domingo, 1 de diciembre de 2019

De llantos copiosos: Gemini Man (Ang Lee, 2019)

(Para efectos del texto, consideremos que este servidor no ha visto Billy Lynn's Long Halftime Wall to Fame, la segunda película que Ang Lee realizó en esta década)

Todo lo que el corazón desea puede reducirse siempre a la figura del agua
(Paul Claudel citado por Gastón Bachelard en El agua y los sueños)

Ya esta es la tercera incursión del realizador taiwanés en el aprovechamiento de las últimas tecnologías para contar sus historias. Por ejemplo, con Life of Pi (2011) usó el 3D para que la inmersión en la aventura fuese tanto visual como espiritual. Ahora con "Proyecto Géminis" no usa sólo el HFR que había aprovechado en su obra anterior, sino que clona a su actor principal y lo rejuvenece. Pero antes que explorador de nuevas tecnologías, Lee es un narrador audiovisual con mucho cuidado al detalle. Parecería este un término fácil para una persona que ha seguido de cerca su obra desde que Sentido y sensibilidad (1995) fue emitida en la televisión por cable por allá en 1997. Así que remitámonos a sus recurrencias poéticas mejor: las diversas formas del agua, la naturaleza, los espejos y la lucha con el yo.

No son pocos los personajes de Ang Lee que lloran en sus obras. Marianne (Kate Winslet) se entregaba al llanto recitando a Shakespeare y además lo hacía bajo una lluvia torrencial. Yu Shu Lien (Michelle Yeoh) lloraba copiosamente con Li Mu Bai (Chow Yun Fat) moribundo en sus brazos. Quién no puede recordar las lágrimas asomándose en el rostro de Lureen (Anne Hathaway) en un primer plano cuando se entera por teléfono e indirectamente de la verdad entre Jack y Ennis. Gemini Man (2019) tampoco está exenta de llanto.

Junior llora profusamente ante quien proclama ser un padre preocupado y amoroso. Y tal sensibilidad lo rescata a fin de cuentas. Recordemos que Clay* quiere anular la tristeza de sus soldados de combate, como confiesa en una de las últimas escenas. Lee no entiende ni luto ni dolor como una debilidad. En su visión, llorar es un motor para que sus personajes reaccionen o asimilen sus propias naturalezas contenidas o desbordadas. Necesitaríamos algo de tiempo para detenernos en las tonalidades de vasto o puntual verde que usan sus directores de fotografía para representar estos ánimos de sus héroes y heroínas.

Pero aquí no terminan las referencias acuosas del director doble ganador del León de Oro. Acordemos de antemano que aguas y espejos comparten ciertos sentidos simbólicos porque reflejan. Concedido esto, recordemos que en una de sus confesiones nocturnas con Danny, Henry admite no ser capaz de verse en el espejo. Y las escenas de persecución posteriores no nos muestran a nuestro héroe reflejado en objetos refractarios, aunque no pocas veces él usa retrovisores de autos y motos para disparar letalmente. Lo que aparece en estos momentos es su objetivo al alcance de su mirada punzante. El detalle viene cuando aparece Junior por primera vez intercambiando palabras con él. Su conversación ocurre con un gran espejo como intermediario. Es de unos tres o cuatro metros de alto, está un tanto opaco y ellos se encuentran a varios metros de distancia el uno del otro. Los lentes del joven no nos permiten ver la similitud entre los contrincantes, pero la intuimos con los tonos de voz de ambos.

Por otro lado, los guionistas están aprovechando los conflictos éticos de la clonación para evidenciar el aforismo griego “Conócete a ti mismo”. Tal dualidad (como lo es también el signo zodiacal) no es maniquea. Clay Junior y Henry tienen contradicciones y autoengaños. Escuchemos cómo Henry habla de sus padres y cómo aprovechó su trabajo como asesino a sueldo para evadir su idea de familia. Pero su consejo para su clon es precisamente que no evada la figura del padre y el esposo. Esto puede que suene lindo, pero cuando Henry tiene que ser crudo más allá de sus dotes de defensa, lo es. Deja en evidencia, por ejemplo, la virginidad de Junior a pesar de sus 23 años. Una falta de intimidad urgente en la que además Danny queda en medio del plano como observadora.

Nunca los personajes femeninos de Ang Lee han sido llanos, ni siquiera cuando parecen secundarios. La mejor prueba de esto es la mencionada Lureen y Alma en la misma película (atentos con este nombre que espejea con Persona aunque por contraste), pero ahí están Marianne y Elinor en Sentido y sensibilidad o Wong Chia Chi en Se, jie (2007). En Gemini Man, Danny actúa como un espejo que interpela a Henry mucho más que su clon joven. Probablemente no era necesario que la pusieran a decir que Clay es el espejo en el que él no se quiere ver. Pero la verdadera intermediaria en cuanto a personajes se trata, es ella. Recordemos que de nada valen los objetos si no tenemos un rostro con el cual asociarlos a través de gestos.

Finalmente, Lee no entiende los avances tecnológicos como un fin por sí solo. Si esto no fuera así, escasearían los demás elementos para construir una espesura digna de sus películas más memorables de décadas pasadas. El contexto bélico, por ejemplo, permite al menos momentáneamente pensar cómo formamos a los jóvenes del futuro y aún así, nadie nos quiere dar una lección aquí. Los propios Henry y Danny dudan de que Clay estudie ingeniería, pero tampoco pueden ponerse de acuerdo en si debe estudiar humanidades u otras ciencias. Además, hay un leve cambio en la mirada de Colombia, sin las típicas alusiones al narcotráfico. Por esto, las acciones y los efectos visuales trepidantes mantienen en vilo, pero Lee nunca olvida que los planos significan aunque la acción esté al frente y los personajes parezcan como disociados de su contexto. Si con Life of Pi, el 3D acallaba nuestro asombro, aquí la agilidad de la cámara busca inquietarnos frente a la dualidad de un mismo yo, conflicto que Lee antes había situado en personajes separados y físicamente diferentes, nunca clonados o similares. Aún con la similitud que pueda haber en la homosexualidad (condición recurrente en la obra del realizador), es fácil distinguir a Jack de Ennis, o a Wai Tung Gao de Simon. Aquí las diferencias se han vuelto difusas entre Henry y Clay, pero la película propone llegar al fondo de la identidad de ambos. Y lo logra por varios frentes. Definitivamente que quien se preocupe por lo irreal de los poros de Clay Junior, está pifiando el hecho de que Lee se preocupa más por cómo afrontar el alma en la adultez y la tristeza jovial.


* Sin duda que la alusión a la plastilina (esto significa en inglés el nombre) atrae, pero es el personaje más unidimensional de la obra.

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