domingo, 12 de septiembre de 2010

Ozu: Cuentos de Tokio (1953)



Retratas la familia en su desintegración más natural y atravesada por los desencuentros construidos por la ciudad.
Cuentos de Tokio es un viaje a la ciudad desde el núcleo de la tradición: los padres de la familia Hirayama.

Muestras la naturaleza de la desintegración desgajando frases y conversaciones que siembran inquietud, componiendo imágenes de personajes a espaldas, intimidados por la ciudad.
Esta es la soledad desnuda de melodrama, más bien inquieta por una constante sinceridad. Los padres no son vistos como víctimas ante la ciudad y sus construcciones, sino como seres que fijan las huellas de la transformación a través de su vejez.

En tu mirada está la humanidad: nuestra condición de cambio y contradicción (anhelamos permanecer a pesar del paso continuo del tiempo). Tu mirada desde abajo, desde el suelo, nos pone al ras con el centro: una mirada abierta, atenta, cierta.



En mi garganta, el nudo se ata con fuerza una y otra vez. Este no es el drama ni la tragedia que hace a sus personajes víctimas de las acciones. Este es el dolor natural de una transformación. En el "¿No es la vida decepcionante?" de Kyoko está la queja de cualquiera de nosotros: por nuestras equivocaciones, por nuestra testaruda incapacidad de ver más allá de lo que hacemos, por nuestra torpeza al hablar, por nuestra insistencia de ser específicos y tener certezas cuando ni siquiera acertamos en precisar qué cambia en nosotros. Es la respuesta de Noriko, el "Sí, lo es" flexible y sonriente, la que cuaja, en mi mirada, lágrimas contenidas: asumir el dolor como la naturaleza permea la transformación, afrontar las incertidumbres como la certeza es el principio de la injusticia, sincerar nuestro egoísmo porque estamos hechos de esperanzas y no sabemos esperar.

1 comentario:

  1. sobre "esto"
    creo que ya te lo dije.

    te acuerdas?
    y la emoción!!! jajajja...

    salud!!!

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