sábado, 17 de febrero de 2018

La posibilidad de un futuro estable: God's Own Country (Francis Lee, 2017)

Johnny se encarga casi por completo de la granja mientras su abuela cuida a su padre enfermo. Cuando las cosas se complican con la muerte de algunos animales, contratan a Gheorghe para que los ayude con los quehaceres de la granja. Johnny y Gheorghe no se llevan bien en principio, pero poco a poco va surgiendo una relación intensa entre ellos.

Francis Lee, director y guionista del filme, hace que sus personajes compartan varios silencios incómodos antes de que la relación comience a fluir. Incluso después de que tienen sexo la primera vez, cuesta que ambos personajes interactúen. Y esto hace de God's Own Country una película fascinante. Porque indaga en la intimidad más allá de las palabras, la intimidad tan profunda tras los besos y que Johnny tanto rechaza al principio. Y al final, se propone la posibilidad de un futuro estable en una pareja gay. Que el guión y la dirección sostengan esto es de admirar porque quiere decir que se están planteando más tramas de parejas homosexuales más allá del VIH, la promiscuidad y la homofobia, que algunas son características vinculadas a tal grupo social, pero que no son las únicas.

Johnny y Gheorghe van desde la profunda apatía al enamoramiento a través de un proceso complejo que se toma su tiempo y el cual Francis no se intimida en mostrar sus diversos recovecos: sexo oral, caricias, besos, miradas, silencios, abrazos. Todos estos son gestos conjugados erráticamente por lo maleable de las personalidades retratadas. En este sentido, Josh O'Connor y Alec Secareanu trazan una química fascinante con sus actuaciones. Sus miradas sugieren un deseo y una tristeza con intentos de control que tienen resultados irregulares sobre sus actitudes.

Hay detalles del filme que hacen recordar a Brokeback Mountain (Ang Lee, 2005); sobre todo la escena cuando Gheorghe se desnuda para limpiarse el cuerpo con un trapo mientras Johnny ve muy de reojo desde adelante. Pero también están los paisajes que sugieren desolación y silencio en un mundo donde el hombre lleva una lucha propia para hacerse un lugar entre la naturaleza. Está la rutina campestre que recuerda a la rutina de Jack y Ennis cada mañana.

Al final, Francis ha construido, gracias a las actuaciones, la dirección y el guión, un mundo donde la homosexualidad tiene problemas que son superables para la pareja frente a la pasión que los une.


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