miércoles, 5 de abril de 2023

Reseña: La ballena de Darren Aronofsky

 Por Maricruz Gómez

La ballena (The whale, EEUU,2022), sigue durante cinco días a Charlie, un profesor de inglés que imparte clases en línea, quien intenta reconciliarse con Ellie, su única hija, la adolescente rebelde. Él vive confinado en su departamento debido a la obesidad mórbida que padece por lo que es dependiente del cuidado y sobreprotección que le brinda Liz, amiga y enfermera interpretada por Hong Chau.

Este es el noveno film en la carrera del director y guionista estadounidense Darren Aronofsky, reconocido por realizar películas perturbadoras en las que sus protagonistas se enfrentan a situaciones límite que los hacen sentir angustia y dolor. Entre las más conocidas encontramos Pi: El orden del caos (1998) y El cisne negro (2010). 

La ballena es la segunda adaptación que Aronofsky lleva al cine. Hace más de veinte años presentó Réquiem por un sueño (2000). La misma fue reconocida con varios premios como la Espiga de Oro obtenida en el Festival de Valladolid. En esta ocasión, la adaptación de la novela y puesta en escena homónima y autobiográfica de Samuel D. Hunter, es protagonizada por Brendan Fraser, quien después de participar en filmes para gran público como George de la selva (1997) y la saga de La momia, regresa al cine con una interpretación merecedora de seis minutos de aplausos en el Festival Internacional de Venecia donde se estrenó en septiembre del año pasado, además de hacerse acreedor de varios premios de la crítica y dos Oscar a mejor actor (Fraser) y maquillaje / peluquería.

Aronofsky y él nos van revelando poco a poco los hechos y personajes que intervienen en la historia personal de Charlie, lo que nos permite entender por qué alguien llegaría a una situación como la que él tiene. También nos muestra la forma masoquista en la que él trata de compensar a su hija (Sadie Link), el abandono del que fue objeto a los 8 años, cuando él decidió ir tras su felicidad al lado de la persona que él considera el amor de su vida.

El drama humano nos presenta varias interrogantes: ¿cuidar y alimentar implica sólo procurar la salud, el bienestar y la vida?, ¿podemos salvar a alguien que no desea, ni necesita ser salvado? y ¿de qué manera los excesos nos llevan a formas de suicidio encubierto, lentas y dolorosas que tienen como objetivo expiar culpas? Sin duda es una película que acude al espectáculo del dolor, la angustia y la culpa, sin llegar a la manipulación emocional de quien mira el film. También cuestiona si los actos bondadosos pueden ser a la vez destructivos y viceversa.

Debido a que muestra todo aquello que padece Charlie en cuerpo y alma, y que las personas que interactúan con él lo miran y expresan con gestos y palabras el asco, desprecio y lástima que les produce, haciéndonos partícipes, de alguna manera, de la gordofobia que impera en nuestras sociedades. Por esto se le ha criticado fuertemente, debido a la representación que hace de los cuerpos que no corresponden a la normatividad y estereotipos de belleza hegemónicos.

Por una parte, al realizador se le ha reconocido el excelente trabajo de maquillaje, efectos especiales e interpretación actoral para mostrarnos el sufrimiento y discapacidad de una corporalidad de más de doscientos kilos. Por otra, se le ha criticado debido a que no recurrió a un actor de talla grande para interpretar el rol de Charlie y sí a uno que fue reconocido por su aspecto físico estereotipado y que transformó su corporalidad, reafirmando así la idea de que este film tiene como base una actitud gordofóbica por parte del realizador, aunque pretende mostrarnos que no sólo él o quienes la miramos lo somos, sino que es un prejuicio hondamente arraigado en nuestra sociedad.

El director pone de nuevo frente a nuestros ojos cómo los excesos de comida, de cuidado, de desdén, o cualquiera que sean estos, constituyen una forma de paliar el dolor emocional y sanar la culpa por haber vivido la vida que soñamos tener algún día, a costa del sufrimiento de las otras personas.

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