sábado, 2 de junio de 2018

“Para realizar este documental no nos importaba llegar a una verdad, sino llegar a una sensación”. Entrevista a Alessio Rigo de Righi, director de Il Solengo (2016)

En noviembre de 2016 nos encontramos con Alesio Rigo de Righi, uno de los directores del documental Il Solengo, estrenado en junio de ese año en las carteleras argentinas. Ha sido co-director, junto con Matteo Zoppis, de Belva Nera (2013). Il Solengo es su segundo trabajo conjunto y, para celebrar un año del estreno de la película en salas argentinas, a continuación compartimos la entrevista. Actualmente el documental se puede ver en Filmatique

¿Qué te motivó a hacer cine?

Siempre fui un apasionado del cine. Cuando era joven, mi tío trabajaba como periodista en un diario y tenía una selección de películas clásicas en VHS. Iba a su casa a robarle la videocassette y así empecé a mirar los grandes clásicos del cine estadounidense y los grandes clásicos del cine italiano. Después del colegio, me fui a Estados Unidos porque yo tengo la doble nacionalidad. Nací allá en Mississippi. Estudié al principio inglés y luego encontré una escuela de cine. Ahí empecé a realizar cortometrajes. Después estudié literatura en Italia, pero siempre tuve una aptitud hacia el hacer. Así que con colegas o compañeros tenían ideas para filmar y empezamos a filmar documentales o ficción.

¿Tienes alguna anécdota o una película en particular que te disparó la atención?

Son diferentes las películas que te van motivando a lo largo de la vida; las películas que te inspiraron en algún momento ya no lo hacen o no de la misma manera. Todo va evolucionando como la vida. Con respecto al documental, siempre ha sido algo instintivo siguiendo la línea de algunos directores que se parecen a Werner Herzog. Pero en cuanto a películas románticas, no hay muchas. Siempre fue sobre el hacerlas. Siempre estuve interesado en el cómo vincularme con quienes iban a participar en los documentales para que hubiese un buen trabajo.

¿Cómo surgió la idea de Il Solengo?

Matteo Zoppis y yo habíamos realizado en esa zona un documental que se llama Belva Nera (2013), de unos treinta y seis minutos de duración. Ahí habíamos entrado en contacto con este grupo de cazadores que viven en las afueras de un pueblo que se llama Viano, como a una hora de Roma. Un día almorzando nos enteramos de la historia mítica de este personaje que se llamaba Mario de Marcella y quien vivía en una gruta y ese día nos llamo la atención la forma como estos tipos contaban la historia, un poco contradictoria, mítica, donde había episodios sangrientos de violencia. Nos interesó y comenzamos a documentarnos, a investigar en el pueblo mientras terminábamos el documental anterior. Un poco instintivamente hicimos un corto con algunos testimonio de los cazadores, de los cuales quedó solamente  el que abre la historia en el largo, quien fue el primero que nos contó sobre este hombre.

Y que es el cazador que parece más sensato.

Qué bueno que lo veas así.
Y entonces realizamos esa pieza con la idea de mostrar la vida de esos personajes. Llamamos a un amigo con el que trabajamos siempre y que es uno de los carpinteros de la zona y con el cual habíamos trabajado el documental anterior también. Lo seguimos un rato filmándolo con la 16 mm en los lugares donde decían que vivió Mario de Marcella y luego filmamos en el comedor como para dar la idea de que el cuento sale de ese lugar. Todo el relato se genera en ese lugar donde la gente narra. Ésa fue la génesis de todo, una idea que después empezamos a desarrollar.
Después utilizamos esa pequeña pieza para promocionar el documental en Indiegogo, una página que es una especie de kickstarter, la utilizamos para financiarlo. La mitad del documental está financiado por un crowdfunding y la otra mitad está financiada por el productor de la película, Tomasso Bertani.

Inicialmente el corto fue un medio para llegar al largometraje.

Sí, el corto fue algo muy instintivo que hicimos casi sin pensar. Era una manera para nosotros entrar en la historia y sentir que ya estábamos empezando a hacerlo. De ahí, tratamos de arrancar la escritura filmando. El trabajo documental tiene algo distinto de búsqueda, de entrar en medio de la gente, explorar las historias. Logramos tener una confianza muy grande con esa gente que quisimos transportar a la pantalla haciendo de ellos unos personajes, ficcionalizar las personas que nosotros veíamos, caracterizándolos un poco y enfatizando algunas características como su forma de hablar y su personalidad. Con algunos pudimos trabajar eso más que con otros por una cuestión de que algunos son personajes más breves.

Me llama la atención lo de construir un personaje porque parece más dado a la ficción. En este caso, el final es muy sorpresivo para un documental. He visto pocos documentales con ese giro. La película es ver cómo toma vida un mito.

Ésa fue nuestra intención por la conciencia de que para realizar esta película no nos importaba llegar a una verdad, sino llegar a una sensación. La verdad es relativa porque todos potencialmente te están mintiendo.

Incluso uno de los cazadores dice “Nadie nunca sabrá la verdad”.

Ése era el punto: ¿se puede alcanzar la verdad sobre la vida? No se puede.

Hablemos ahora de un punto delicado: ¿Te molesta que la película se consiga en internet?

Tratamos de suspender la película pirateada porque todavía está recorriendo festivales. Hicimos lo que pudimos con eso para que no nos comprometa con el hecho de que es de bajo presupuesto. Tenemos ganas de que se vea lo más posible pero también queremos controlar la salida que tiene.
Por otro lado, el hecho de que quieran verla, nos halaga y está bueno. Me gustaría generar otra salida para que sea vista. El tema de la exhibición de cine es muy complejo y muy largo.
¿Vos qué pensás de las películas en internet?

No lo comparto por una cuestión de experiencia con la sala de cine. No es lo mismo poder parar la película a que ésta te absorba y te imponga un ritmo por una o dos horas. El momento más evidente de esto fue cuando vi Las Horas (2002) de Stephen Daldry. La vi descargada y me pareció una película normal. Después la vi en el cine cuando estrenó en Venezuela y fue una experiencia transformadora.

Sí, es otra cosa.

También es cierto que si sólo viéramos películas en el cine, veríamos muchas menos películas.

Claro. Es un tema interesante de discutir. No sé qué más decir de eso.

Quería hablar un poco de la música en Il Solengo. Esta vez que la vi, conté los momentos donde suena…

(Risas)

Se escucha en cuatro momentos y en principio nos genera expectativa, pero después de que matan el jabalí, se desata un ritmo más envolvente y acelerado. Disfruté mucho la sencillez de la música. Háblanos un poco de ella.

Nosotros trabajamos con el músico que se llama Vittorio Giampietro con quien habíamos trabajado para el documental anterior. Lo que quisimos hacer fue generar climas que tengan la misma característica de ambigüedad del cuento, que no tendiera hacia un sentimiento. Nosotros queríamos mantener un equilibrio y trabajamos largamente con Vittorio hasta que encontramos lo que buscábamos. Él realizó la música con un saxofón, con el teclado del mismo saxo y los silbidos con las melodías que se incorporaban a la naturaleza de la manera más orgánica posible.
Obviamente hay que remarcar el trabajo de los demás colaboradores de la película como la fotografía de Simone D'Arcangelo, no solamente por el resultado, sino también por la actitud de compromiso hacia el proyecto. Es una película que filmamos en muy pocos días, con muy poco equipo.

¿Como cuántos días fueron?

Quince días, poco más. Volvimos para filmar algunas tomas que faltaban. Fue una linda experiencia que aporta al resultado final de la película.

No había caído en cuenta de que el cuidado de la película en todos los aspectos (la música, la fotografía, la edición), la hace ver más como ficción.
Quería agradecerte por la entrevista.

Muchas gracias a vos. 

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