Hijos de la Sal (2017) cuenta una rara y críptica historia de dos hermanos que viviendo en una salina, transgreden presagios del pueblo huraño donde viven. Un padre y estos dos personajes narran, en destacadas imágenes, más que una anécdota sencilla. Es quizás una de tantas películas que nos trasladan a cualquier parte del mundo, reiterando, como su tagline lo indica, que "el destino no está en la sangre"...
Con una edición de sonido impecable y una dirección de arte justa, estos realizadores destacan su línea discursiva en la pantalla grande. Es un sello que ya se viene mostrando desde Brecha en el Silencio (2013) además de 40 documentales en su haber. Sorprende esta cantidad de trabajo fílmico, señal de un compromiso que se abre para seguirle la pista a estos hermanos.
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Ganadora del pasado Festival de Cine Venezolano 2018 realizado en Mérida, Hijos de la Sal se apoderó de siete categorías, incluyendo el galardón del Mejor largometraje en dirección, montaje y actores.
Al preguntarle a Andrés por la influencia y gustos en el ámbito que nos ocupa, nombró a Hors Satan (2011) de Bruno Dumont, la argentina Crónica de un niño solo (1965) de Leonardo Favio y Vaqueros de Medianoche (1969), además de resaltar -y respondiendo a la pregunta que hice- el gusto y placer por Andrei Tarkovsky.
Felicidades a los hermanos Rodríguez, dan ganas de seguir viendo su cine y disfrutar de un cine de autor exquisito donde lo complejo y lo simple son una cara sutil de nuestra realidad y si no, ojalá.
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