martes, 16 de marzo de 2010

El torpe encanto de la Academia: conversación sobre los Oscars (I)

TONY: Otro año, otra temporada de Oscars y con ella todo lo que implica esta extraña pero fascinante obsesión con estos premios, que a pesar de que cuya intensidad fluya dependiendo de las películas y actuaciones que opten por el premio, siempre está presente. Debo decir que este año, a pesar de haber apreciado un número significativo de las películas nominadas y con una nueva y controversial extensión a 10 nominadas, mi interés se apagó hasta que volvió un día antes de la ceremonia. No sé si es por la cantidad excesiva de premios precursores de los Oscars, pero los últimos años esa cualidad emocionante de competencia se ha perdido un poco y aún así me veo pegado al televisor cada año, anticipándolos desde las nominaciones hasta el día de la ceremonia...

EDUARDO: A mí me ocurre igual. Esta temporada estuvo particularmente más extensa, puede que nada más por unos días de diferencia con anteriores, pero que se sintieron más largos por la dichosa pelea entre David y Goliat, como muchos refiriendo en 'encontronazo' entre Avatar y The Hurt Locker, y que tampoco execraba a Inglourious Basterds, Precious y Up in the Air, cada una de las cuales tuvo su momento como favorita a ganar. Hubo dos cosas que se me hicieron pesadas y una tercera que se viene arrastrando desde años anteriores. La primera fue la pelea sucia entre productoras, tal cual como si fueran candidatos a elecciones gubernamentales, lanzándose indirectas, correos y entrevistas que le restan toda la emoción a y convierten los premios en meros caprichos y egoísmos. La segunda es James Cameron que, curiosamente, hace trece años me hizo seguir los Oscares por primare vez gracias a ese encanto que había tenido Titanic en mí. Pero que este año no soporté con su egotismo devorador. Es paradójico porque me parece un director confiable en términos de entretenimiento y fascinante en su técnica, pero un tramposo en cuanto a sus guiones y egocéntrico en cuanto a cómo promocionó tan infladamente a su Avatar durante toda la temporada de premios como "experiencia revolucionaria". La tercera es la reincidencia de los ganadores que, por más merecidos que sean, generan una temporada monótona, poco imaginativa que no permite distinguir si es una verdadera opción de que el que gana es el mejor o si es un intento de predecir el Oscar.

TONY: Debo admitir también que me irritó la campaña y la bulla de la supuesta revolución cinematográfica de Avatar que, a pesar de ser debatible si en realidad es revolucionaria o no, trajo consigo un aire de "predisposición" ya sea a favor o en contra de ella. Entiendo que los estudios necesiten promocionar sus películas y la promoción de Avatar sin duda la ayudó a convertirse eventualmente en la cinta más taquillera de la historia, pero eso también podría ser contraproducente para la experiencia del cinéfilo en cuanto a qué esperar y crear su propia opinión a la experiencia de verla que a una opinión prefabricada de que la película es, como si fuera un hecho, una revolución, un hito en la historia del medio. Ese tipo de publicidad proyecta unas expectativas que pueden ser contraproducentes a la reacción del espectador. Obviamente funcionó para James Cameron, pero ciertamente no todos compartieron la opinión de la supuesta revolución de Avatar.

EDUARDO: Exacto. Dale propaganda para crear expectativa, pero dale espacio al espectador para que él también decida. Sí me alegra que el Oscar no se haya convertido en su perro faldero. Es más, ya desde las caras de sus propios compañeros en la cena del Gloro de Oro (premios en los que vota la prensa extranjera, no los gremios), se veía la molestia latente en cuanto a la actitud de Cameron.
TONY: Admito que a pesar de la pomposidad de sus discursos, la posibilidad de ver a Cameron dando otro discurso la noche del Oscar, más egomaníaco que el anterior, era un prospecto que sonaba muy entretenido. SIN EMBARGO... a pesar de que mi reacción de Avatar es algo mixta, no puedo negar lo fascinante que es como fenómeno cultural y social y de que Cameron, en su ambición visionaria (sí, hay que admitirlo) intenta que el espectador aborde el cine de un punto de vista más audiovisual, más básico de lo que es el cine en su esencia.
EDUARDO: Sí, en esto yo la defiendo (si es que ella necesita defensores con tantos fanáticos que ya tiene): en su ambición y su curiosidad audivisual. Puede que Pandora no sea un mundo "visionario", pero sí lo es su manera de ver tal mundo con mezcla de entretenimiento y adrenalina, así como su manera de crearlo con tal tecnología. Su rescate de la experiencia cinematográfica, en una época de piratería y cine desde el hogar, es incluso un homenaje maravilloso a entrar en una sala oscura y dejarse llevar por la imagen, aunque quede peligrosamente en riesgo esa parte del espectador como el que completa la película, no sólo con su experiencia, sino con su reflexión. Es esta la falla de Avatar. ¿Tal vez por esto era imposible negarle esos tres premios técnicos vinculados con lo visual que ganó, aunque se desinflara en su trama, opacara el rol del actor y, finalmente, desmereciese la experiencia como reflexión?

TONY: Aunque irónicamente muchos encontraron mucho que reflexionar en ella. Mayormente el estado actual del mundo y temas de relevancia moderna...o simplemente gustó ver las preocupaciones modernas sobre la tecnología y la naturaleza dramatizadas con un mensaje simplista pero con fuerza, porque después de todo, uno de los placeres del cine es ver nuestros sentimientos e incluso vernos a nosotros mismos y nuestros valores reforzados en la pantalla. Al otro lado del espectro de Avatar, están otras películas más arriesgadas con sus propuestas, más subversivas, como Inglourious Basterds y la eventual David triunfadora sobre esa Goliat, The Hurt Locker.
EDUARDO: Sí, es una experiencia avasalladora esta película. Lo hace con fuerza visual, aunque no lo haga con agudeza. Por otro lado, expandir la categoría permitió tener un grupo más heterogéneo, muy en contra de lo que se temía. Hubo espacio para lo subversivo y/o intimista junto con lo comercial, también con algo de humor. Es una lástima que la floja Academia necesitara llegar a diez nominados para reconocer géneros que ellos no suelen considerar, pero al menos esta vez ha valido la flojera, al menos entre las ocho que he visto. Distrito 9, The Hurt Locker y Up me parece que están entre las mejores de todo el año y que exigen (o piden, porque no es una imposición tampoco) ser vistas varias veces. Inglourious Basterds, Precious y An Education ("Enseñanza de vida") todavía no están entre mis favoritas, pero su audacia se ha quedado en mí provocando reflexiones y, paulatinamente, próximas veces para verlas y pensar en ellas con más calma. Up in the Air ("Amor sin Escalas") y Avatar tienen su química, una más actoral y con más gracia;la otra más visual.
TONY: Bueno, yo no termino de estar convencido con la expansión de la categoría de Mejor Película porque me parece que las otras cinco están ahí como de sobra. Es casi como si estuvieran nominadas porque no tienen un chance real de ganar. Lo que falta es que las categorías de actuación y dirección sean expandidas a diez también. Sí, me alegra mucho que Up (probablemente mi película favorita del 2009) haya sido nominada pero es una nominación muy cómoda que no puedo evitar sentir que es por defecto, por la misma expansión. Sin embargo, dado a que los índices de audiencia han aumentado, aparentemente esa expansión a diez nominadas está para quedarse y tal vez lo mejor sea acostumbrarse a la idea.
EDUARDO: Por un lado, Distrito 9 es la mezcla perfecta entre lo comercial, la ciencia ficción y un comentario perceptivo de la guerra entre el ser humano y su propia alienación. Llega a ser tan observadora que a ratos se siente íntima en la transformación de su personaje principal. Up carga consigo un conjunto de impresiones y evocaciones sobre las relaciones humanas, la aventura, la edad y la imaginación que me provoca verla cada vez que la recuerdo. The Hurt Locker primero se encarga de volver tan vibrante la guerra como experiencia, tan aquí cerca de uno, antes de pretender delimitar y justificar la guerra. Esta es la guerra como necesidad y como obligación, no como política. Inglourious Basterds es un respiro, como una frescura que entra para revisar un episodio tan importante, y usualmente visitado con austeridad, de la historia. Precious y An Education son dos caras, una más centrada, otra más insegura, de la esencia de la educación, desde dos extremos sociales e históricos. Entiendo que esa expansión es facilista y no asegura la inclusión de lo mejor, pero al pensar en estas seis películas, y considerando que las otras dos tienen su mérito y considerable, me alegra que hayan tomado tal decisión este año.

TONY: Sí, es impresionante cómo The Hurt Locker logra encontrar en el elemento humano dentro de lo político y moral sin afianzarse en ello pero tampoco completamente ignorarlo y creo que lo que la hace una gran película es que logra expresar todo eso a través de un lenguaje visual y con una habilidad de gran virtuosidad.

EDUARDO: Sí, The Hurt Locker posee una virtuosidad impresionante, pero más cercana no puedo sentirla. Su mirada es tan detallada y detenida que emociona e inquieta.

TONY: Con lo que yo me quedo de Precious es su humanismo y espíritu tan latente y palpable como el de su protagonista. La película tiene sus tropezones pero es innegable la pasión e inspiración que Lee Daniels le imprimió a este proyecto y en sus mejores momentos (ayudado por las magistrales actuaciones de Gabourey Sidibe y Mo'Nique) muestra una honestidad y desnudez emocional que son poco comunes en el cine Norteamericano de estudio.
EDUARDO: La franqueza de Precious es palpable. Me sentí indefenso al verla. Tiene sus fallas, pero qué manera de desnudar las emociones y la necesidad de Precious Jones e, incluso, las de Mary, su madre. Las actuaciones, sobre todo la de Gabourey Sibide, le brindan espíritu a la película, como si fuera un alma en pena que paulatinamente lucha por su redención que es atender por sí misma sus necesidades y las de sus hijos.

TONY: Totalmente. Una crítica decía que al final de la película es como si estuviéramos siendo testigos del nacimiento de un alma y no puedo estar más de acuerdo con esa descripción

EDUARDO: Me cuesta escoger a The Hurt Locker con un grupo tan fuerte, pero me parece que es el mejor triunfo de esta década.

TONY: yo estoy a punto de pensar que The Hurt Locker es la mejor ganadora de la década pasada, junto con No Country for Old Men. Debo admitir que ver finalmente The Hurt Locker y sentirme tan apasionado por ella fue lo que volvió a prender el interés por mí en los Oscars y la supuesta batalla de proporciones bíblicas entre ella y Avatar. También debo admitir que su victoria como la de Kathryn Bigelow fueron muy satisfactorias, refrescantes, esperanzadoras e incluso diría, sorpresivamente discernibles, si ignoramos el apoyo que The Hurt Locker tenía por parte de los precursores. Al final, la Academia se fue por la pequeña película y no por esa que le proporcionó tantas ganancias.

EDUARDO: Sí, eso también me alegra y me despierta más ánimos con la Academia, que se ha recuperado muchísimo al final de la década, estos últimos 4 años, al menos con esta categoría. No importó el dinero, sino la calidad. Incluso, el triunfo de Kathryn Bigelow como la primera directora ganadora del Oscar no suena a que ganó por esta razón, sino que más bien esto parece una casualidad. Su triunfo es tan maravilloso como el de Mejor Película. Qué mirada tan vibrante como sitúa la guerra desde adentro, desde la emoción del soldado, para luego desnudar su fragilidad, su historia, su vicio, su anonimato, su incertidumbre. Hubiera sido fácil reducir esto ubicándolo en el enemigo, pero ella más bien invita al enemigo desde la emoción. No es identificable sino desde adentro, desde las entrañas.

TONY: Totalmente. Los miedos, la incertidumbre, ese enfoque en la fragilidad de la vida y le delgada línea entre ella y la muerte que no se trivializa en lo absoluto sino que se utilizan para llegar a estados emocionales y psicológicos más hondos. La película me hizo conectarme con mi parte más...primitiva, por decirlo así.

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