguir adelante en medio de incertidumbres geográficas y laborales que acentúan lo cíclico.


*Las palabras son tomadas de una conversación telefónica entre Carmen Alicia y Cristóbal Ochoa, artista.

lunes, 7 de noviembre de 2022

Tras el esplendor, el vacío. Cuarto acercamiento a Miguel Zeballos

Cada uno de los balidos de ovejas en la primera escena indica el nivel de detalle en la obra más reciente de Miguel Zeballos. Esplendor de los días venideros sostiene semejante atención también en los créditos iniciales de Leandro Ibarra. En su diseño, los blancos de la tipografía dispuesta sobre la imagen advierten que los animales que se van acercando hacia nosotros conforman un mundo donde estos paisajes patagónicos tiene una naturaleza doble: a la vez verbalizable y donde la palabra está siempre por fuera.

Con la quietud de la cámara y los personajes situados en perfil, Miguel precisa el vacío y la mudez de la imagen. El verdadero lugar está por fuera de la propuesta sonora de Fernando Ribero y la vastedad de los planos de Lluís Miras Vega. También quedan casi totalmente descartados los testimonios orales. Aquí se nos plantea la mirada, la risa, el cuerpo y la improvisación como fomas recurrentes de un paisaje más allá del discurso articulado.

Para efectos de estas líneas, entendamos lugar y paisaje como maneras audiovisuales de expresar un estado de alma. El paisaje difiere aquí del registro documental y se asemeja a un personaje. El vacío, por su parte, es la distancia irrecuperable entre ese registro y el objeto en sí. Quizá el vacío sea el meollo del alma, si cedemos a honduras. En la obra que nos convoca en el actual festival de Mar del Plata, la intrusión en todo esto se daría en distintos aspectos. 

El más hondo sería el de la intrusión paradójica: la cámara que graba entre troncos o paredes, en grandes planos generales, o desde la improvisación. Si esta última omite planificar una escena, también somete al desconcierto. Zeballos y su equipo evidencian así que la imagen, aun la más espontánea y discreta, está atravesada por lo extraño.

A medio camino entre anotaciones de diario y poesía, a veces aquí se siente el lenguaje articulado como sobrante frente a la maravilla audiovisual. Hasta las gotas de las heladas tienen, cada una, tonalidad diferente. De todas maneras aquel parecer es solo capricho momentáneo, porque a toda costa el realizador quiere subrayar vacío. Y para hacerlo hay que también poner la voz propia.

El acierto del realizador es dejar su oralidad en un cuerpo ajeno. Así el recurso de la narradora, por momentos impostado, asoma la certeza de que estas imágenes son una construcción. Que nos enmudece sí, que tiene la paciencia para que sus personajes salgan de plano antes de continuar a la siguiente imagen disruptora, también. 

Y cuando queramos encasillar esta obra como contemplativa y ensayística, tendremos que hacerlo desde otra certeza: paisaje es todo cuerpo visible y construido para oponerse a esa distancia. Entendamos este como ausencia de lo esperable, de palabra postergada o nunca enunciada, de manos o miradas que por poco no estarían en la imagen y que al estar de refilón, nos citan un fuera de plano apenas imaginable: el del autor y la voz incluida para ver. 

Zeballos se apropia del paisaje y sus naturalezas de tal manera que los elementos en escena actúan e interrogan desde el silencio y la extrañeza. La cámara ubicará a sus lugareños desde distintas perspectivas y así dar cuenta de cuánto dicen los gestos, hábitos y silencios, en medio de la intrusión.

Al final, la obra de Miguel es un ejemplo de que la autoría se hace a partir de la diferencia. Queramos asociar reiteraciones entre esta y su obra anterior, La herida y el cuchillo, también sepamos que ambas reflejan mundos desde lo disímil. Mientras ahí había más palabras, órdenes autorales, aceleración, choque y ruidos; acá vuelve a haber silbidos, brisas, silencios, palabras ininteligibles y que así se deben manifestar como los hubo en Un continente incendiándose, la entrega anterior de la trilogía. 

Quedan entonces como siempre las preguntas o, como nos sugiere la etimología, desear respuestas que no tendremos a la brevedad: ¿De qué maneras ver una nueva obra de un realizador revaloriza sus anteriores?



miércoles, 12 de octubre de 2022

Nominaciones y ganadores de la 7ma Guayaba de Oro (2021-2022)

Afiche Favorito
Akelarre
Los Lobos
A Nuvem Rosa
Sound of Metal
Yo y las bestias

Veredicto: Los amarillos en estos diseños aluden a la laegría, la enfermedad y el asombro presentes en la obra de Nico Manzano. Y de todas maneras hay un claro misterio inabordable tanto en los blancos, azules y negros de los afiches como en las inquietudes musicales del protagonista de la película.

Banda Sonora Favorita
Akelarre
Annette
First Cow
A Nuvem Rosa
Sound of Metal

Veredicto: Mediante el diseño y la mezcla de sonido, Carolina Santana, Carlos Cortés, Michelle Couttolenc y Jaime Baksht logran quequien vea la película haga empatía con las pérdidas del personaje principal. Como espectadores, escuchamos, o anhelamos escuchar, el entorno que obliga aprendizajes y reflexiones profundas de Ruben Stone frente al apego y su resistencia al cambio.

Sets y Locaciones Favoritas (empate)
Chico ventana también quisiera tener un submarino
Cosas imposibles
Spencer

Taming the tree

Veredicto: Para quien vive en la ciudad de México, la locación de Cosas imposibles se presente como unidad con mucho sentido. Aunque ya ella no tiene el lago que hubo cuando la construyeron, esta sigue siendo de interés. La iglesia católica en forma de pagoda rima con el título de la obra de Contreras.

Así, el Tianguis, el mercado sobre ruedas; las calles, los puentes y el metro representan la ciudad vivida por la clase media y popular para quien no haya estado en sus calles todavía.

El diseño de producción de Spencer oprime a su protagonista desde lo suntuoso. Los espejos, las dobles alturas, las puertas, los decorados y las ventanas son tan puntiagudas en sus sentidos como los dolores autoinfligidos por la protagonista,

El encierro trabajado por Guy Hendrix, Maren Schal, Ralf Schreck, Stefan Speth y Yesim Zolan parte de la paradoja y la complejidad más hondas que los traumas achacables al personaje principal.

Vestuario Favorito
Akelarre
Annette
First Cow
Spencer

Veredicto: Con ajustados recuersos monetarios, el diseño de April Napier recrea sutilezas del momento histórico donde se ambienta First Cow, principios del siglo XIX. Además con los colores de las prendas, la diversidad migratoria de la época también entra en sincronía con la estación otoñal donde transcurren las acciones.

Montaje Favorito
Aurora
A Nuvem Rosa
Sound of Metal
Les Sorciéres de l'Orient
Swallow
Usuarios
Visión Nocturna

Veredicto: Les Sorciéres de l'Orient propone tres maneras de ver la historia de este equipo de voleibol: la narración oral, la animación y el material de archivo.

Con la colorización y el montaje de música, sonido e imágenes, Marie Pascaud, Andrei Dogdanov y Mathilde Delacroix proponen perspectivas trepidantes y dialógicas para conocer la historia de estas jugadoras experimentadas. Así vemos el ensayo de estos eventos como si fuéramos sus protagonistas y no como lectores pasivos de un pasaje histórico.

Fotografía Favorita
Annette
C'mon C'mon
Madres paralelas
Noche de fuego
Spencer

Veredicto: La escala de grises en la propuesta visual de Robbie Ryan para C'mon C'mon da la impresión de una época histórica lejana. Los estados geográficos y anímicos por los que viaja el protagonista son también profundamente urgentes desde la paradoja. Mientras oímos las luminosas respuestas de los alumnos que Johnny entrevista. La fotografía advierte que el mundo actual se suele quedar atrás frente a la pureza y la sensibilidad de la infancia.

Actuación Favorita
Joaquin Phoenix, C'mon C'mon
Woody Norman, C'mon C'mon

Riz Ahmed, Sound of Metal
Paul Raci, Sound of Metal
Mayra Batalla, Noche de fuego
Sally Hawkins, Spencer

Veredicto: Phoenix demuestra su capacidad y oficio actorales al interpretar al tío Johnny, solitario que se enfoca en su trabajo después de sufrir la separación de su esposa. Luego se ve en el compromiso de cuidar de su sobrino Jesse, interpretado por Woody Norman.

Con su interpretación, Norman enriquece al precoz. Ambos protagonistas conforman una dupla actoral emotiva que convierte en entreñables a personajes que, después de la involuntaria convivencia, se transforman. Mención también merece Mills quien prepara a sus actores en todas sus obras. Nuevamente esta dedicación brinda un resultado armonioso y memorable.

Elenco Favorito
Noche de fuego
C'mon C'mon
First Cow

Veredicto: Al excelente soporte actoral que la actriz Mayra Batalla le brinda a la historia, se le suma la responsabilidad de guiar al grupo de actrices naturales que interpretan a Ana, Paula y María en su niñez y adolesencia.

En conjunto, ellas logran transmitirnos alegría, incertidumbre, miedo, rabia y esperanza vividas por las mujeres en ese pueblo y en general en todo México ante la desaparación forzada, la trata de personas, el crimen organizado y los feminicidios.

Con su trabajo actoral también nos comparten que la sororidad está presente no solo ante la cámara.

Guion Favorito
Mike Mills, C'mon C'mon

Carolina Moscoso, Visión nocturna
Kelly Reichardt, First Cow
A Nuvem Rosa
Sound of Metal

Veredicto: Mike Mills contruye una voz colectiva con las entrevistas mientras hace contrapeso con las vidas complejas de los protagonistas. En manos del realizador pareciera que la niñez tiene las preguntas y al menos las respuestas momentáneas a lo que la adultez de Johnny y Viv ha sido incapaz de trabajar frente a la muerte, las condiciones mentales y la incertidumbre.

El guion también brinda voz a infancias de distintos estados norteamericanos para revelar lo mucho que ellas aportan con palabras sencillas y reflexiones atentas sobre su entorno.

Dirección Favorita
Tatiana Huezo, Noche de fuego
Ernesto Contreras, Cosas imposibles
Kelly Reichardt, First Cow
Mike Mills, C'mon C'mon
Carolina Moscoso, Visión Nocturna

Veredicto: Moscoso comparte su experiencia de manera íntima y personal, muestra cómo las instituciones que deberían procurar justicia, la cuestionan y responsabilizan. El documental, se dice, no es la realidad misma, pero la narración de Carolina pone ante nuestros ojos que la violencia sexual hacia las mujeres es un fenómeno estructural y personal. En ese sentido, nos apela y nos toca emocionalmente. La colaboración con la cantautora Camila Moreno muestra y acompaña el proceso sanador de Gabriela y ayuda al espectador a reelaborar las emociones que el relato provoca.

Documental Favorito
Apenas el sol
Les sorciéres de l'Orient
Visión nocturna

Veredicto: Visión Nocturna investiga con la claridad de todos sus recursos tpecnicos, los efectos de una violación. La obra de Moscoso inicia hablando de las tres iluminaciones que regirán el documental. Junto a ellas, los incisos, intercisos y diálogos que parecen inconsecuentes también reflejan un aislamiento del cual Moscoso no quiere ser parte.

Y por esto sigue ensayando lo audiovisual, para mostrar los límites entre lo dicho y lo mostrado. Aprovecha la banda sonora tanto como las ambigüedades torpezas, cuestionamientos propios y ajenos a las interacciones humanas. Así la realizadora y protagonista pareciera revisar los propios orígenes del cine mudo desde la rutina aparentemente minúscula que relfjea atenta lo doloroso.

Ficción Favorita
Cosas imposibles
Sound of Metal
A Nuvem Rosa
First Cow
C'mon C'mon
Swallow

Veredicto: La sensación múltiple de maravilla en C'mon C'mon está sostenida de manera progresiva por el elenco, la música, el guion y la fotografía. Las figuras geométricas, los espejos, las entrevistas y las citas de lecturas sobre maternidad, sonidismo, infancia y vejez revitalizan el sosiego y los grises de sus ritmos y tonalidades. Gracias a Mills y su equipo, adultez y niñez de los personajes dialogan siempre con la atención puesta en que la juventud consiste en más curiosidad y menos juicios.


Totalización nominadas
A Nuvem Rosa - 5
Akelarre - 3
Annette - 3
Apenas el sol - 1
Aurora - 1
C'mon C'mon - 7
Chico ventana también quisiera ser un submarino - 1
Cosas imposibles - 3
First Cow - 6
Les sorciéres de l'Orient - 2
Los Lobos - 1
Madres paralelas - 1
Noche de fuego - 4
Sound of Metal - 6
Spencer - 4
Swallow - 2
Taming the tree - 1
Usuarios - 1
Visión nocturna - 4
Yo y las bestias - 1

Totalización ganadoras
C'mon C'mon - 5 Guayabas
Cosas imposibles - 1 Guayaba
First Cow - 1 Guayaba
Les Sorciéres de l'Orient - 1 Guayaba
Noche de fuego - 2 Guayabas
Sound of Metal - 1 Guayaba
Spencer - 1 Guayaba
Visión Nocturna - 2 Guayabas
Yo y las bestias - 1 Guayaba

sábado, 1 de octubre de 2022

Anonimias y certezas en "Los del fondo" (2022)

Si estoy bien voy a venir, si estoy mal con más razón voy a venir*

En medio de testimonios, sombras, comidas y sobremesas; la realizadora Gabriela González Fuentes aprovecha 'fallas' técnicos y narraciones para llamar nuestra atención. Como sus espectadores asistimos a la historia reciente de El Comedor del Fondo.

Para efectos de estas líneas, llamo falla o error a lo inesperado y abrupto incluido en esta obra. Aquí entonces la equivocación significa por sí sola; es indispensable dentro lo planificado en una película. La diferencia entre ella y el "acto fallido" psicoanalítico es que adquiere sentido en la sala de montaje y en la recepción pública.

Gabriela, bonaerense de residencia y venezolana de nacimiento, entrevista a quienes idearon el comedor en 2018 cerca de la villa 31, "uno de los asentamientos informales más extensos y antiguos de la ciudad de Buenos Aires". Además acompaña la rutina de tres de sus comensales. 

En esta atención al detalle, la película propone una idea de comunidad. Así, el diseño sonoro atiende a las palabras de todos, excepto de las autoridades responsables de la destrucción final del comedor.

Gracias también al montaje, la realizadora y su equipo plantean un acercamiento a dos aguas entre la contemplación, las reflexiones y las comidas compartidas. Ella prefiere esbozar la situación gubernamental con palabras en el plano, antes que esbozar maniqueísmos. 

De resto la imagen audiovisual está planteada acá como otras alternativas para sanar excesos. Detengámonos en cada una.

Primero, el comedor en sí proyecta la visión de sus actores comunitarios para reunir a quienes consumen 'paco y pasta'. También quedará registro audiovisual de su inminente cierre.

Segundo, la realizadora sabe que una imagen puede evidenciar múltiples faltas. Para ello, los temblores de la cámara, las voces al fondo en el diseño sonoro y la variación en la nitidez de la cinematografía muestran lo no dicho y refuerza lo enunciado.

Finalmente, en aquella ausencia de voces de autoridades hay una toma de posición. González Fuentes así resitúa la carencia. Lo que los gobiernos y las ciudades minimizan o anulan, esta obra lo retoma con la estabilidad brindada de forma efímera en la imagen audiovisual. Entonces y al menos, se puede volver a mirar y escuchar momentámente, mientras la imagen y el recuerdo perduren. 

Así la coherencia del título lacera: ¿dónde está el sustantivo de quienes se alimentan y resisten los consumos problemáticos? Están tácitos, apenas en la pertenencia de un sitio dejado en segundo plano, este lugar donde todo adquiere sentidos para una obra mientras que para la vida pareciera que no. En esta dinámica contradictoria, la película le brinda un lugar a quienes en el día a día pierden y recuperan certezas con volatilidad.

Tomo como ejemplo de todo esto una escena de cuatro minutos. En ella, la agudeza estética coincide con el clímax emocional y verbalizable. Entre planos medios y americanos, y material de archivo; ella entrevista a uno de los comensales*. Al lado izquierdo de la imagen está su pareja. 

La postura corporal de ambos plantea un equilibrio dinámico. Él tiene las manos puestas hacia atrás; ella, con los brazos cruzados y su rostro apenas visible. El muro al fondo y registrado en perspectiva oblicua, está grafiteado con nombres. Y el montaje alterna entre las grabaciones en el celular y testimonios donde los planos plantean al menos nueve puntos de vista de él.

En escasos segundos cuando el entrevistado habla de la etimología del adicto, la cámara tiembla levemente. Como quien define porque conoce de sus carencias, el casi imperceptible movimiento de la imagen y su desenfoque también indican que no todo se puede ni se debe verbalizar.

Decisiones técnicas como esa replantean la dinámica de quien observa, desde dónde lo hace y quienes acompañan a estos del fondo. Somos nosotros, espectadores y actores en constante dinamismo, como lo es cada integrante de una comunidad. 

Con mayor o menor conciencia, con mayor o menor descuido; Gabriela afianza el rol de cada individuo en su obra. Así articula formas de mirar, hablar y escuchar que contengan en la falta, dentro y fuera del plano.

Luego y al final, la aparición de los nombres solo en los créditos refuerza la idea de que comunidad e individuo pueden subsistir sin firmas, ni nombres y apellidos de quien hizo qué. Ese mismo muro con nombres mencionado en párrafos anteriores, que finalmente será escombros, da cuenta de que la fortaleza no está en el objeto ni en el sujeto, sino en la percepción grupal, constante, dispersa y contradictoria.

Así, la mirada siempre vuelve, tambaleante y, gracias a ser humanos, capaz de articular lo que a veces cuesta decir y consciente de distancias insalvables.

Fotograma de "Los del fondo" (2022)

lunes, 19 de septiembre de 2022

Susurros y ritmos contemplativos en dos obras de Meritxel Colell

Susurros, claroscuros, planos detalle e imágenes granulosas interrogan al espectador de Dúo. La obra fue estrenada recientemente en España y es de Meritxell Colell. Atrae por la confidencia que implica para ella observar. Procuremos algunas preguntas antes de detenernos en esto.

En esta, la vigésimo segunda de Colell, ¿estamos viendo sueños y vigilia, o fragmentos de diario audiovisual de la amante en esta pareja de artistas? ¿Son estas sus confesiones? ¿Cuándo se separaron y actualmente siguen juntos? De antemano sepamos que responder con precisión estas preguntas o saber que este es el cierre del díptico iniciado Con el viento (2018); nos acercará solo a tientas a la intimidad insondable propuesta por Colell.


Mónica García y Gonzalo Cunill, los protagonistas, tardan en decir dónde están. Sí, podemos sospechar localidades por los créditos que se trata de una coproducción argentino-española, también por los tonos rojizos de la tierra, y el acento de algunas lugareñas. Pero la borradura de un lugar compŕobable reafirma que Meritxell también se interesa por las vaguedades.

Sepamos antes, o mejor dicho durante la obra, que esta pareja recorre Jujuy. Hace muestras de su trabajo actoral. Cansados de la ciudad y también de otros pasajes, han emprendido esta incertidumbre. Quizá también cansados de sí mismos, de una muerte paterna que se menciona a las apuradas. 

Mertixell confía en sus intérpretes y en la narración que si bien está fuera de plano, se escucha susurrada como si se dijera entre sueños o hablando a solas. Ello favorece la falta de límites buscada. 

¿Deberíamos estar escuchando esto? ¿A quién se lo dice? ¿A esos abuelos antepasados de los que hablan las mujeres jujeñas, ellos que custodian las montañas?

A contramano del ritmo sosegado de Dúo, la aceleración de La ciutat a la vora, obra mostrada recientemente en el 22 Doc Buenos Aires, ironiza la apertura con cita de Robert Walser*, escritor suizo. Esa contemplación posterior es apresurada por el montajey el ritmo.

Cada dos o tres segundos un corte entre planos muestra instantes situados filmados en el litoral limítrofe entre Barcelona y Colserolla. Además el catálogo de sonidos incluye bocinas, aleteos de pájaros y la voz de Meritxell indicando lugares. Con esta gracia sutilmente irónica, ella apresura planos filmados en súper 8 como susurrándonos mira con atención, no te confíes en exceso de las parsimonias citadas al inicio.

Su aprovechamiento de inserts, común en Dúo si bien con resultados diferentes, integran a los ciudadanos a una ciudad que pretende olvidarlos, como también los protagonistas decidieron olvidarse de la ciudad. Esta dualidad se retroalimenta dentro de cada película y también en la relación entre ambas. Ninguna plantea parias, más bien maneras de seguir recuperando la tierra y el autocuidado desde lo limítrofe. 

Mertixell los filma sembrando. Usan y muestran sus manos. Dicen cómo fueron olvidados por el ayuntamiento; cómo decidieron ponerse a un lado de lo central. Se resisten a ser filmados. Entonces son narrados por la realizadora o por la tipografía sobre la imagen. Así lo sentimos. 

En estos planos, la resistencia en las maneras de mostrar entrama con soltura lo íntimo de una comunidad. Levemente emotivo, el ritmo en la duración de los planos está sostenido por el montaje excepto en dos tomas donde la imagen en movimiento se detiene.

Así, Dúo y La ciutat a la vora pueden ser "sinfonías" donde comunidad e intimidad dialogan por la gracia técnica de Colell y su equipo. Como señala el propio Gamba, las comillas marcan varias décadas y siglos de diferencia en las maneras de componer e integrar hoy en día.


* "Con supremo afecto y atención tiene que estudiar y contemplar el que pasea la más pequeña de las cosas vivas, ya sea un niño, un perro, un mosquito, una mariposa, un gorrión..."