Entre las imágenes, los gustos, los comentarios y las discusiones de un grupo de cinéfilos.
miércoles, 2 de diciembre de 2009
"Todos tienen que aprender alguna vez"- Semana III.
Estuve buscando algunas críticas de la película, no especializadas, sino de espectadores como nosotros y como ustedes. Me llama la atención que unas cuantas de las críticas encontradas señalen que la película sea más un ejercicio reflexivo que emocional. De entrada, estoy en desacuerdo, aunque sus razonamientos no son descabellados:
"(...) la temporalidad fragmentada del relato y la inicialmente débil exposición de los protagonistas –funcionales a los cuestionamientos sobre los recuerdos y las emociones y al surrealismo formal del film– son apuestas fuertes desde el guión y la realización pero nos privan a veces de unos personajes y una relación más y mejor desarrollados. Al ingenio conceptual se opone entonces la falta de climas y desarrollos que respiren verdad, y esta falta duele aun más porque Gondry revela (ya lo hizo en toda su producción de videoclips) gran capacidad para construir climas y emociones en algunas de las escenas de la película (la breve escena anaranjada debajo de las sábanas, la conversación entre estantes de librería al final del film). Estos climas –lamentablemente– no se integran ni potencian en un todo; se pierden muchas veces en cambio en un torbellino de breves fragmentos de virtuosismo formal. Los personajes funcionan como ideas, sí, pero no como personajes: las actuaciones de Carrey y Kate Winslet (a cargo de Clementine Kruczynski, la-chica-olvidada en cuestión) están todo lo bien que pueden estar partiendo de personajes a los que (especialmente en el caso de Barish-Carrey) se les otorgó poca atención y –por consiguiente– escaso espesor dramático. Lo mismo ocurre con la poco feliz subtrama que une a Kirsten Dunst (Mary) con Tom Wilkinson (Dr. Howard Mierzwiak) y desemboca en un final complaciente". (Tomas Binder)
"Si alguna vez se han sentado sobre la arena a contemplar un mar sin límites que pregunta sobre la vida, el amor, la memoria y el olvido; si han bailado al compás de este universo, para luego en un anhelo desechar su ritmo, o si han entendido que el amor es lo único en sus días por lo que vale la pena haber vivido, entonces “Eterno Resplandor de una mente sin recuerdos”, es una cinta inevitable en su destino". (cinenganos.com)
"Tal vez por esta característica Eterno resplandor… sea un film
intelectual antes que emocional. Esto no significa que genere indiferencia
(que levante la mano quien no se haya sentido identificado con la
desdicha de Joel). Tampoco significa que se trate de un discurso sentencioso
y, por lo tanto, tedioso. Simplemente estamos ante una propuesta que
privilegia el ejercicio reflexivo en detrimento de una compenetración
sentimental profunda". (celuloide.com)
Mientras más pienso en estas críticas, estoy más en desacuerdo. No creo que porque el guión sea un ejercicio reflexivo sobre la memoria, se quede en comprobar sus conceptos o carezca de fuerza emocional. Al contrario, si bien puede ser cierto que los personajes son esbozos de ideas, todos los actores abordan sus papeles con naturalidad y brindándole, con manías y detalles, frescura y complejidad. Además, el ingenio con que se aborda la historia no le resta momentos cargados de honestidad, más bien convierte la nostalgia en tristeza por lo perdido (cuando Joel se esconde en su infancia, es una oda a lo que nunca volverá, pero también están la despedida entre confesiones en la casa deteriorada por los susurros o la cama aislada en la arena). El ingenio del guión y, finalmente de la película, no está sólo en sus ideas, sino en cómo hace que sus imágenes sean genuinas. Cada vez que la he vuelto a ver, también ha vuelto el nudo en la garganta en varios momentos. Así, puede que sea un ejercicio reflexivo, pero para mí también es una experiencia emocional.
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