"Bashú, el pequeño extranjero tiene poco que decir sobre la guerra después de su secuencia inicial, pero aspira a un misticismo primitivo en algunas de sus escenas finales. La figura de la madre muerta de Bashú se convierte en parte de la vida en la aldea, apareciendo ocasionalmente cuando camina junto a Naii como si estuviera cuidando a su hijo. Y el esposo de Naii posee una cualidad inquietante similar cuando aparece al final. Éste puede que sea el único filme en el cual su final feliz toma la forma de una familia reuniéndose eufóricamente para matar a un jabalí" (Janet Maslin, The New York Times, Septiembre 1990)
"Con su alegre simplicidad y su impaciencia por persuadir con sonrisas al público, Bashú termina siendo un remake iraní de Pollyanna. Pero bajo su simpleza hay una sorprendente sabiduría y una riqueza emocional. El retrato de la vida en la aldea y en el terreno de Naii está cargado de detalles y los personajes son vívidos y memorables. (...) Aun así, los aportes del director-guionista Beizai y el fotógrafo Malekzadeh son los que hacen que Bashú funcione. Aunque la película está llena de imágenes deslumbrantes, nunca es sólo pintoresca. Sus imágenes están tan efectivamente usadas para contar la historia que por largos momentos de la película no hay diálogo (...). También brinda un retrato ameno y realista del 'día a día' de la vida rural iraní que la convierte en una revelación para los adultos más acostumbrados a la imagen mediatizada de los iraníes como animales salvajes arrodillados ante la dominación mundial" (TV Guide)
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